1) ¿Los perros ven en blanco y negro?

Definitivamente no. En la retina del ojo canino existen dos tipos de células fotorreceptoras: los conos y los bastones. Los primeros se encargan de percibir los detalles y hacen posible la visión en colores, mientras que los segundos son más sensibles a los cambios en la intensidad de la luz y por eso son responsables de la visión nocturna, además de participar también en la detección de movimientos.

En los humanos hay aproximadamente seis millones de conos y 120 millones de bastones, lo que supone que las células encargadas de la visión en colores representan aproximadamente un 5%. En los perros el porcentaje de conos sobre el total es menor (3%). Dentro de esta cifra existen dos tipos de conos, de acuerdo a la longitud de onda con la que absorben la luz. Un tipo podrá distinguir colores como el azul y sus tonos, llegando al violeta, y el otro reconocerá el amarillo y sus tonos. Por lo tanto, es una especie con visión dicromática, que no tendrá problemas para diferenciar el azul del amarillo pero sí para distinguir el rojo, el naranja o el verde.

2) ¿El chocolate puede matar a un perro?

Sí y no. Sé que la respuesta no es muy firme, pero esa dicotomía tiene una explicación. El perro se podrá intoxicar dependiendo de las proporciones de chocolate ingerido y, sobre todo, de la clase de dulce que consuma.

La cocoa contiene cafeína y teobromina, entre otros compuestos químicos. En tanto que los humanos no solemos experimentar problemas graves cuando consumimos chocolate, salvo excepciones, en los perros el problema reside en la teobromina. Sucede que esta sustancia se metaboliza mucho más lento en el organismo canino que en el nuestro. De hecho, puede llegar a demorar un día entero o más en eliminarla del cuerpo, bastante lento comparado con las personas, en las que tal procedimiento toma entre 20 y 40 minutos.

En cambio, en los perros el consumo de pequeñas cantidades de chocolate puede causar vómitos, diarrea, inapetencia y malestar general, y en mayores dosis puede ocasionar temblores, aumento de la frecuencia cardíaca y convulsiones, llegando incluso a fallos cardíacos y muerte. Pero no todos los chocolates son igual de peligrosos para ellos; la cantidad de teobromina que contiene un chocolate depende de la calidad y el tipo de cacao.

El chocolate blanco casi no contiene teobromina: apenas 0,01 miligramos por cada gramo, mientras que en el caso del chocolate con leche es algo mayor, llegando a 2 miligramos. Sin embargo, a medida que aumenta la pureza del producto, también lo hace la cantidad de teobromina que contiene y crece el peligro para el animal. Por ejemplo, el chocolate negro dulce tiene 4,5 miligramos por cada gramo de producto, mientras que el polvo de cacao seco puede contener más de 25 miligramos por gramo.

También las cantidades consideradas peligrosas van a depender en gran medida del tamaño del perro; así, uno pequeño corre mayor riesgo que otro de mayor porte. De todos modos, la clave está en el grado de pureza del chocolate, ya que la teobromina es generada por el árbol de cacao, es decir que no es un compuesto añadido artificialmente.

3) ¿La nariz seca o caliente es un indicador de fiebre en el perro?

En este caso me la voy a jugar y la respuesta es no. Durante el día, la nariz pasa por todos los estados: seco, húmedo, frío y caliente. Estas condiciones van a depender de varios factores, entre ellos la temperatura y la humedad ambiente. Si el animal se encuentra bajo el sol, es probable que temporalmente su nariz esté seca.

Generalmente lo que ocurre es que cuando nuestra mascota se encuentra mal solemos observarla más y con mayor detenimiento, y tocarle la nariz suele ser inevitable cuando de alguna manera queremos que nos diga qué le está pasando.

La nariz también puede sufrir lesiones y descamaciones que pueden hacer que su aspecto luzca quebradizo y seco, pero eso tampoco indica que el animal tenga necesariamente un problema más extendido. De la misma manera ocurre cuando la nariz se encuentra fría: no es señal clara de salud ni tampoco de hipotermia. Quizá palpar las orejas o zonas desprovistas de pelo, como el abdomen, sí puedan sugerirnos que el perro cursa un estado febril, aunque tampoco es un método infalible.