“Seremos fieles al legado de Fidel Castro, líder histórico de la revolución y también al ejemplo, valor y enseñanzas de Raúl Castro, líder actual del proceso revolucionario”, dijo Miguel Díaz-Canel en su primer discurso como presidente, ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, que lo eligió para ocupar ese puesto en una votación casi unánime (99,8%).

Junto al nuevo mandatario, que hoy cumple 58 años, quedó también elegido el resto de los miembros del Consejo de Estado –máximo órgano de gobierno en Cuba–, incluido Salvador Valdés Mesa, de 72 años, que asumió como primer vicepresidente. El Consejo está compuesto, además, por otros cuatro vicepresidentes, 23 vocales y un secretario. La conformación del Consejo de Ministros, en tanto, se decidirá en el próximo período de sesiones de la Asamblea, previsto para julio.

Para sorpresa de nadie, Díaz-Canel fue claro, desde el principio, en que su gobierno se basará en “dar continuidad a la Revolución Cubana en un momento histórico y crucial”, marcado por los “avances en la actualización” del modelo económico y social del país. Para lograrlo, explicó, necesitará el apoyo de todos los integrantes del gobierno pero, sobre todo, del pueblo. “Tendremos que ejercer una dirección cada vez más colectiva, fortaleciendo la participación del pueblo”, resumió.

En lo referido a las relaciones internacionales, el flamante presidente dijo que el mundo está “en una coyuntura internacional caracterizada por la creciente amenaza a la paz y la seguridad”, y que, en ese contexto, “la política exterior cubana se mantendrá inalterable”. Por eso aseguró que “nadie logrará el propósito de debilitar a la revolución ni doblegar al pueblo cubano, porque Cuba no hace concesiones contra su soberanía e independencia”.

Díaz-Canel no mencionó explícitamente a Estados Unidos –con el que Cuba vive un momento de renovada tensión política desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca, tras el “deshielo” diplomático de hace tres años–. Sin embargo, insistió en que su país “jamás cederá ante presión o amenazas”. En este sentido, y haciendo una referencia implícita a las transformaciones que Trump le exige a La Habana, afirmó: “Los cambios que sean necesarios los decidirá soberanamente el pueblo cubano”.

Antes, dedicó un tramo importante del discurso a homenajear a su antecesor, que “encabezará las decisiones de mayor trascendencia para el presente y el futuro de la nación”, a pesar de que ya no integrará el Consejo de Estado. “Raúl es el mejor discípulo de Fidel [...] Cuba lo necesita orientando y alertando sobre cualquier error y deficiencia. Enseñando y siempre presto a enfrentar al imperialismo ante cualquier intento de agresión”, dijo Díaz-Canel, despertando así un prolongado aplauso por parte de los diputados.

Castro, que fue reelegido diputado en las elecciones de marzo y fue el candidato más votado del país, permanecerá al frente del Partido Comunista de Cuba (PCC) hasta el próximo congreso de la formación, en 2021. Según aseguró ayer el ya ex presidente, en ese puesto también lo relevará Díaz-Canel. El encargado de cerrar la histórica sesión parlamentaria fue el propio Raúl Castro, quien confió en el “éxito absoluto” de su sucesor por las “virtudes, experiencia y dedicación al trabajo” que ha mostrado desde los comienzos de su trayectoria política.

“No es un improvisado”, aclaró Castro sobre Díaz-Canel, de quien destacó la “solidez ideológica, sensibilidad política, compromiso y fidelidad hacia la revolución”. También reconoció que dejó la presidencia del país en manos del “único sobreviviente” de un grupo de jóvenes dirigentes a los que la cúpula cubana decidió preparar para que llegaran a ocupar altos cargos.

A la hora de hacer un repaso por sus dos mandatos, Castro reconoció que, a pesar del “complejo” camino transitado desde que aprobó las reformas económicas y sociales –hace una década–, pensó que “a estas alturas” se habría “avanzado más” en su aplicación. “Pensábamos que ya tendríamos, si no resueltos los problemas, bien organizado todo, bien planificado y en proceso de ejecución, con diferentes grados de desarrollo”, admitió el dirigente de 86 años.

Cuando el presidente de la Asamblea, Esteban Lazo, invitó a Díaz-Canel a ocupar su nuevo lugar en el recinto, el mandatario se dirigió a Castro con un saludo militar y un abrazo. Después, el último presidente de apellido Castro levantó el brazo de su sucesor, que por unos segundos mantuvo el puño en alto.