Ante una nueva celebración del Día Mundial de la Salud Mental quiero compartir tres situaciones vinculadas a ella que no debemos pasar por alto:

1) Hace pocos días, el director de Salud Mental de ASSE fue removido de su cargo por sus declaraciones a un programa radial sobre una situación de abuso sexual por parte de dos enfermeros a dos reclusas en el módulo 9 del Instituto Nacional de Rehabilitación. El ex director, Héctor Suárez, había manifestado que “no se plantea una denuncia de abuso sexual, porque lo que se plantea es una relación consentida para favorecer el ingreso de medicamentos y otras cosas”.

Parece mentira que alguien en ese cargo (que tendría que conocer una ley -como la de salud mental- que dice basarse en el paradigma de los derechos humanos) no advirtiera las asimetrías de poder y el abuso que se hace del mismo, en esa como en otras tantas situaciones, donde las que las personas privadas de libertad o sometidas a regímenes de reclusión – como los llamados “pacientes psiquiátricos”- ven sus derechos vulnerados. En esas circunstancias es esencial advertir que funcionarios y técnicos tienen mayor poder que las personas afectadas por el encierro y por eso mismo tienen la obligación de respetar sus derechos y evitar que sean sometidas a tratos crueles, inhumanos o degradantes como aconteció en esa ocasión. El tenor de las declaraciones de Suárez naturaliza las situaciones de violencia que reiteradamente se constatan en ese tipo de instituciones. Su destitución se transformó por eso en un hecho inevitable para las autoridades de ASSE. La doctora Marlene Sica manifestó respecto a esas declaraciones que “Desde lo personal, profesional e institucional, no se comparten de ninguna manera”.

2) La muerte del adolescente de 16 años Fernando Ezequiel Otegui en la institución Los Robles, sigue aguardando una explicación de lo acontecido por parte de las autoridades del Inau, que fue quien derivó a esa institución a Ezequiel. Su muerte se dio en circunstancias muy confusas y luego de que él realizara una denuncia por abuso sexual dentro de la misma clínica, como expresa la familia.

El Frente Antimanicomial en un comunicado, exigió “la inmediata aclaración de los hechos y la identificación de los/as responsables. ¡Que se haga justicia! ¡Que este no sea un caso más de los que quedan en el olvido como habitualmente sucede cuando ocurren estos hechos en estas instituciones de encierro!”.

Pese a eso, llama la atención el silencio en relación a esta gravísima situación y la escasa o nula información sobre cómo se está investigando lo que aconteció, así como acerca del funcionamiento de la institución Los Robles, implicada en este caso, así como del conjunto de instituciones que se benefician económicamente de las derivaciones que hacen los organismos del Estado.

3) En los días anteriores, el Ministerio de Salud Pública realizó una invitación para celebrar el Día Mundial de la Salud Mental. En ella se anunciaba que además de presentar “los avances del plan de Salud Mental”, se lanzará la campaña “Pasale por arriba al estigma” llevada adelante por la Comisión Honoraria del Patronato del Psicópata. La verdad es que si pudiéramos ignorar el contenido patético implícito en la invitación, la comunicación sería motivo de risa (también de indignación) cuando se constata que en nombre del “Patronato del Psicópata” se realiza una campaña contra “el estigma” cuando desde el mismo nombre de esa institución se sigue estigmatizando a las personas (“psicópatas”) con etiquetas que responden a concepciones anacrónicas de los estilos de intervención médico-sanitaristas. ¿Se darán cuenta?

Estas “bellezas” de cómo anda la salud mental en nuestro país nos hace formularnos la pregunta sobre si el “nuevo plan de salud mental” seguirá también por esos caminos.