El auditorio estaba repleto de curiosos que se acercaron a ver una mesa redonda inusual. Codo a codo, entraron al Aula Magna de la Facultad de Información y Comunicación el secretario ejecutivo del PIT-CNT, Marcelo Abdala, y el ex presidente Julio María Sanguinetti, para dar comienzo a sendas exposiciones sobre la vigencia y las perspectivas del pensamiento de Karl Marx. El moderador fue el rector de la Universidad de la República, Roberto Markarián.

El primero en hablar fue Sanguinetti, que centró su discurso en los “talones de Aquiles” del pensamiento marxista. Para el ex presidente, el primer gran error de Marx fue pecar de “utópico” al pensar que la eliminación de la propiedad privada llevaría al comunismo. Esa utopía, alegó, fue contrastada por la historia. En primer lugar, sostuvo, porque la situación revolucionaria que Marx preveía que se iba a dar en los países industrializados nunca ocurrió. En segundo lugar, porque la construcción democrática que generó el liberalismo hizo que las clases trabajadoras pasaran a ser clases medias, de modo que la “pauperización” de los trabajadores tampoco se produjo.

También cuestionó que, aunque Marx decía que el tránsito al comunismo debía hacerse mediante la dictadura del proletariado, y que la revolución la haría el pueblo, lo que pasó fue que la Unión Soviética (URSS) se volvió una “dictadura unipersonal en nombre de su pueblo”. También arremetió contra el concepto de plusvalía –“aquella parte de la producción del trabajador que se apropia el empresario”– y aseguró que “ni Google, ni Apple, ni Facebook son hijos de la plusvalía. Son hijos de su creatividad”. Al respecto, abundó sobre lo que considera virtudes del liberalismo. Para Sanguinetti, la democracia liberal ha otorgado a las personas libertades individuales, y son esas libertades las que le otorgan la “capacidad creativa”, mientras que la “URSS cayó, justamente, por la falta de estímulos” de los individuos.

Cuando le llegó su turno, Abdala prefirió no polemizar demasiado con el ex presidente, pero sí puntualizó que “el debate sobre Marx no puede reducirse entre quienes están a favor y en contra”. Sostuvo que comparte la premisa de que sin “teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario”, e hizo hincapié en el “cientificismo riguroso” de “carácter revolucionario” de Marx, desechando la etiqueta de utópico que le quiso colocar Sanguinetti. También rechazó, en general, a quienes intentan desacreditar los planteos de Marx cotejándolos con la realidad, y puntualizó que no defiende una “definición tautológica del marxismo”, sino que lo entiende “como algo vivo”.

Desde el punto de vista del análisis, los aportes de Marx están a la vista y es posible encontrarlos en la práctica, aseguró Abdala. “Tenemos que ver el laboratorio de la praxis humana y confrontar las ideas de Marx con el mundo que tenemos hoy en día”, aseveró, y citó un informe de este año de la Organización Internacional del Trabajo, en el que se indica que actualmente hay 122 millones de desempleados, y se prevé que en 2019 habrá 1.300.000 personas más sin empleo, al tiempo que 300 millones de trabajadores están en la pobreza extrema, ganando 1,9 dólares diarios o menos. Luego citó un estudio de Oxfam según el cual en 2017 cada dos días surgió un milmillonario: apuntó que con el dinero que acumulan esas personas se podría “haber acabado con la pobreza extrema siete veces”, y que esto muestra que hay una crisis de desigualdad debido a las leyes del capital.

Por otro lado, reivindicó la relación entre marxismo y construcción de democracia: “El movimiento obrero sistemáticamente estuvo unido a la cuestión democrática”, dijo, y en el Manifiesto Comunista Marx y Friedrich Engels sostienen que la clase obrera se convierte en clase dominante y la llaman “clase democrática”. Sanguinetti aprovechó el momento de las preguntas para retrucar sobre eso: “Si el sindicalismo se ha desarrollado es por la democracia liberal”, y esto “no ha ocurrido en las estructuras corporativas del sindicalismo de Estado propio del sistema comunista, donde no ha habido libertades”, manifestó.

También se refirió a los datos citados por Abdala y arguyó que la “socialización de la pobreza” se ha producido en las economías inspiradas por el marxismo, “porque han igualado hacia abajo”. Sanguinetti dijo ser consciente de que “el capitalismo no es eterno”, pero agregó: “Estamos hablando de la filosofía liberal, que es la que estructura el Estado democrático, las libertades individuales y la propiedad. Eso Marx no lo vio. ¿Qué ha pasado en China y en Cuba? El proletario ha ido adaptándose a lo que ha sido la clase burguesa. Su aspiración no es ser proletario, es acceder a mejores niveles de vida”. También insistió en que si en la economía actual hay unos pocos que tienen mucho es porque “son hijos de su capacidad de innovación, no de la plusvalía que les sacaron a los obreros”.