El movimiento de los “chalecos amarillos” reunió a miles de personas en las calles de Francia por novena vez consecutiva y demostró que no ha perdido fuerza, en medio de un operativo de seguridad cada vez más reforzado. Un total de 84.000 personas participaron el sábado en las distintas protestas organizadas en París y otras ciudades francesas, según los datos publicados por el Ministerio del Interior. La cifra es claramente inferior a las más de 280.000 personas que participaron en la primera manifestación, el 17 de noviembre, pero muestra un crecimiento desde la semana anterior, cuando los manifestantes fueron 50.000.

Esto demuestra que, pese a las concesiones que hizo en los últimos dos meses el presidente francés, Emmanuel Macron, hay un núcleo duro de “chalecos amarillos” que no está dispuesto a abandonar la lucha. Fuera de las calles el movimiento también sigue teniendo un apoyo muy amplio, por encima de 60%, según las encuestas.

En París, la protesta del sábado partió desde el Ministerio de Economía y Finanzas hacia el Arco de Triunfo, lugar icónico de sus concentraciones. En esta ocasión, un grupo de voluntarios con pulseras blancas se encargó de controlar la seguridad de la marcha y de coordinar el trayecto, una novedad en un movimiento que hasta entonces carecía de algún tipo de organización interna. Una vez que la marcha llegó a destino, se registraron choques entre manifestantes y la Policía, que reprimió la protesta con gases lacrimógenos y cañones de agua. El Ministerio del Interior informó que más de 80.000 funcionarios habían sido desplegados en todo el país para cubrir las manifestaciones.

Las autoridades dijeron que la violencia fue “menor” que la del fin de semana anterior. En total, la Policía detuvo el sábado a 244 personas en todo el país, de las cuales 201 quedaron bajo custodia. La mayoría fue arrestada por portar armas blancas.

El segundo gran foco de atención, después de París, fue Bourges, una ciudad que se encuentra en el centro del país. Por esa razón simbólica, uno de los líderes más polémicos del movimiento, Maxime Nicolle, convocó allí una protesta nacional que reunió a 6.300 personas.

El primer ministro francés, Édouard Philippe, adelantó el lunes que el gobierno presentará una nueva ley para sancionar a los participantes en manifestaciones que no hayan sido anunciadas y crear un registro de “agitadores”. Quienes aparezcan en esa lista no podrán participar en las protestas. La nueva legislación contemplará además penas más duras para quienes cometan delitos de vandalismo. “Si queremos defender la libertad de manifestación [...] tendremos que desarrollar nuestras leyes y completar nuestra legislación”, dijo Philippe en una entrevista con el canal de televisión TF1.

El primer ministro también recordó que desde que empezaron las movilizaciones de los “chalecos amarillos” se han emitido más de 1.000 condenas y 5.600 órdenes de vigilancia y custodia. “No podemos aceptar que haya personas que se aprovechen de estas manifestaciones para romper, quemar [...]. Vienen a romper, a saquear, a desafiar a las instituciones”, se quejó.

Los “gilets jaunes” se oponen a las reformas económicas del gobierno, exigen que se incluya en la Constitución el referéndum de iniciativa ciudadana y piden la dimisión del presidente.

Frente a estas demandas, Macron iniciará hoy un “gran debate nacional” para abordar las reformas que busca impulsar. Según adelantó el mandatario en una carta abierta divulgada ayer, el debate se centrará en cuestiones vinculadas con los gastos públicos, la estructura del Estado y de los servicios públicos, la transición ecológica y la democracia.

Los medios: otro blanco de los “chalecos amarillos”

La organización Reporteros sin Fronteras alertó ayer del clima de acoso e intimidación a los periodistas que se percibe en las protestas de los “chalecos amarillos” y denunció varias agresiones a esos trabajadores registradas en las protestas del sábado.

En la ciudad de Ruan, un funcionario de seguridad que acompañaba a un equipo del canal LCI fue golpeado y pateado por manifestantes, que le fracturaron la nariz. Un equipo de periodistas del mismo medio fue atacado también en París. El mismo día, en Toulon, dos camarógrafos de la agencia de noticias AFP fueron perseguidos por una docena de personas y recibieron “golpes en la espalda, en la cámara” y una “patada en la cadera”, según denunció uno de ellos en las redes sociales. En Marsella, otro grupo de manifestantes insultó a un camarógrafo del canal France 3 y dos fotógrafos locales, que se vieron obligados a abandonar el lugar sin poder hacer su trabajo. Finalmente, en Toulouse, una periodista del diario local La Dépêche du Midi fue atacada y tuvo que refugiarse en su auto. Una vez allí, los manifestantes amenazaron con “sacarla y violarla”, según denunció el editor del periódico en Twitter. Los “chalecos amarillos” acusan a los medios informativos de estar “al servicio” del poder.