La elección de Pablo Casado como nuevo líder del Partido Popular (PP) español implica la victoria de los sectores más conservadores de esa organización política, los que se encuentran a la derecha del ex presidente del gobierno Mariano Rajoy. De hecho, Casado compitió en el congreso del partido con la ex vicepresidenta de Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, que también se postuló a presidir el PP. Finalmente, Casado reunió el voto de 57% de los representantes de las bases.

Durante la campaña, Casado mantuvo un discurso incluso más duro que el que ha expuesto su partido en los últimos años. Entre otras cosas, el ex portavoz del PP propuso que se derogue la ley que permite el aborto hasta las 14 semanas y se restituya la de 1985, que lo legaliza sólo para tres situaciones específicas. Otra de sus propuestas de campaña consistía en ilegalizar cualquier partido que llame a la independencia de una comunidad autónoma, como lo hacen los separatistas catalanes.

En el discurso que dio el sábado, al conocer que había ganado las elecciones, llamó a defender “sin complejos” las posiciones del PP. “Somos el partido de la vida y la familia”, dijo después de exigir que el PP reúna “todo” lo que está a la derecha del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que llegó al gobierno tras destituir a Rajoy con una moción de censura.

La competencia por la presidencia del PP comenzó cuando Rajoy anunció, después de su destitución, que dejaría su cargo en el partido. Seis dirigentes llegaron a la elección en la que votaron los afiliados al PP, entre ellos Casado y Sáenz de Santamaría, que fueron los que avanzaron a la siguiente instancia. Los cuatro candidatos que quedaron afuera, entre ellos la ex secretaria general del PP y ex ministra de Defensa de Rajoy María Dolores de Cospedal, le dieron su apoyo a Casado. La definición final quedó en manos del congreso extraordinario en el que participaban representantes de las bases. Casado obtuvo 1.701 votos frente a los 1.250 de Sáenz de Santamaría.

La campaña fue dura y Casado mostró que no tenía miedo de llegar a los extremos. Criticó, aunque de forma indirecta, al gobierno de Rajoy, con el que su rival estaba muy identificada, y negó que “ser mujer” fuera “un mérito”, intentando tirar abajo uno de los argumentos expresados por quienes defendían a Sáenz de Santamaría. Pero, cerradas las elecciones, Casado llamó a la unidad y dijo que pretende integrar a su ex oponente en su equipo de dirección partidaria. Sin embargo, hasta anoche las designaciones fueron todas de ex ministros que le dieron su respaldo y de integrantes de su equipo de campaña.

Un fallo judicial contra el PP por el esquema de corrupción que se conoce como “trama Gürtel” fue lo que le dio al PSOE los votos en el Congreso para destituir a Rajoy. Sin embargo, ninguno de los candidatos a presidir el partido se ocupó mucho de este tema durante la campaña y, al ganar las internas, Casado se limitó a asegurar que en el partido “no sobra nadie, sólo los corruptos”. Acto seguido, exigió a sus compañeros que ante denuncias de corrupción se respeten entre sí hasta que haya condenas y criticó que “se condene a compañeros que luego son absueltos”.

La vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, dijo que no hubo ninguna autocrítica “a la corrupción, a la desigualdad, a la merma de derechos y libertades” que hubo en España en los años de gobierno del PP. A su vez, el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, afirmó que Casado representa “más de ese viejo PP” que ahora está “fracturado”, y el secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, lamentó que el PP pase a ser un nuevo partido de “extrema derecha”.

Lo primero que hizo Casado al conocer su victoria fue llamar al rey Felipe para manifestarle su lealtad.