Hasta el sábado, el Ballet Nacional del SODRE (BNS) estará presentando Manon, una de las grandes obras trágicas del siglo XX, creada en 1974 por el británico Kenneth MacMillan a partir de la novela Manon Lescaut (Abate Prevost, 1731). Esta turbulenta historia gira en torno a dos adolescentes, el noble Des Grieux y la atractiva Manon, que debe decidir entre el lujo y la comodidad o su verdadero amor.

Antes del estreno, el director del BNS, Igor Yebra, explicó a la diaria que parte de la complejidad de esta obra responde a que exige grandes infraestructuras y un importante cuerpo de baile, que además de involucrar al elenco del BNS incorporó a una plana de 24 extras para que se desplacen sobre el escenario, y cambios técnicos y de vestuario que impulsan “un trabajo muy potente, más allá de lo artístico”.

Así, entre los salones parisinos y los pantanos de Nueva Orleans, el autor, dice Yebra, decidió concentrarse en lo teatral, en la composición de los personajes. “Patricia Ruanne y Karl Burnett, que fueron sus montadores, decían que él no montaba el paso y después se dirigía a lo demás, sino que primero necesitaba tener la emoción de lo que quería transmitir, para luego crear el paso. Y yo creo que eso se refleja muy bien en sus pasos a dos: si ves el movimiento escénico del conjunto, es maravilloso; ahí te das cuenta del trabajo dramatúrgico que tienen los ingleses. Tienen uno de los mejores teatros del mundo, y MacMillan se nutre de eso y lo plasma de una manera increíble en este espectáculo. Creo que desarrollar este tipo de personajes es algo con lo que cualquier bailarín sueña”.

El sábado 28 será la función de despedida de María Noel Riccetto, y todos los días, una hora antes de comenzar la obra, el coreógrafo y director de las escuelas del SODRE, Martín Inthamoussu, ofrece un perifoneo para conversar con los distintos protagonistas de esta gran producción del BNS.