Un tribunal de primera instancia encontró culpable al ex vicepresidente argentino Amado Boudou de los delitos de cohecho pasivo y negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública por la presunta compra irregular de la imprenta Ciccone. Boudou fue condenado a cinco años y diez meses de prisión, y se ordenó que cumpla la sentencia de forma inmediata, por lo cual ayer mismo quedó detenido. Se informó que sería trasladado a un pabellón especial de la cárcel de Ezeiza en el que están recluidas personas condenadas por delitos de corrupción.

De acuerdo con la investigación judicial, que según Boudou no cuenta con pruebas suficientes para respaldar la condena, el ex vicepresidente y su socio José María Núñez Carmona incurrieron en irregularidades al comprar la imprenta de billetes Ciccone Calcográfica. La compra de la empresa, que se había declarado en quiebra, fue hecha en 2011 por la sociedad The Old Fund, cuyo titular era Alejandro Vandenbroele, quien de acuerdo con la investigación era un testaferro de Boudou. Vandenbroele también fue condenado, en su caso a dos años de prisión –no efectiva– y tareas comunitarias, una pena reducida porque colaboró con la Fiscalía. Por su parte, Núñez Carmona deberá cumplir una sentencia de cinco años y seis meses de prisión efectiva.

Boudou también es acusado en la investigación judicial de utilizar su cargo como ministro de Economía (que ocupó entre 2009 y 2011) para sacar a la empresa Ciccone de la quiebra. La sentencia del ex vicepresidente es apenas dos meses más corta que la máxima prevista para los delitos por los que fue condenado. Además de la prisión, fue sentenciado a pagar una multa de unos 3.200 dólares y la “inhabilitación especial perpetua” para ocupar cargos públicos.

Varios de los condenados, que son cinco en total, reiteraron ayer que no hay pruebas que respalden este fallo judicial. Esa convicción llega a tal punto, que Núñez Carmona le pidió perdón ayer a Vandenbroele y otro imputado en la causa, Guido Forcieri, al considerar que fueron involucrados únicamente por ser sus amigos. “Si están acá es por culpa mía”, dijo antes de que se diera a conocer el dictamen, cuando los tres jueces del tribunal oral les permitieron a los acusados hacer sus últimas declaraciones.

Boudou utilizó sus minutos para repasar cada punto de las acusaciones en su contra. Se refirió especialmente a las revelaciones que hizo Vandenbroele, quien nunca dijo que haya actuado como testaferro de Boudou, aunque sí reconoció que adoptó decisiones a pedido de Núñez Carmona. “Vandenbroele explicó que la empresa era de empresarios, que supuestamente él había escuchado que yo tenía un acuerdo con esos empresarios, que no dijo cuál era ni cómo lo sabía, ni qué forma tenía”, dijo Boudou. “Vandenbroele dijo que el cohecho no existió, que no hubo un traspaso ni una negociación entre el señor Ciccone [el dueño de la empresa en su momento] y mi persona, ni por mí ni a través de terceros”, agregó. Además, el ex vicepresidente afirmó que la acusación de cohecho “no tiene ningún correlato con ninguna de las pruebas, ni aun con los dichos del arrepentido-imputado” Vandenbroele.

Por último, Boudou insistió en que este juicio tuvo motivaciones políticas. “Hay una cuestión de revancha de clase y de aleccionar”, dijo el ex vicepresidente. “Los políticos que caminan por el carril que los poderosos deciden caminan sin problemas. Los políticos que deciden transformar la realidad son perseguidos inicialmente de forma mediática y después por el sistema de administración de leyes”, concluyó. Después de que se conociera el fallo, los condenados criticaron que se ordenara su detención inmediata, ya que en Argentina es usual que la condena empiece a cumplirse cuando es ratificada por un tribunal de apelaciones.

Desde el oficialismo se celebró la sentencia judicial. Laura Alonso, titular de la Oficina Anticorrupción, una de las querellantes en la causa Ciccone, consideró que la de ayer fue una jornada que “quedará en la historia”.