Tanto gatos como perros intentan mantener la higiene lavando sus superficies corporales, pero cuando hablamos de acicalado, el gato es el rey. De hecho, por mucho tiempo los atributos de limpios y pulcros los llevaron a convivir con la más alta casta social de turno.

Importancia

Los gatos dedican de 6% a 8% de su tiempo activo a acicalarse, y las razones de tal comportamiento pueden ser varias.

»» Ayuda con la pérdida de calor. Cuando se lamen, la saliva en contacto con su piel colabora para que el cuerpo se termorregule.

»» Mantienen a raya el número de pulgas y ácaros de la piel. De hecho, aquellos que por encontrarse en un modo experimental se ven imposibilitados de hacerlo evidencian un número notoriamente mayor a los que sí pueden.

»» La saliva tiene propiedades bactericidas. Por eso, cuando una gata va a ser madre es común que se lama sus mamas y zonas genitales, con el fin de contribuir a una zona lo más aséptica posible para sus gatitos.

»» Refuerza vínculos con otros gatos. Al igual que otras especies, parece que en los gatos el aseo mejora las relaciones entre ellos.

»» Ayuda a disminuir tensiones derivadas de acciones que por diferentes motivos no logran llevar a cabo. Por ejemplo, cuando persiguen a una presa y esta se escapa, se lamen para eliminar la frustración derivada del fracaso reciente.

»» En el caso de los gatitos recién nacidos, los lamidos de su madre ayudan a que se desarrollen más rápido y de forma correcta.

Cómo lo hacen

Existen al menos dos maneras claramente identificables que el gato utiliza para lograr el objetivo mencionado.

»» Directamente, utilizando su lengua.

»» Indirectamente, lamiendo sus miembros anteriores y dirigiendo estos a zonas donde se ve imposibilitado de llegar de manera directa.

Este comportamiento aparece a los dos meses de vida y siempre respeta un orden. Empiezan por la cabeza, luego el cuello, miembros anteriores, tronco, miembros posteriores y por último la cola.

Lo peculiar es que si el gato comenzó a acicalarse y algo –o nosotros mismos– lo distrae, generalmente vuelve a comenzar desde el principio.

A veces puede indicar algún problema

Si bien este comportamiento integra su repertorio normal de acciones, las variantes en la duración o intensidad pueden indicarnos algún problema de salud.

Lo primero que debe descartarse es cualquier origen que sustente el cambio de conducta derivado de problemas en su piel. Pulgas, garrapatas, hongos, sarna, alergias alimenticias o ambientales, entre otros, son factores frecuentes que explican el cambio de hábito a la hora de acicalarse.

»» Disminución en frecuencia e intensidad.

»» Dejar de “lavarse” puede deberse a múltiples factores, desde problemas en su entorno, articulares o enfermedades que modifiquen el comportamiento ya no específico sino general.

»» Aumento en frecuencia e intensidad.

Un acicalado excesivo puede indicar trastornos de tipo compulsivos, muchas veces producto de situaciones de estrés agudo o crónico: nuevos integrantes en la familia, otros gatos, perros, olores, cambios en el hogar, ambiente monótono.

Cuando el veterinario descarta cualquier alteración en la piel que pueda explicar la conducta de un acicalado disminuido o excesivo, se puede sospechar que la causa es un desorden de conducta.

En quiénes ocurre el acicalado problemático

Aparece en gatos de cualquier edad, raza y sexo, aunque hay estudios que indican que los gatos siameses y otras razas asiáticas son más propensos.

Síntomas

»» Acicalado disminuido: en general el pelo aparece grasoso, opaco, hirsuto.

»» Acicalado excesivo: se observan zonas alopécicas producto del lamido excesivo. Puede evidenciarse sólo en las extremidades, el abdomen o el flanco, o bien cubrir grandes zonas del cuerpo.

Si el problema que genera la exacerbación de tal conducta no se corrige, suele expandirse luego de un tiempo; ya no se identifican factores disparadores y puede generalizarse en todo el cuerpo.

Aunque la mayoría de los gatos no sufre de estos problemas, es bueno tomar medidas preventivas que apunten a brindar ambientes apropiados y enriquecidos, interacciones sociales entre ellos y nosotros que sean adecuadas.

Si se sospecha que la frecuencia de acicalado ha variado de manera ostensible, la consulta veterinaria es pertinente, ya que existen tratamientos que a largo plazo mejoran notoriamente el problema.