He tenido hasta hace poco una cercanía política importante con Rodrigo Arim. A pesar de que, fuera de lo universitario, no tengo una cercanía política similar con el rector Roberto Markarian, estoy firmemente convencido de que debemos apoyar con fuerza su reelección. En el texto que sigue daré los fundamentos de mi decisión.

Programa, política de alianzas y credibilidad

Lo primero que debemos señalar es que el programa de Arim se parece mucho al del rector: para encontrar diferencias hay que leer entre líneas los textos. Seguramente los desacuerdos entre los apoyos a uno y otro candidato son mucho mayores que lo que separa sus programas. Esto dificulta hacer una opción de base programática, y más bien hubiera favorecido una candidatura en conjunto, como en un momento estuvo planteado.

Habiendo pocos elementos programáticos a los que referirnos, es importante analizar los antecedentes en la materia. El rector Markarian ha mostrado durante estos cuatro años su vocación de apertura a todos los universitarios que estén dispuestos a aportar en el sentido del programa por el que fue electo, vengan de donde vengan. También ha mostrado su compromiso irrenunciable por el programa con el que fue electo. Podrán atacar a Markarian todo lo que quieran, pero nadie puede negar que dice lo que piensa y hace lo que dice. Los hechos han mostrado que eligiendo a Markarian tenemos la certeza del programa que será llevado adelante por el rectorado.

Trayectoria académica y universitaria

Estamos eligiendo rector, es decir, el funcionario de mayor responsabilidad en una institución universitaria cuyo cometido es la enseñanza, creación y difusión del conocimiento. Esto implica que la persona elegida debe ser, antes que nada, un académico de primerísimo nivel. Por suerte, así ha sido en los últimos años. Rectores con posiciones universitarias tan diferentes como Rafael Guarga, Rodrigo Arocena y el actual rector Markarian tienen en común ser referentes ineludibles en sus disciplinas con un significativo reconocimiento internacional en ellas. Markarian no sólo ha hecho un aporte importante en la docencia y la investigación, sino que ha sido un pilar en el desarrollo de una escuela matemática del mayor nivel en Uruguay. En mi opinión, al elegir rector estos son requisitos irrenunciables para que la Universidad pueda mirarse al espejo.

Obviamente, los antecedentes del rector no son (ni deben ser) sólo académicos. En rubros más políticos o de gestión, Markarian ya había tenido una enorme trayectoria universitaria antes de ser electo. Entre muchas otras actividades, había sido representante del orden docente durante muchos años en la Comisión Programático-Presupuestal de la Universidad y delegado docente en el Consejo Directivo Central.

Conocí a Markarian con la grata experiencia de tenerlo como profesor en primer año de facultad. En el período de mi militancia en la Asociación de Docentes de la Universidad de la República (ADUR) central, lo conocí como militante gremial y universitario. Creo que nunca tuvimos un representante que le diera tanta importancia a informar cabalmente de los problemas al gremio y trabajar colectivamente para que ADUR mantuviera un buen nivel de calidad e iniciativa. No le hizo nunca asco al trabajo más duro y poco lustroso. Lograba hacerse el tiempo (en medio de la importantísima actividad académica y docente que mencioné) para asistir a toda asamblea a la que se lo convocara. Armó y volvió a armar incontables comisiones de programa. Informó a ADUR una y otra vez, y peleó por las posiciones adoptadas colectivamente sin ambigüedad y con esmero. No tuvo problema (cuando ya había sido candidato a rector) para ser delegado por la Asociación de Docentes de la Facultad de Ingeniería al Federal de ADUR. Nunca el gremio de docentes tuvo una vida interna de debate universitario como cuando él nos representó. Discrepé con él en varias ocasiones (así como coincidí en muchísimas otras). Lo que nadie puede negar es que si queremos un rector que sepa escuchar, que sepa trabajar colectivamente, que se preocupe realmente por lo que piensan los universitarios, no hay mejor candidato que Roberto. Y digo bien “Roberto”, porque en este aspecto no es el rector sino un gran compañero.

El balance de su primer rectorado

Más allá de los aspectos anteriores, al momento de proponer la reelección de un rector debemos hacer un balance de su actuación en el cargo. Pueden leerse con detalle distintos logros del actual rectorado en la página de apoyo a su reelección (https://profundizarloscambios.org/). Quiero resaltar algunos aspectos.

1) La reforma del Estatuto del Personal Docente. Es la reforma del ordenamiento jurídico más importante que ha concretado la Universidad desde el período de Óscar Maggiolo. Sólo por mencionar algunos aspectos: se incorpora el rol de los posgrados, se institucionalizan mecanismos de carrera docente, se implementan medidas tendientes a la equidad de género, se implementa claramente el rol de formación de los cargos de ayudante y asistente, se implementa el límite de edad en todos los cargos docentes, se fomenta la unificación de cargos, se unifican los procesos de evaluación de la Dedicación Total y del cargo docente. En suma: se definen políticas centrales de la Universidad para modernizar la labor docente y se dan pasos para dejar atrás la Universidad de las cátedras y avanzar hacia la Universidad de los institutos o departamentos.

2) La reforma de la Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio (CSEAM). Estoy a favor de que las comisiones sectoriales funcionen como vectores de fomento de la Universidad. En mi opinión, no estaría bien que la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) utilizara una parte significativa de su presupuesto en contratar personas para hacer, en su seno, la investigación. Por el contrario, el rol de la CSIC es favorecer el desarrollo de la investigación en toda la Universidad. Esto, que debería ser evidente, pareció no serlo durante un período en lo que refiere a la CSEAM. Por suerte, Markarian, contra viento y marea, logró convencer a amplios sectores de la Universidad de la necesidad de corregir el rumbo en dicha comisión sectorial. En mi opinión, esto es un gran logro. Además, esta iniciativa ha reorientado los fondos para la realización de extensión en los servicios, lo que sin duda redundará en un desarrollo plural de la extensión mucho más conectada con la enseñanza y la investigación.

3) La reforma del Hospital de Clínicas. El rector impulsó (junto con otros actores universitarios) una reforma radical del hospital. Dicha reforma implica un cambio completo del modelo hospitalario para llevarlo a uno más acorde con el de un hospital de buen nivel hoy. De hecho, una parte importante de las reformas que dependían internamente de la Universidad se concretaron. Se reformó la administración y gobernanza del hospital. Se formuló un plan de transformaciones global que incluye reformas tanto arquitectónicas como académicas, en la enseñanza y de funcionamiento. Lo que no se logró es una fuente de financiamiento adecuada para reformar el edificio. Sin embargo, hoy tenemos un plan y estamos comenzando a implementarlo. Me animo a decir que esto no habría sucedido si Markarian no hubiera sido rector. No estoy diciendo que el hospital esté bien ni que el plan sea la panacea. Falta muchísimo por hacer y mejorar, pero en este período se avanzó más en este tema que en las últimas décadas.

4) El desarrollo de políticas para el acceso democrático a la enseñanza superior de calidad. Prácticamente sin disponer de presupuesto nuevo para este fin, se desarrollaron políticas tendientes a ampliar y respaldar el ingreso, la permanencia y el egreso de los estudiantes de la Universidad. En simultáneo, se impulsaron iniciativas que apuntaban a mejorar la calidad de la enseñanza, así como a profundizar las políticas de inclusión, teniendo como principales beneficiarios los estudiantes de menores recursos. Se logró la modificación de la escala de calificaciones. Se impulsó un equilibrio adecuado entre el fortalecimiento de la formación básica y las políticas de diversificación y flexibilización curricular.

5) El impulso de la investigación y los posgrados. Durante el período que termina se lograron avances significativos en dichas temáticas. El apoyo sólido a la calidad académica de la institución ha sido una de las características del período que termina, lo que se expresa, por ejemplo, en algunos elementos del nuevo Estatuto del Personal Docente. Al mismo tiempo, se logró duplicar el número de becas de posgrado ofrecidas por la Comisión Académica de Posgrado de la Universidad, siendo este uno de los pocos rubros en que se obtuvo un aumento presupuestal significativo.

Los proyectos a futuro

Muchos temas requieren más de un período. Por ejemplo, la reforma del Estatuto del Personal Docente debe ser implementada. Esto va a requerir las habilidades para la negociación que ha mostrado el rector en el proceso que está culminando ahora. Además de estas tareas que requieren continuidad, el rector se plantea nuevos desafíos para los próximos cuatro años. Me referiré sólo a dos:

1) La dinamización del desarrollo en el interior. Durante el período que termina asumieron sus cargos más de la mitad de los docentes asociados a Polos de Desarrollo Universitario en el interior. En el período que corre, los aumentos de fondos han sido escasos y el desarrollo ha estado centrado en las mejoras institucionales y en el buen uso de los fondos disponibles. Por ejemplo, se aprobó la departamentalización del interior. En el período que empieza, luego del proceso de consolidación, el rector plantea dar un nuevo impulso al desarrollo en el interior sobre la base de una situación más ordenada y consolidada.

2) La reforma de la Ley Orgánica universitaria. Hace alrededor de diez años, la Universidad se planteó concretar esa reforma. Dicho proceso, impulsado por el rector Arocena, dio lugar a amplios debates y por un momento pareció que permitiría oxigenar la Universidad y plantearse desafíos significativos. Lamentablemente, la discusión se fue centrando cada vez más en el peso relativo de los diversos sectores en el gobierno universitario y no en el modelo de Universidad que queríamos impulsar (y del que la ley tenía que ser una expresión). Pasados diez años, el rector se propone reimpulsar el debate sobre la reforma de la ley. No plantea sólo hacer una reforma en la que cambiemos un par de detalles para que los problemas de fondo sigan presentes. Propone discutir qué Universidad queremos y qué ley es la adecuada para ello. Obviamente, la Universidad no puede resolver por sí y ante sí una ley. Es sólo en un debate con el conjunto de la sociedad (que puede no estar exento de conflictos) que una nueva Ley Orgánica podrá ser aprobada. Esta es la jerarquía del desafío planteado.

A modo de cierre

El debate universitario tiende muchas veces a tensarse artificialmente, y todos podemos, en un momento u otro, correr el riesgo de levantar el tono innecesariamente u orientar la discusión hacia terrenos accesorios. Es importante que podamos dialogar y expresar nuestros puntos de vista con libertad y sinceridad centrándonos en lo que es bueno para la Universidad. Debemos hacerlo defendiendo nuestras convicciones y los valores de calidad de nuestra institución. Mi opinión es que es claro que el rector Markarian debe ser reelecto por todos los motivos que menciono más arriba. Quiero agregar, además, un último aspecto. Se ha acusado injustamente a Markarian de ser elitista. Esa acusación sin sustento resulta paradójica para cualquiera que lo conoce. De origen muy humilde, ha llegado a ser un matemático de primer nivel internacional y aporte clave en la escuela matemática uruguaya. Docente comprometido, uno lo ha visto muchas veces embadurnado de tiza (o, más recientemente, manchado de marcador) en los corredores de la Facultad de Ingeniería. Aquellos que queremos llenar la Universidad de estudiantes de primera generación, recurramos para ello a un brillante universitario que es una expresión viviente particularmente exitosa de nuestro sistema educativo público.

Nicolás Wschebor es profesor agregado del Instituto de Física de la Facultad de Ingeniería.