El gobierno de Estados Unidos anunció que impondrá nuevas sanciones a Rusia por considerar que es responsable de utilizar armas químicas contra el ex espía ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia en Reino Unido. El Departamento de Estado aseguró el miércoles, en un comunicado, que el ataque –que tuvo lugar el 4 de marzo– constituye una “violación del derecho internacional”. Además, acusó al Kremlin de haber utilizado “armas químicas o biológicas letales contra sus propios ciudadanos”.

El ex espía y su hija sobrevivieron al atentado, pero una mujer británica de 44 años falleció semanas más tarde al tener contacto con la misma sustancia con la que se intoxicaron los Skripal, un agente nervioso conocido como “Novichok”. Según la investigación que llevó a cabo la Policía de Reino Unido, la sustancia es de fabricación militar rusa. Por eso, el gobierno de la primera ministra británica, Theresa May, no dudó en acusar directamente a Moscú del ataque contra el ex agente y su hija.

La batería de sanciones contra el Kremlin empezará a regir a partir del miércoles 22. La principal es la prohibición de exportar de Estados Unidos a Rusia productos considerados de “seguridad nacional”, como artículos electrónicos o turbinas para aviones. Esta medida podría tener un impacto económico de “cientos de millones de dólares”, dijo ayer un alto funcionario de la Casa Blanca en una conversación telefónica con la prensa.

Las sanciones fueron anunciadas en base a una norma de 1991 conocida como Ley de Eliminación y Control de Armas Químicas y Biológicas. De acuerdo con esa norma, Rusia dispondrá ahora de un plazo de 90 días para evitar sanciones más severas, para lo que tendrá que permitir la inspección de un organismo internacional como la Organización de las Naciones Unidas y garantizar que no volverá a emplear ese tipo de armamento.

De no cumplir con esas condiciones, Washington podría restringir casi todo el flujo comercial y reducir los vuelos de la aerolínea estatal rusa Aeroflot a Estados Unidos, según reveló la cadena NBC. Esto debilitaría más la relación diplomática ya tensa entre los dos países.

La decisión de la administración que preside Donald Trump fue aplaudida por el gobierno de May, que consideró que “la fuerte respuesta internacional al uso de un arma química en las calles de Salisbury envía un mensaje inequívoco a Rusia de que un comportamiento provocativo e imprudente no quedará sin respuesta”.

En su momento, el envenenamiento de los Skripal causó una crisis diplomática entre Londres y Moscú. El gobierno británico decidió expulsar a 60 diplomáticos rusos y Rusia reaccionó tomando una medida similar.

Para el Kremlin, las nuevas sanciones de Washington –que se suman a las ya impuestas debido a su anexión de la península ucraniana de Crimea y a los ciberataques durante la campaña electoral estadounidense de 2016– son una provocación para “elevar la tensión”. Las medidas “evidencian un complot entre Estados Unidos y Reino Unido” para “demonizar a Rusia”, denunció en este sentido la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, María Zajárova.

Por otro lado, la funcionaria recordó que “todo el mundo sabe que Rusia liquidó el año pasado todas sus reservas de armas químicas, a diferencia de los estadounidenses”. E insistió en que Reino Unido “no ha podido presentar ninguna prueba de la implicación rusa” en el caso Skripal.

Zajárova advirtió que Rusia ya está trabajando en una respuesta a las sanciones de Estados Unidos, que se conocerán cuando la Casa Blanca detalle las suyas.