“Soy contadora y florista de vocación. La profesión la tengo un poquito abandonada: le digo a mi abuela que soy la contadora de mi propio emprendimiento”, aclara Soraya Peyre. Todo empezó el día que, con ánimo de decorar un desayuno especial para su familia, salió a buscar flores por su barrio, es decir, por los alrededores del Géant. “No encontré floristas esquineros, digamos, y me quedé con las ganas”. Pero no tardó en despertarse en ella la idea de hacerlo por sí misma; ya que no abundaban los puestos, podía ponerse a vender flores. Para ese entonces estaba desocupada y empezaba un tratamiento oncológico. Su esposo le dijo que si eso le hacía bien, él la apoyaba. Así que Soraya primero hizo lo que llama su “prueba piloto”, y tras aprovisionarse en un vivero, donde eligió las flores hasta lograr una buena combinación de colores, mandó mensajes a un grupo de vecinas: en cinco minutos había vendido todas las macetas que había comprado. El paso siguiente del matrimonio fue ponerse a buscar una combi o una furgoneta para redondear el concepto de la florista paseandera. Dieron con una International del año 52 y Juan, su esposo, que es publicista, ayudó a graficar en un nombre la intención de Soraya: Flower Power. Aunque en ese momento, hace cuatro meses, la clientela no tenía por qué saber de su enfermedad, el trasfondo del proyecto tenía que ver, por supuesto con “poder transformar una situación en una oportunidad”, y, de la mano de un estandarte hippie, con “la idea de llevar un poco de paz en épocas de guerra”.

Para presentarse en sociedad se contactó con la organización de la feria gastronómica Degusto, que se hacía cerca de su casa, en la “plaza de la Conaprole”, como se la conoce habitualmente, y además porque “tenía que ser un lugar fácil de maniobrar”, ya que el vehículo no es especialmente ancho pero tampoco simple de estacionar o de llevar por varios kilómetros. Así es que el 26 de mayo puede tomarse como fecha debut del carrito tuneado como puesto ambulante. “Fue un éxito de difusión”, recuerda Soraya. “Si hubiera cobrado por cada foto que me sacaban habría desquitado las flores que compré”.

Lo que también desbordó las previsiones fue el apoyo que Soraya recibió en las redes sociales de parte de organizaciones y particulares vinculados a la lucha contra el cáncer. Ahora que está empezando un nuevo tratamiento, esta emprendedora dice que seguirá manejando su camioneta en función de cómo se sienta. “Puedes armarte un ramito a tu gusto o nosotros te ayudamos a armarlo”, anima desde su página web. No es complicado encontrarla por la calle, ya que sale diariamente por la zona límite entre Ciudad de la Costa y barra de Carrasco, a veces pasa por distintos balnearios o se viene hasta Montevideo, va parando en lugares como Kibón, explanadas y distintas plazas, y llega hasta Punta Carretas. Los fines de semana, incluso, el camión lleno de plantas es todo un paseo familiar, porque Soraya y Juan salen con sus hijas, que son chiquitas.

Flower Power Truck. Por contrataciones para eventos o consultas, llamar al 098 243 931 (Soraya Peyre)