El Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos Tenemos que ver comenzará su séptima edición el jueves a las 20.00 en la sala Zitarrosa con el documental argentino Los cuerpos dóciles, de Matías Scarvaci y Diego Gachassin, que sigue la vida del abogado penalista Alfredo García Kalb –Cacho para sus clientes–, defensor de jóvenes infractores con bajos recursos. El documental fue estrenado en Sala B y Cinemateca el año pasado, y esta será una nueva oportunidad para acercarse a un elogiado trabajo que registra el tratamiento que el aparato judicial argentino les da a los jóvenes marginales en cuanto a la aplicación de penas, su concepción del derecho penal y el conflicto que se establece entre el encierro y la libertad.

Siempre con entrada libre, y con sedes en la Zitarrosa, el auditorio Nelly Goitiño, Sala B, el complejo Sacude, el auditorio de la Facultad de Información y Comunicación, el Centro Cultural Florencio Sánchez, la Terminal Goes y distintas salas de Canelones, Rocha, Colonia, Artigas y Salto (además de su exhibición en TV Ciudad), esta edición de Tenemos que ver –que se extenderá hasta el jueves 14– apuesta a mostrar las estructuras institucionales y a reflexionar sobre la violencia en torno a ellas.

El coordinador de la programación, Sebastián Piñeyro, dijo a la diaria que el foco principal se centra en la violencia vinculada a los procesos que se dan en las instituciones, y que responden a la desigualdad y la discriminación presente en la estructura social y política, y en aquellos “colectivos que se encuentran más vulnerados en su ejercicio de los derechos humanos, como puede ser la comunidad LGBT, los pueblos originarios o los jóvenes pobres de la periferia”.

La programación abarca una selección de 25 películas y 23 cortometrajes realizados en 22 países, como Alemania, Bélgica, Brasil, Canadá, Eslovenia, Catar, Suecia y Sudáfrica, entre otros. Entre los que integran la competencia internacional (la programación se puede consultar en www.tenemosquever.org.uy) se encuentra la película italiana A ciambra, de Jonas Carpignano, que se estrenó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes el año pasado (donde ganó el premio Label Europa Cinemas) y es el segundo opus de Carpignano después de Mediterránea (2015). Si bien es una obra de ficción, tiene una faceta documental al relatar las vivencias de una familia de una comunidad gitana en la compleja región de Calabria; Black Cop (Canadá, dirigida por Cory Bowles), según Piñeyro, es una “sátira política de humor bastante ácido y provocador” centrada en un policía negro; y la brasileña Bixa travesty (Claudia Priscilla, Kiko Goifman) es un documental sobre Linn da Quebrada, una artista y cantante transgénero que utiliza sus sugestivas performances para hablar sobre la identidad de género y la libertad sexual. En el documental argentino Chaco, de Ignacio Ragone, Juan Fernández Gebauer y Ulises de la Orden, se sigue la lucha de los pueblos originarios por el medioambiente, a partir de cinco hombres de distintas comunidades originarias del Gran Chaco que representan la historia de lucha de su pueblo, desde los primeros blancos hasta hoy. Además, la particularidad de este film es que fue filmado en Formosa, Chaco, Salta, Santiago del Estero, Buenos Aires, Bolivia y Paraguay, y está hablado en las lenguas qom, wichí, pilagá y español.

En paralelo a la muestra de fotografía, los talleres dedicados a la violencia institucional desde una perspectiva de derechos, y al cine y los derechos humanos, los foros y la visita de realizadores extranjeros (como Diego Gachassin y Kiko Goifman, entre varios), el festival cuenta con dos proyecciones especiales dedicadas al cine nacional: Locura al aire, de Alicia Cano y Leticia Cuba, y Los olvidados, de Agustín Flores.

El caso de Vilardevoz, el proyecto comunicacional sostenido por usuarios del hospital Vilardebó junto con psicólogos, se propone habilitar la comunicación como terapia. Y lo que para algunos puede parecer trivial o insignificante, en el documental Locura al aire adquiere nuevos sentidos: a lo largo del film se puede reconocer la verdadera satisfacción de quienes supieron torcer un mandato cuando ya creían agotadas todas sus posibilidades, ya que, con la convicción de la necesidad de integrar en vez de encerrar, Locura al aire cuestiona cómo la estigmatización, la sobremedicación y el asilamiento pueden entorpecer cualquier proyecto de vida, aplastando expresiones y voluntades, cuando existen otros espacios terapéuticos alternativos que habilitan estrategias para construir ciudadanía y emancipación social. Por su parte, Los olvidados sigue la vida de Aníbal González, más conocido como Don Cony, un rapero que se convirtió en un suceso viral de Youtube luego de la repercusión que tuvo su video “Yo soy Marconi”. En esta obra, grabada por la usina cultural de Casavalle, el artista visibilizaba la estigmatización que vive el barrio y la situación con la que conviven muchos de sus vecinos, y así Don Cony se convirtió en uno de los principales voceros de Marconi.

El cierre será el jueves 14 a las 20.00, cuando, además de la entrega de premios, se exhibirá El otro lado de todo, de la cineasta serbia Mila Turajlic, que explora la historia de su país a través de los ojos de su madre, una docente e importante referente de la lucha por los derechos humanos durante los regímenes totalitarios, genocidios y conflictos bélicos que se dieron en Yugoslavia y Serbia.