La domesticación es asombrosa. Hemos logrado involucrarnos en el cuidado de una especie animal y con ello, cambiamos su paquete genético, dando como resultado una morfología, una fisiología y un comportamiento distintos a los originales. Sin embargo, hay gente que compra pañales para su perro.

Es evidente que el comportamiento de eliminación de orina y materia fecal de los perros es distinto al nuestro –aunque no sea así al inicio de la vida de ambas especies–. Hacerlo en el lugar adecuado no viene impreso en sus genes. Lamentablemente, hay que educarlos y la pregunta es de qué manera. ¿Funciona el castigo?

Si usted tiene o conoce a alguien que tiene un perro que durante el paseo no orina ni defeca y, en cambio, cuando llega a su casa se esconde para hacerlo, he aquí el por qué. Castigar a un cachorro justo en el momento en que está haciendo sus necesidades no hará precisamente que comprenda que el lugar elegido para tal fin es erróneo; lo que sin dudas logra ese castigo es que el perro aprenda a no hacer sus necesidades frente a usted, pues el animal detecta que cuando lo hace, recibe una amonestación. Así que por más vueltas a la manzana que dé, si estamos nosotros, no hará sus necesidades.

El perro no asocia que el castigo se debe a que está haciendo sus necesidades en el living y no en el balcón. En su comportamiento innato no está insertada la noción living no, balcón sí. Si además la reprimenda ocurre unos minutos después del acto, el animal no entiende absolutamente nada. Al igual que nosotros, ellos tienen memoria a corto y largo plazo, y orinar o defecar es algo que el perro olvida rápido. ¿Acaso usted se acuerda exactamente de la hora en la que hizo sus necesidades todos los días? Si bien se asustan y nos hacen pensar que saben lo que hicieron, no tienen la más remota idea de que el castigo se debe a un pichí en la alfombra hace cinco minutos.

Cómo hacer

Si el perro es cachorro, tenemos el poder de predecir el momento tras el cual, pasados unos cinco o diez minutos, hará sus necesidades: al despertarse, luego de jugar o correr, después de comer o tomar agua. En general, lo volverán a hacer pasadas dos o tres horas, dependiendo de la edad, el tamaño y la rutina.

Otro punto a tener en cuenta es que casi todos los animales con un desarrollo cognitivo mínimo no orinan ni defecan próximo a donde comen o duermen. Por lo tanto, intentar que haga sus necesidades cerca del plato de comida o el lugar de descanso es un absurdo.

Con estos dos datos estamos preparados para empezar la educación del cachorro. Conviene llenar de diarios el piso; ayudan a absorber al menos la orina cerca –pero no al lado– de donde comen y duermen. De nada sirve colocarlos a grandes distancias, ya que sus desplazamientos a edades tempranas no tienen como objetivo evacuar sino explorar.

Una vez que el cachorro se alimentó, jugó o se despertó, hay que llevarlo al lugar donde el piso está cubierto de diarios y esperar el tiempo antes mencionado. Cuando orine o defeque debe recibir una recompensa, o sea, comida. No su ración, mejor algo de mayor valor para él, como jamón, queso, pollo. En dos o tres horas es probable que quiera hacer sus necesidades otra vez, y lo sabremos gracias a su conducta. En general se alejan de nosotros, de su lugar de descanso y de comida, olfateando el piso... Es en este momento cuando debemos dirigirlo nuevamente a la superficie cubierta de diarios. Si efectivamente orina o defeca, se lo debe premiar de nuevo.

Lógicamente, en los primeros siete o diez días deberíamos limitar el espacio donde se mueve el cachorro mientras estamos en casa para poder observarlo y no perder oportunidad de enseñarle.

La llave del éxito

En el caso de que el cachorro orine o defeque fuera de los diarios, simplemente se lo debe ignorar por completo, hacer como que no pasó nada y volver al inicio: esperar que pasen dos o tres horas para llevarlo al lugar adecuado. ¿Por qué es importante este punto? Simple: si el cachorro empieza a asociar que hacer sobre los diarios trae consigo una recompensa (por ejemplo, comida rica), mientras que cuando lo hace sobre otras superficies no recibe absolutamente nada, él, yo, usted y cualquier ser con capacidad de aprendizaje rápidamente concluirá en que le conviene mucho más ir a los diarios.

Una vez entendido que los diarios son el lugar, podemos comenzar a disminuir su cantidad y dejar algunos próximos a la puerta de salida. Así, cuando el cachorro se dirija hacia ellos, podremos abrir la puerta y premiarlo si hace fuera de casa, sea jardín o balcón. Si se logra esto, estamos en la etapa en la cual los premios serán aplicados únicamente entonces. Utilizando la lógica antes mencionada, el perro aprende que hacer sus necesidades fuera de casa es más beneficioso.