En un giro inesperado, el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, usó el fracaso que la oposición asocia con su desempeño como un búmeran para calificar de derrotado al colorado Pedro Bordaberry, miembro interpelante ayer en la Cámara de Senadores. “Esta interpelación de hoy es una despedida. Y elegí este lugar para decirlo por primera vez. Me parecía de orden hacerlo y no anunciarlo antes en los medios de comunicación”, comenzó el ministro. Varios legisladores de la oposición pensaron que iba a renunciar, como desde hace tiempo reclaman sus partidos que lo haga –el último que se sumó al coro fue el Independiente–. “Entiendo el contexto de esta convocatoria en esa necesidad profunda y humana de decir ‘hasta acá llego’”, continuó, hablando en primera persona.

Pero las dudas se despejaron pronto: “Y si sobre algo sabe el senador interpelante es sobre réquiem. Sabe y mucho. Es más, es protagonista activo de varios. Réquiem del sector político y del debate tolerante en Uruguay, un doble legado que no muchos pueden mostrar. Haber logrado, con su actitud y forma de hacer política, ubicar a su partido en la mínima expresión electoral de toda la historia es, sin duda, una expresión inequívoca de una desarrollada capacidad de ser protagonista de una secuencia exitosa de réquiem en diversas áreas”, sentenció Bonomi. Siguió hablando de despedidas y de fin de ciclo, hasta que aclaró que se refería a la despedida “de quien anunció que se retira de la política pública, tal vez porque advierte que el rencor, la mentira reiterada, la información tergiversada y la demolición no son los elementos necesarios para construir un país mejor”.

En las redes el oficialismo festejó la ocurrencia con el hashtag “DespedidaDePedro”. El estilo de la oratoria del ministro, poco común en los llamados a sala, también causó bromas de la oposición. El nacionalista Luis Alberto Heber dijo que al pensar que Bonomi renunciaba sintió “alegría”, que se trocó en “desilusión” cuando entendió que se refería a Bordaberry. “No se apure, hasta el 15 de febrero voy a estar trabajando acá, porque me pagan por eso”, contestó Bordaberry, y acotó que “la gente” pide la renuncia del ministro, no la suya. El nacionalista Luis Lacalle Pou se sumó a la polémica y opinó que el agravio es propio de “mediocres”.

Hubo también, y como es habitual, preguntas y respuestas. Bordaberry cuestionó, por ejemplo, la “ola de homicidios” que se registró en los últimos meses en Uruguay, a la que calificó de “la peor de los últimos 30 años”. Aseguró que el gobierno del argentino Mauricio Macri logró en dos años disminuir 20,3% ese delito. Cuestionó también los indicadores de rapiñas. “Agarren a los chorros, y basta de hablar de hiperrealidad”, propuso.

A su turno, Bonomi respondió que Uruguay tuvo en 2005 una tasa de homicidios de 8,5 por cada 100.000 habitantes, y que el año pasado la tasa fue de 8,1. Recordó que el promedio de América Latina es de 28 homicidios cada 100.000 habitantes. Bordaberry utilizó otras cifras: mencionó que en 2011 hubo 199 homicidios, mientras que en 2017 fueron 328.

Bonomi aseguró que la estrategia de Bordaberry es “consolidar la idea de que estamos en el peor país para vivir y que la culpa es del Frente Amplio [FA]”, y cuestionó su “deslealtad institucional”.

El senador colorado también acusó al ministro de estar al frente de una gestión “plagada de actos de nepotismo y amiguismo”, y reiteró casos que ya fueron públicos. Bonomi respondió que sus hijastros ingresaron por concurso como operadores penitenciarios, y que también entró por concurso al ministerio el hijo de la titular de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Eneida de León.

Otro capítulo reiterado fue el de Efraín Trejo, presuntamente vinculado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Trejo trabajó para el Ministerio del Interior en una actividad con los reclusos de Punta de Rieles, y Bonomi reiteró que no fue alertado por Inteligencia de la pertenencia de ese hombre a las FARC. Bordaberry afirmó que un informe de Inteligencia de 2010 identificó a Trejo como financista de las FARC, vinculado a tareas de reclutamiento de personas en México, Ecuador e incluso Uruguay, y concluyó que el ministro “le mintió y le ocultó documentación al Parlamento nacional”. Bonomi insistió en que no conocía el informe. “Yo no sé con qué organismos de Inteligencia tiene contacto el señor interpelante”, deslizó.

El debate se extendió más de 12 horas. En un momento, Lacalle Pou confesó que no tenía “la más mínima idea” sobre si el alejamiento de Bonomi del cargo mejoraría la seguridad, pero evaluó que con el actual ministro “la inseguridad empeoró”.

Al final de la sesión, se aprobó sólo con los votos del FA una moción que expresa el “absoluto respaldo” a la gestión del ministro y destaca el “profundo proceso de transformación” que llevó adelante en la cartera. La oposición, en cambio, pidió la censura de Bonomi en el marco del artículo 147 de la Constitución. La propuesta se considerará el martes, pero en principio no están los votos para aprobarla.

Con hinchada

La oratoria de Bonomi no fue lo único atípico ayer en el Parlamento. Cuando Bordaberry culminó su primer discurso, hubo un aplauso cerrado de las barras, donde se encontraban varios integrantes de Un Solo Uruguay.