En su convención nacional, el Partido de los Trabajadores (PT) lanzó formalmente la candidatura de Luiz Inácio Lula da Silva. Lo hizo en un acto en el que se leyó una carta escrita por el ex presidente de Brasil. “Nuestra democracia está amenazada. Hace dos años dieron un golpe parlamentario para destituir a la presidenta Dilma Rousseff, rasgando la Constitución. Ahora quieren hacer una elección presidencial con las cartas marcadas, excluyendo al nombre que está al frente de la preferencia popular en todas las encuestas”, dice el texto, para concluir: “Quieren inventar una democracia sin pueblo”.

Justamente, otra de las candidaturas anunciadas en el encuentro nacional de la dirección del PT para las elecciones del 7 de octubre fue la de Rousseff, que se postulará al Senado por el estado de Minas Gerais. La ex presidenta dijo que espera “seguir combatiendo el golpe” desde la cámara alta y reclamó la libertad de Lula. “Vamos juntos, vamos con Lula, y vamos a ganar estas elecciones”, dijo.

Sólo unas horas después de que el PT confirmara la candidatura de Lula, antes de que siquiera terminara la convención nacional –que todavía sesionaba anoche para definir el compañero de fórmula del ex presidente–, fue presentada la primera impugnación ante el Tribunal Supremo Electoral. El recurso contra la candidatura lo interpuso el fiscal de la Alcaldía de Recife, Charbel Maroun, quien está vinculado con el Movimiento Brasil Libre (MBL, uno de los principales impulsores del juicio político contra Rousseff) y será candidato a diputado por el partido Novo, cercano a esta organización.

El MBL ya había presentado un pedido ante este tribunal para que se impidiera la participación de Lula en las elecciones, pero no fue admitido porque la candidatura todavía no había sido oficializada. En ambos casos se argumenta que el ex presidente fue condenado por delitos de corrupción por un tribunal, lo que lo inhabilita para participar en los comicios por lo dispuesto en la Ley Ficha Limpia, que fue promulgada por el propio Lula.

Gleisi Hoffmann, senadora y presidenta del Partido de los Trabajadores, durante la convención nacional del partido, el sábado, en San Pablo, Brasil.

Gleisi Hoffmann, senadora y presidenta del Partido de los Trabajadores, durante la convención nacional del partido, el sábado, en San Pablo, Brasil.

Foto: Nelson Almeida

El ex presidente no fue el único que confirmó su candidatura el fin de semana; también lo hizo el diputado y militar retirado Jair Bolsonaro, favorito para ganar las elecciones en caso de que Lula no se presente. Si bien la candidatura de Bolsonaro por el Partido Social Liberal se había anunciado en julio, el fin de semana fue formalizada y se conoció ayer quién será su compañero de fórmula: el general retirado Hamilton Mourão. Las posiciones políticas de Mourão son muy similares a las del candidato a la presidencia, y también representa a la ultraderecha brasileña defensora de la dictadura.

Otra de las alianzas que se confirmaron este fin de semana es la de la ecologista y evangélica Marina Silva, que será candidata presidencial por Rede Sustentabilidade, y Eduardo Jorge, líder del Partido Verde. Una de las particularidades de esta alianza, en la que Jorge es el candidato a vicepresidente, es que ambos pertenecían al PT.

Entre los partidos que respaldaron al gobierno de Michel Temer también hubo definiciones. El gobernante Movimiento Democrático Brasileño llevará a las elecciones la fórmula integrada por el ex ministro de Hacienda Henrique Meirelles y el ex gobernador de Río Grande del Sur Germano Rigotto. La intención inicial era contar con la senadora Marta Suplicy. Pero la dirigente rechazó la oferta y prefirió volver a postularse al Senado, según informaron medios brasileños, porque Meirelles tiene muy poco respaldo.

El Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que formó parte de la alianza gobernante hasta que se acercaron los tiempos electorales, confirmó que llevará al ex gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin como candidato a la presidencia y a la senadora Ana Amélia como su compañera de fórmula. La candidata pertenece al Partido Progresista, pero promueve ideas más que conservadoras, y su incorporación a la fórmula es considerada un intento del PSDB de robarle votos a Bolsonaro.