“Por una parte, somos aliados estratégicos; por otra, te disparan en los pies”, se quejó ayer el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, en un discurso que dio en Ankara y que fue transmitido por el canal NTV. Se refería a la duplicación de los aranceles sobre el acero y el aluminio turcos anunciada el viernes por el presidente estadounidense, Donald Trump, y que empezó a regir ayer. Trump dijo en Twitter que a partir de esta semana los aranceles al aluminio y al acero turcos aumentarían a 20% y 50%, respectivamente, porque la “lira turca se deprecia rápidamente” contra el “fuerte dólar” estadounidense. Más adelante, la Casa Blanca argumentó en un comunicado que la sanción económica contra Turquía se imponía “por amenazar la seguridad nacional del país, la independencia en negociaciones de comercio o cualquier otra cuestión” definida en una disposición legal conocida como Sección 232, que permite a Trump imponer aranceles de manera unilateral.

Erdogan interpretó la decisión de Washington como una traición por parte de uno de sus aliados dentro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). “Cuando todos abandonaron Afganistán, nosotros seguimos; estamos en Somalía con la OTAN. Y después tenés que afrontar que te apuñalen por la espalda”, dijo el presidente turco.

Sobre las sanciones económicas, fue contundente: “Existe una Organización Mundial del Comercio. No te podés acostar una noche y a la mañana siguiente decir: ‘Puse tales aranceles al acero’”.

Después del anuncio de Estados Unidos, la lira llegó a devaluarse 20%. Los expertos atribuyen la depreciación de la moneda turca a la fragilidad de la economía del país, basada sobre todo en el consumo interno, con un alto déficit comercial y necesitada de inversiones extranjeras. Sin embargo, para Erdogan, “cualquiera puede ver que la evolución del cambio de divisas en las últimas semanas no tiene fundamentos económicos”, sino que “es íntegramente un ataque” contra el país.

La tensión diplomática entre Ankara y Washington empezó a principios de mes, cuando la Casa Blanca exigió la liberación del pastor evangélico estadounidense Andrew Brunson, que lleva dos años en prisión preventiva, un hecho que Trump llegó a calificar de “vergüenza total”. Turquía se negó invocando la independencia judicial. Pero ayer Erdogan fue más allá y mencionó otras causas. “Al igual que en otros aspectos, Turquía está ahora bajo asedio en la economía. Está claro que quienes empezaron con las protestas de Gezi [en 2013] y continuaron en diciembre de 2017 para dar luego el golpe traidor del 15 de julio, seguirán un rato más”, vaticinó el presidente.

Recep Tayyip Erdogan, presidente turco, en un almuerzo para los participantes en la X Conferencia de Embajadores, ayer, en el Complejo Presidencial en Ankara.

Recep Tayyip Erdogan, presidente turco, en un almuerzo para los participantes en la X Conferencia de Embajadores, ayer, en el Complejo Presidencial en Ankara.

Foto: s/d de autor

El domingo, en un acto en la ciudad de Trebisonda, Erdogan advirtió a Estados Unidos que no dudará en responder con la misma moneda si Washington continúa con su actitud hostil. “Hasta hoy, nunca hemos hecho nada con mala intención contra Estados Unidos. Pero si las cosas van así, hay un proverbio árabe que dice ‘el que las hace las paga’, y eso haremos”, afirmó el mandatario, sin dar más detalles sobre esa posible respuesta. “No actuaremos basándonos en la reciprocidad. No se trata de que si ustedes hacen eso, nosotros haremos aquello. Pero el que las hace las paga”, agregó.

Ese día, Erdogan también lamentó que la administración de Trump esté dispuesta a sacrificar la colaboración militar turca en Afganistán, Somalía y Bosnia Herzegovina “por un predicador”. De hecho, si bien Estados Unidos ha usado sanciones económicas para castigar a enemigos como Irán y Corea del Norte, rara vez impuso aranceles de importación por cuestiones políticas o judiciales con otros países.

En este caso hay un interés claro: la causa de Brunson impacta en los seguidores conservadores cristianos de Trump, cuyo apoyo podría ser decisivo en las elecciones legislativas de noviembre.

Antes de que Trump hiciera pública su intención de aumentar los aranceles, Erdogan había pedido a los ciudadanos turcos que cambiaran “los dólares y el oro que tengan bajo el colchón” por liras turcas, con el objetivo de frenar la caída de su moneda. No obstante, la tendencia no se revirtió.

Hasta Buenos Aires

La crisis monetaria turca afectó las bolsas de otros países. En Argentina, el Banco Central resolvió ayer subir la tasa de interés de referencia a 45% (en mayo había aumentado a 40%). Además, anunció un programa para cancelar de forma “gradual” las Letras del Banco Central, cuyo stock supera los 30.000 millones de dólares.

La caída de la moneda turca también tuvo su impacto en la Bolsa de San Pablo, que el viernes cayó 2,9%. En tanto, la Comisión Europea habló del “potencial impacto” de la devaluación de la lira en los “bancos europeos” y aseguró que sigue “de cerca” la situación actual “en los mercados globales”.