De los cuatro ex integrantes de los servicios de inteligencia que fueron citados para ayer de tarde por la comisión de la Cámara de Diputados que investiga el espionaje en democracia, sólo asistieron dos, y por unos pocos minutos. El diputado frenteamplista Gerardo Núñez, presidente de la comisión, contó en rueda de prensa que el coronel Hugo Cardoso y el capitán de navío Augusto Ojeda no aportaron muchos elementos y dijeron haber realizado tareas “secundarias”, que “no estaban focalizadas en el espionaje o en la persecución de personas y partidos políticos”.

Núñez agregó que la no comparecencia de militares, en su mayoría pertenecientes al Ejército, es una clara señal de que este no quiere colaborar con la investigación, y que al mismo tiempo muestra que los convocados no tienen la conciencia tranquila. “Si cada uno de estos invitados no tuviera nada que esconder, y si no se hubiesen violentado la Constitución y las leyes, hoy estarían explicando ante esta comisión cuáles fueron sus acciones. Entonces, las ausencias fortalecen lo que ha venido señalando la comisión investigadora”, sostuvo. El diputado informó que en mayo la comisión citará a Juan Raúl Ferreira, hijo de Wilson Ferreira Aldunate, y que su testimonio será muy importante, ya que el Partido Nacional fue objeto de espionaje e infiltración muy significativos, y uno de los espías estaba dentro del sector que lideraba el ex legislador.

Ferreira adelantó a la diaria que el único hecho de espionaje del que fue consciente en su momento sucedió en 1987. Él vivía cerca de la rambla, y varias veces, cuando estaba llegando a su casa, un auto pasaba lentamente y sus ocupantes “exhibían armas largas”, en lo que interpreta como un acto de “intimidación”. Según dijo, denunció el hecho al entonces presidente de la República, Julio María Sanguinetti, quien lo derivó con su ministro de Defensa, Hugo Medina. A su vez, este intervino para que le pusieran una custodia policial, pero Ferreira pidió que se la retiraran porque “confundía”, ya que cuando veía un auto de la Policía no sabía si era la custodia o quienes lo seguían para “intimidarlo”.

Más allá de ese episodio, Ferreira sostuvo que, en base a la lectura de parte de los documentos de inteligencia del llamado “archivo Berruti”, a él no le cabe “ninguna duda” de que entre 1985 y 1990, cuando fue senador, lo seguían “24 horas al día”, ya que allí se describe desde la matrícula de su auto hasta la hora en la que llegaba al Palacio Legislativo. Además, aseguró que tampoco tiene dudas de que en su secretaría había una persona infiltrada. Por último, comentó que no puede saber si Sanguinetti sabía que se realizaban procedimientos de espionaje durante su mandato (el ex presidente lo ha negado rotundamente); de todos modos, apuntó que en 1985 Sanguinetti asumió el gobierno pero le quedan serias dudas de que “haya tomado el poder”. “No sé qué sería peor: que hubiera sido bajo sus órdenes o que él desconociera lo que pasaba en su propia Policía”, reflexionó.