Unas horas después de asumir la presidencia de Brasil en la tarde del martes, el ultraderechista Jair Bolsonaro firmó los primeros decretos. Para empezar, aprobó una medida que fija el salario mínimo de los trabajadores brasileños en 257,5 dólares para 2019, lo que supone un aumento de 4,6% con respecto al año pasado pero es inferior a la cifra que había calculado el gobierno saliente y que estaba incluida en el presupuesto de este año.

La medida causó malestar en organizaciones sindicales y molestó además a dirigentes políticos, incluido el ex candidato del Partido de los Trabajadores y rival de Bolsonaro en las elecciones, Fernando Haddad, que ayer escribió en Twitter: “El pueblo comenzó a liberarse del socialismo: el salario mínimo previsto de 259,6 dólares fue fijado en 257,5 dólares”.

El segundo decreto firmado por el nuevo presidente brasileño es el que otorga al Ministerio de Agricultura la función de identificar, delimitar y crear nuevas reservas indígenas. Esa responsabilidad se encontraba en manos de la Fundación Nacional del Indio, una entidad vinculada con el Ministerio de Justicia. También pasarán a la órbita de esa cartera el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria y la institución responsable de regularizar las reservas de los quilombolas –descendientes de esclavos–.

Ante las críticas que recibieron estas decisiones, la nueva ministra de Agricultura, Tereza Cristina, aseguró ayer que el traspaso de atribuciones no supondrá una amenaza a la demarcación de tierras para indígenas, quilombolas y campesinos sin tierras. “¿Quién va a desobedecer la Constitución?”, dijo a la prensa, luego de asumir formalmente su cargo. La ministra, que antes coordinaba la bancada ruralista en la Cámara de Diputados, agregó que la situación de la delimitación de nuevas tierras indígenas será analizada por un consejo formado por cinco ministerios.

Más tarde, Bolsonaro dijo en Twitter que cerca de un millón de personas viven en “estos lugares aislados del Brasil de verdad”, “explotadas y manipuladas por organizaciones civiles”, y que uno de los objetivos de su gobierno será “integrarlas”.

Los nuevos ministros también anunciaron medidas. El titular del Ministerio de Educación, Ricardo Vélez, confirmó que será eliminada la Secretaría de Educación Continuada, Alfabetización, Diversidad e Inclusión, que se encargaba de las temáticas vinculadas con la diversidad sexual, los derechos humanos y las relaciones étnico-raciales. Según fuentes oficiales consultadas por el diario Folha de São Paulo, la iniciativa apunta, entre otras cosas, a eliminar la propia palabra “diversidad” de cualquier programa del ministerio. La noticia se conoce un día después de que Bolsonaro prometió en su discurso de investidura “combatir la ideología de género” y formar a la juventud para “el mercado laboral” y no “la militancia política”.

En el plano económico, hubo novedades acerca de la reforma del sistema de jubilaciones, una de las principales promesas de campaña de Bolsonaro. Medios brasileños como Folha adelantaron ayer que el nuevo ministro de Hacienda, Paulo Guedes, redactó un decreto al respecto que podría generar ahorros de hasta 12.900 millones de dólares en la próxima década. Se prevé que el ministro lo firme en los próximos días, aunque requiere la aprobación del Congreso para que entre en vigencia. Si el proyecto no llegara a ser aprobado por el Poder Legislativo, dijo Guedes ayer –después de asumir formalmente su cargo–, la alternativa es llevar a cabo una “amplia desindexación” de la economía, que empezará por el “control de los gastos públicos”.

El ministro explicó que otro de los “pilares” de su cartera será el de impulsar las “privatizaciones aceleradas” y la “simplificación y reducción de impuestos”, además de aprobar y profundizar otras reformas “estructurales”.

Por su parte, el nuevo ministro de Justicia y Seguridad Pública, Sérgio Moro, habló ayer de las líneas generales del programa que llevará adelante en esa cartera. Dijo que combatirá de manera “eficaz” la “corrupción”, la “violencia” y el “narcotráfico”, elementos que “perjudican los climas de negocios y afectan la credibilidad de las instituciones”. Para eso, dijo, presentará ante el Congreso un proyecto de ley “anticrimen” que fortalezca el sistema de Justicia. “La misión prioritaria asignada por el señor Jair Bolsonaro fue clara: el fin de la impunidad de la gran corrupción, el combate al crimen organizado y la reducción de los delitos violentos, todo eso con respecto al Estado de derecho y para servir y proteger al ciudadano”, afirmó.

Puertas afuera

Si el mismo día de la investidura Bolsonaro se concentró en firmar decretos, la primera jornada de gobierno la dedicó a la diplomacia y la política exterior. En el ámbito regional, Bolsonaro ayer tendió redes con sus pares de Argentina, Mauricio Macri, y Colombia, Iván Duque, que no pudieron asistir a la ceremonia del martes y le enviaron felicitaciones vía Twitter. El presidente brasileño les respondió por esa red social que “caminará” junto a los dos países, actualmente gobernados por la derecha.

“Presidente Duque, Brasil camina junto a Colombia. Muchas gracias por la consideración”, expresó el líder ultraderechista en su mensaje al mandatario colombiano, quien el día anterior había dicho que esperaba que ambos países “trabajaran activamente por la región promoviendo valores democráticos, así como en el fortalecimiento de las relaciones políticas, económicas y culturales entre los dos países”. En su mensaje de agradecimiento a Macri, Bolsonaro dijo que, “sin duda, Brasil y Argentina van a caminar juntos en direcciones diferentes a las transitadas por los últimos gobiernos”. El presidente argentino había dicho en su mensaje que confiaba en que los dos países, “amigos y hermanos”, seguirán “colaborando para la prosperidad de los pueblos”.

La cancillería argentina aclaró ayer que, si bien Macri no pudo asistir a la ceremonia de investidura, tiene planeado viajar a Brasilia el miércoles 16 para ser el primer jefe de Estado en visitar oficialmente al nuevo presidente brasileño. “Tenemos muchísimo para construir entre los dos países”, dijo el canciller argentino, Jorge Faurie.

Lejos de América Latina, Bolsonaro trabajó para profundizar los lazos con Estados Unidos y establecer una relación equilibrada con China, dos países que actualmente están en el medio de una guerra comercial. El mandatario recibió ayer en la sede presidencial a Ji Bingxuan, vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional y enviado especial del presidente chino, Xi Jinping, a quien le comunicó su intención de “ampliar las relaciones bilaterales” al margen de las diferencias ideológicas entre ambos países. Bolsonaro conversó con el funcionario chino sobre la “importancia de una mayor diversificación de la pauta comercial” bilateral y de “ampliar las áreas de cooperación entre ambos países”. Esa cooperación podría ser expandida en las áreas de ciencia y tecnología, agricultura y desarrollo industrial, informó la presidencia en un comunicado.

El nuevo gobernante ultraderechista se reunió más tarde con el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, a quien le transmitió en particular su “preocupación” por la situación política, social y económica de Venezuela. En un encuentro previo que mantuvo con el nuevo canciller brasileño, Ernesto Araújo, Pompeo había dicho que los dos países coincidían en que la llegada al poder de Bolsonaro les permitirá trabajar “juntos contra regímenes autoritarios”. Se refirió específicamente al “deseo profundo” y compartido por Brasil y Estados Unidos de que “vuelva” la democracia a Venezuela, Cuba y Nicaragua, “donde las personas tienen dificultades para expresar sus opiniones”.