Una puerta se abre... ¿o es apenas la mirilla hacia el inconsciente? Un rostro aparece... ¿o es un simulacro, antifaz de piel? Animales que atraviesan el desierto... ¿o elefantes que andan apenas tocando el suelo, o el cielo, sobre finas patas que se confunden con las hebras de los delgados bigotes de su creador? El tiempo pasa... ¿o el reloj miente y se desdobla?

Dueño del mundo onírico más expuesto y más compartido, Salvador Dalí juega muy en serio. Es un niño vestido de traje marinero levantando la superficie de la playa de Cadaqués como si apartara las sábanas de su cama para encontrar a un amigo con quien se divierte jugando a las escondidas. Dalí sueña e interpreta, enviciado, como él mismo reconociera, por La interpretación de los sueños de Sigmund Freud, creando su propio mundo y más allá de él.

Desde ayer, podemos darle una mirada directa a una muestra representativa de su obra.

Surrealista y más

“Tanta fe se tiene en la vida, en la vida en su aspecto más precario, en la vida real, naturalmente, que al fin esta fe acaba por desaparecer. El hombre, soñador sin remedio [...] vuelve a ser como un niño recién nacido”.

Así comienza el primer Manifiesto del surrealismo de André Bretón. Como movimiento artístico y literario, el surrealismo es una de las corrientes de vanguardia que surge tras la chispa iniciada por el dadaísmo de Tristán Tzara en 1917. Con centro en Francia, sus primeras expresiones aparecen luego de la Primera Guerra Mundial. Se inspiraba en las teorías psicoanalíticas que tenían su apogeo entonces, con el objeto de mostrar el funcionamiento del subconsciente y abandonar el control racional.

Salvador Dalí fue surrealista desde sus sueños hasta las muletas que sostenían la piel de su rostro en el mundo, hasta las horas blandas que marcaban los relojes de los lienzos que pintaba, los mecanismos escondidos más profundos escondidos más profundos de sus cajones inconscientes y sus paisajes abismales. “Creo que soy el salvador del arte moderno, el único capaz de sublimar, de integrar, de racionalizar imperialmente y de manera bella todas las experiencias revolucionarias de los tiempos modernos”, decía, valiéndose de la redundancia en el significado de su nombre.

Original y contemporáneo, desde el rostro de Marilyn Monroe montado en la escenografía de una habitación, hasta el baño que cuelga en un techo o un dormitorio selvático; influyó en el arte de su época y continúa maravillando con su desborde imaginativo, el desafío permanente, el asombro y la magia en los que se encontraba inmerso, proponiendo al interlocutor de su obra un incesante juego de espejos. Fue autor de innumerables pinturas, esculturas, investigaciones, publicidades y obras de orfebrería, literarias y audiovisuales, entre otras.

En el pueblo de Figueras, España, se encuentran los monumentos más representativos de toda su vida, de toda su obra y de su lugar de arraigo en este mundo: el Teatro-Museo Dalí, punto de origen y guarida de los seres más significativos del universo surrealista, porque como él mismo concluía, “El surrealismo soy yo”. Ahora, parte de ese mundo se acerca a Uruguay.

La muestra

La curaduría de la muestra La mirada de un genio, que acaba de llegar a Montevideo procedente de Buenos Aires –y que seguirá en la región para después tocar Europa Oriental y Rusia–, es de Freddy Zyskrot (director de Galim Producciones, una empresa multipropósito que se mueve en el ámbito del espectáculo, con sede en Tel Aviv) y de Yoav Zyskrot (egresado en Arte de la Universidad de Tel Aviv). Ambos cuentan con una amplia trayectoria en megaexhibiciones del virtuoso catalán.

Freddy Zyskrot nos cuenta: “La exposición está compuesta por cientos de objetos diversos, procedentes de colecciones privadas; no es similar a una exhibición de museo ni pretende serlo. El mensaje es presentar al artista en sus diferentes técnicas y ofrecer un valor agregado”.

Zyskrot sostiene que “el contenido de la muestra es para toda la familia y tiene el cometido de enriquecer la experiencia surrealista tanto del curioso principiante como del experto”.

La mirada de un genio está integrada por “obras que abarcan el período comprendido entre la década del 50 y la del 80, que incluye muy diferentes técnicas y materiales, tanto esculturas como platas, grabados, serigrafías y litografías originales, que fueron seleccionadas con el sentido de poder diferir el mensaje de la muestra”, agrega.

La mirada de un genio está en Patio Rambla (Rambla República del Perú y Luis Alberto de Herrera), todos los días de 10.00 a 22.00. Las entradas están a la venta a través de la Red UTS a $350 (adultos) y $300 (menores) de viernes a domingos y feriados, y a $320 (adultos) y $270 (menores) de lunes a jueves.