Sir Vidiadhar Surajprasad Naipaul, premio Nobel de Literatura 2001, y fallecido el sábado, fue autor de más de 30 obras, tanto de ficción como de no-ficción. Considerado uno de los más grandes maestros de la prosa inglesa de los últimos 60 años, Naipaul había nacido en Trinidad, “esa isla que se encuentra en la desembocadura de un gran río sudamericano” –así la describe–, cuya ubicación caribeña, sudamericana y su pertenencia al imperio británico lo llevaron a reflexionar profundamente sobre el “misterio” de su propio origen, a la manera de Conrad, de quien muchos consideran que es el heredero.

Sus bisabuelos paternos procedían de India y se instalaron en Trinidad en 1880, entre los miles de los llamados coolies que, entre 1845 y 1917, llegaban con contratos de servidumbre para reemplazar la mano de obra esclavista en los ingenios azucareros, luego de la abolición, en 1833, de la esclavitud en el imperio británico. El padre llegó a ser periodista destacado y su hermano también es escritor.

Apenas completados sus estudios secundarios, Vidia Naipaul se ganó una beca para estudiar en Inglaterra, en la Universidad de Oxford, un sueño acariciado por tantos caribeños. Soñaban, desde sus infancias en escuelas estilo inglés, con una sociedad que los recibiría con los brazos abiertos y en la que podrían moverse en un ambiente cultural acorde a sus ambiciones. Sin embargo, muy pronto se dio cuenta de que “si uno nace en el Tercer Mundo, lo lleva puesto para siempre, no importa dónde esté”, como dijo en una entrevista. En los primeros años en Inglaterra integró un grupo compuesto por varios caribeños jóvenes que participaban en el programa radial de la BBC Caribbean Voices, conducido por Henry Swanzy. Varios de los participantes integrarían el llamado boom de la literatura caribeña –boom que tiene lugar casi sin excepción en la metrópolis de la “madre patria”– y que hoy son parte del canon literario del Caribe anglófono. Además de Naipaul están, entre otros, Derek Walcott (también premio Nobel), Kamau Brathwaite y George Lamming. Todos ellos, hoy en día, integran el gran canon genérico de las letras inglesas.

Naipaul no volvió a vivir en Trinidad: a pesar de sentir que existía en “una especie de limbo”, que era “un refugiado... siempre periférico”, eligió vivir en ese exilio.

Si Naipaul es el heredero de Joseph Conrad, lo es como analista de los destinos de los imperios en un sentido moral, en cuanto a retratar qué efecto tienen los imperialismos sobre los seres humanos a los que se imponen. Es justamente lo que exploró Conrad en Nostromo, novela que Naipaul referencia en varias ocasiones, y a cuyo autor dedicó el ensayo Conrad’s Darkness.

A pesar del éxito obtenido a partir de sus primeras publicaciones, las novelas de Naipaul, y quizá más aun sus escritos de viajes, fueron criticados porque tienden a representar al Tercer Mundo de modo desfavorable. “Todo está a medio camino, a medias,” comentó en una entrevista a propósito de ese tema. En el Caribe, la crítica feminista de la década de 1980 ve que, a pesar de las mujeres fuertes de su historia personal, en la obra de Naipaul las mujeres están casi invisibilizadas.

Su obra maestra quizá sea A House for Mr. Biswas (1961). De sabor dickensiano, retrata a Mr. Biswas (inspirado en su padre), un hombre que va a ser un outsider toda su vida, que no va a permitir que lo dobleguen. Triunfa cuando libera a su hijo y cuando, finalmente, muere en su propia casa. En Mr. Biswas se conjugan el humor y la compasión; su protagonista es uno de esos personajes que llegan a trascender la obra en la que aparecen, como tantos personajes de Charles Dickens.

A partir de los 70, Naipaul, al igual que otros escritores, comienza a conjugar ficción y documentación, creando obras que son leídas como novelas, a pesar de ser una mezcla. Es el caso de In a Free State (1971), que viene a ser, en realidad, el título de la novela incrustada en medio de textos de no ficción y que narra la travesía de un funcionario inglés junto con la esposa de un amigo, a través de un país africano que se está desintegrando políticamente. Algunos elementos autoficcionales que caracterizan sus obras más tardías, tales como The Enigma of Arrival (1987) y A Way in the World (1994), ya están presentes en esta, que fue galardonada con el premio Booker del año de su publicación.

Naipaul viajó mucho, y tiene una amplia producción en el género de literatura de viajes. Quizá por el título nos llame la atención The Return of Eva Perón (1980), un conjunto de textos que recogen su experiencia en Argentina y Uruguay, narrados desde una perspectiva personal y nada halagadora para dichos países.

Una de las frases que más resonaron de su discurso de aceptación del premio Nobel parece ser la más apropiada al momento de reflexionar sobre este gran escritor y embarcarnos en el viaje, que bien vale la pena, de leer su obra. Dijo Naipaul: “Yo soy la sumatoria de mis libros”. Ni más, ni menos. Quizá sea también su epitafio más acertado.