El papa Francisco tuvo que volver a pedir disculpas a las víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes en Chile. El tema se remonta a enero, cuando el pontífice visitó ese país y fue centro de protestas por el lugar que le dio en la gira a Juan Barros, a quien había designado obispo de Osorno: estuvo a su lado todo el tiempo. Víctimas de abusos sexuales cometidos por el sacerdote Fernando Karadima acusaban de encubrimiento a Barros desde hacía años. En unas declaraciones improvisadas ante la prensa, Jorge Bergoglio dijo que esas acusaciones eran “difamaciones” porque no se habían presentado pruebas que las respaldaran.

Poco después, llegó el pedido de disculpas del papa, que fue acompañado por la orden de que se iniciara una investigación sobre los abusos en Chile. Las conclusiones de ese proceso, que se llevó a cabo en febrero, fueron enviadas al pontífice, que quedó impactado por las palabras de las víctimas: “Todos los testimonios recogidos hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas, y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza”. La frase es de una carta que el papa envió a los 32 obispos chilenos, a los que convocó a una reunión que se celebrará en el Vaticano en mayo. En la misma misiva Francisco reconoce que ha “incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación”, por lo que pide “perdón a todos” los que ofendió. Agrega que esos errores se produjeron “especialmente por falta de información veraz y equilibrada”, una frase que generó reacciones en obispos chilenos. Algunos, como el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Santiago Silva, se defendieron diciendo que habían facilitado toda la información de la que disponían. Otros, como el obispo auxiliar de Santiago, Fernando Ramos, entendieron que es necesaria una visión más autocrítica: “Si el papa dice que no ha recibido información suficiente, clara o de buena calidad, evidentemente tenemos que hacer un mea culpa”.

Todos los obispos, incluido Barros, viajarán al Vaticano en mayo. También fueron invitadas algunas de las víctimas de los abusos sexuales cometidos en Chile, a quienes Francisco les quiere pedir disculpas personalmente, según manifestó en la carta. Varias de las víctimas dijeron que todavía evalúan si responder a la invitación y reconocieron el gesto de Francisco, pero también le exigieron que tome medidas.