Tres encuestas fueron elaboradas y publicadas desde que el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva abandonó la carrera presidencial y fue sustituido por quien era su candidato a vicepresidente, Fernando Haddad, la semana pasada. Las tres muestran un fuerte crecimiento de Haddad en intención de voto desde fines de agosto: de 6% a 19% en la de Ibope, publicada ayer, de 4% a 9% en la de Datafolha, difundida el viernes, y en la de MDA, que no había medido antes el respaldo a este candidato, su apoyo es de 18%.

El candidato del Partido de los Trabajadores (PT) también enfrenta un crecimiento del rechazo que genera en el electorado, de 23% a 29% según Ibope, por debajo del que suscita quien aparece como favorito en las encuestas, el ultraderechista Jair Bolsonaro, que en las últimas semanas creció de 42% a 43%.

Los sondeos concluyen que Bolsonaro y Haddad serían los más votados en la primera vuelta del 7 de octubre. Reuniría de 26% a 28% de los votos el primero y de 13% a 19% el segundo. En la segunda vuelta, el 28 de octubre, los sondeos estiman un resultado ajustado entre ambos, sin darle la ventaja a ninguno.

Las encuestas publicadas el lunes y ayer muestran claramente que la derecha tradicional quedaría fuera de la segunda vuelta si las elecciones se celebraran hoy. El ex ministro de Hacienda Henrique Meirelles, el candidato que pertenece al partido de presidente Michel Temer, el Movimiento Democrático Brasileño, no logra superar el 3% de la intención de voto desde que comenzó la campaña. A su vez, el ex gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), es el representante de la derecha que ha contado con mayor intención de voto en las últimas semanas y se mantiene en esa posición, pero el crecimiento de Haddad lo deja claramente fuera del balotaje.

Consciente de este escenario, Alckmin aseguró ayer que “la curva del candidato del PT es ascendente y la de Bolsonaro no, está llegando a su techo y va a caer”, dando a entender que él será el que ocupe su lugar en la segunda vuelta. Afirmó que esa caída se explicaría porque “parte del voto no es de Bolsonaro, es anti-PT”. En los últimos días la dirección del PSDB ha exigido a Alckmin que endurezca el tono de su campaña porque el discurso que venía exhibiendo, al que consideran de “centroderecha”, no estaba logrando restarle votos a Bolsonaro.

En todo caso, lo que sí ha hecho Alckmin en los últimos días es atacar más directamente a Bolsonaro y sus principales aliados, sobre todo en respuesta a declaraciones que generaron reacciones adversas prácticamente en todo el arco político. “Las familias que no tienen la figura del padre y el abuelo”, sino sólo “madre y abuela”, son “fábricas de elementos desequilibrados que tienden a ingresar en bandas de narcotráfico”, dijo Hamilton Mourão, el compañero de fórmula de Bolsonaro, que ha ganado protagonismo en la campaña electoral porque el candidato a la presidencia permanece internado tras haber sido apuñalado durante un acto de campaña.

Después de las críticas que generó con sus declaraciones del lunes, Mourão las ratificó. Afirmó que se refirió a una realidad “constatada” por los datos y por afirmaciones de profesionales, y consideró que los ataques son contra su persona y no contra su afirmación.