Militante feminista y por los derechos de los negros en Brasil, nacida en una favela y edila desde 2016. Todos coinciden en que Marielle Franco, de 38 años, tenía mucho trabajo por hacer en varios frentes. Pero el miércoles murió al recibir nueve balazos cuando volvía de un encuentro de mujeres negras.

“Mi nombre es Marielle Franco. Soy mujer, negra, madre e hija de la favela de Maré”. Así se presentaba la edila del Partido Socialismo y Libertad (Psol) que ayer fue asesinada cuando se dirigía a su casa en Río de Janeiro.

Franco era socióloga e hizo una maestría en administración pública, en la que se recibió con una tesis acerca de la actuación de la Policía en las favelas. Además de política y académica, Franco era activista; tenía una extensa trayectoria en diversas organizaciones, desde feministas hasta otras que trabajan por la vigencia de los derechos humanos en las favelas, pasando por las que militan por los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales.

Empezó su carrera política en 2016, cuando fue la quinta edila más votada en Río de Janeiro y ganó un escaño en la Asamblea Legislativa local. Allí fue presidenta de la Comisión de la Mujer y a fines de febrero fue elegida relatora de la comisión parlamentaria especial conformada para hacer un seguimiento de la intervención militar en Río de Janeiro ordenada por el presidente Michel Temer. “Tenemos una posición, y es contraria a esta intervención. Sabemos que es una farsa y tiene objetivos electorales”, dijo Franco en Facebook cuando anunció la designación.

Franco respaldaba la precandidatura de Guilherme Boulos a la presidencia de Brasil por su partido, y compartía en redes sociales publicaciones que denuncian que el proceso judicial contra el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva es una acción política que busca evitar que gane las próximas elecciones.

Una de las últimas denuncias de Franco sobre la violencia en Río fue la del domingo, cuando en conjunto con el colectivo Papo Reto acusó a la Policía Militar de haber asesinado a dos jóvenes en un operativo en la favela Acari, en el norte de la ciudad, y de haber dejado sus cuerpos en una zanja. “La Policía anduvo por las calles amenazando a la población” de la favela para que no denuncie los casos de violencia, dijo Franco a periodistas. La Policía Militar confirmó el operativo pero no quiso decir si hubo muertes.

El miércoles Franco participó en el encuentro Jóvenes Negras Moviendo Estructuras, en el barrio de Lapa. Después, cuando se dirigía a su casa en Tijuca, el auto oficial en el que se trasladaba fue interceptado por otro vehículo. Ayer no había datos de cómo fue el ataque, pero le dispararon nueve veces, cuatro a la cabeza. Murieron ella y el conductor, Anderson Gomes. Había una tercera persona en el auto, su asesora Fernanda Chaves, que resultó herida y está fuera de peligro. Los atacantes huyeron sin llevarse nada.

La Policía está revisando las imágenes de decenas de cámaras de seguridad para identificar a los responsables del ataque. La fiscal general de Brasil, Raquel Dodge, informó que evaluaba la posibilidad de pedir, hoy, que la investigación no quede a cargo de la Policía carioca sino de la Policía Federal. No aclaró en su comunicado a qué obedece esta decisión, que fue vinculada con la falta de recursos que enfrenta la Policía local, pero sí manifestó su “apoyo integral al trabajo de los miembros del Ministerio Público del estado de Río de Janeiro”.

Contra esta violencia

La investigación policial avanzará en los próximos días, pero algunos ya tienen claro lo que sucedió: “No hay dudas de que la mataron por su motivación, por su activismo, por sus ganas de cambiar las cosas para las mujeres negras, pobres y lesbianas brasileñas”, dijo a la diaria Dríade Aguiar, una militante feminista vinculada con organizaciones civiles en las que trabajó Marielle y gestora de Mídia Ninja. “Marielle ha escuchado varios ‘no’ en su vida: que no podía ser madre siendo joven [tuvo una hija cuando tenía 19 años] y tener una vida, que no podía ser edila, que por ser mujer no merecía respeto… Todos los ‘no’ posibles, y aun así luchó por los ‘sí’”, agregó Aguiar. Su caso “prueba que el ‘sí’ es posible para las mujeres negras que luchan desde abajo”, y su asesinato “es un intento de ejecutar nuestros sueños y nuestras ganas”, dijo. Aguiar concluyó: “No cuentan con que, cuando ejecutan a una de nosotras, todas sentimos el dolor, y cuando todas nosotras sentimos dolor, luchamos con más fuerza”.

Una posición distinta mostró la historiadora Talíria Petrone, que era amiga de Franco y también milita en el Psol. Dijo a la cadena O Globo que la edila nunca dijo haber recibido amenazas o sufrido atentados, y consideró que “mientras la investigación esté abierta no se puede adelantar conclusiones” sobre lo sucedido.

La oficina de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas consideró este asesinato “profundamente impactante” y pidió una investigación “minuciosa, transparente e independiente”. En un sentido similar se pronunciaron la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y las organizaciones Amnistía Internacional y Human Rights Watch.

Las manifestaciones de dolor y de indignación inundaron las redes sociales no sólo en Brasil, sino también en otros países de la región, en los que movimientos sociales y organizaciones civiles lamentaron la muerte de Franco.

Partidos políticos de izquierda también se refirieron al asesinato de la activista. El Psol emitió un comunicado en el que considera que el homicidio de Franco es un “crimen político”, dice que honrará su lucha continuándola y exige una investigación “inmediata y rigurosa”. A su vez, el Partido de los Trabajadores reclamó una investigación y consideró que este crimen “golpea directamente a la ciudadanía y la democracia”. El Partido Comunista carioca opinó que el asesinato “aumenta más todavía la llaga de la violencia urbana a la que está expuesta la población pobre y negra en Brasil”.

Por su parte, Boulos, el precandidato presidencial del Psol, publicó una serie de tuits en los que dijo que “es difícil creer” que sea “una mera coincidencia” que Marielle haya sido “ejecutada a sangre fría” después de haber denunciado la violencia policial en Río. También calificó el hecho de “crimen político” y llamó a “luchar por la justicia hasta las últimas consecuencias”. Los ex presidentes Lula y Dilma Rousseff también condenaron lo sucedido en comunicados difundidos en las redes sociales.

El pronunciamiento del gobierno fue muy distinto. “Es una tragedia como las que vive diariamente Río de Janeiro”, dijo el ministro de Justicia, Torquato Jardim, para después agregar: “Es una de las centenares de tragedias que están ocurriendo en Río de Janeiro desde hace mucho tiempo, de las miles, si se consideran varios años”. Otros ministros también lamentaron lo sucedido pero manifestaron que no frenará la intervención en Río. El presidente Temer, en cambio, se refirió a lo ocurrido como un “atentado contra la democracia”, aunque también aprovechó para utilizarlo en defensa de la intervención de la seguridad carioca: “Nosotros decretamos la intervención para acabar con esta violencia desenfrenada que se instaló en esa ciudad [...] estamos en Río de Janeiro para restablecer la paz y la tranquilidad”, aseguró. El Psol respondió rápidamente a estas palabras de Temer. El presidente del partido, Juliano Medeiros, dijo a la revista CartaCapital: “No vamos a aceptar que Temer use este episodio para justificar la intervención en Río de Janeiro”.

El sepelio de Franco y Gomes reunió ayer a decenas de miles de personas en la sede de la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro bajo la consigna “¡Marcha contra el genocidio negro! ¡Somos Marielle Franco!”. Las movilizaciones se extendieron a otras ciudades. En San Pablo unas 5.000 personas se reunieron en la Avenida Paulista para protestar contra este crimen. “¡Marielle, presente!”, gritaron los manifestantes, entre los que había militantes del Psol, feministas, sindicalistas y activistas por el respeto a la diversidad sexual. También hubo homenajes en el Foro Social Mundial que se desarrolla en Salvador de Bahía, en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro y en la Cámara de Representantes de Brasil.