Un atentado contra un ómnibus en el que viajaban 40 miembros de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán dejó ayer 27 muertos y 13 heridos. El ataque, que tuvo lugar dos días después de la celebración del 40º aniversario de la revolución islámica en el país, se produjo cuando un suicida detonó un auto cargado de explosivos contra el vehículo de los militares en una carretera de la provincia de Sistán y Baluchistán, al sureste del territorio, pegado a las fronteras con Pakistán y Afganistán. Las autoridades de esta región decretaron inmediatamente tres días de luto.

El atentado fue reivindicado por el grupo extremista sunita Yeish al Adl, que se opone al gobierno chiita de Teherán y que en abril del año pasado también había asumido la responsabilidad de una emboscada en la misma provincia que provocó la muerte de nueve guardias fronterizos.

En un comunicado, la Guardia Revolucionaria acusó del atentado a “terroristas sunitas”, sin precisar el nombre del grupo, y a “mercenarios de los servicios de inteligencia dependientes del régimen de la dominación y la arrogancia”, en referencia a Estados Unidos. Los militares afirmaron además que el ataque suicida tiene el objetivo de “amargar el aliento de la nación de Irán” después de “la gran derrota propinada a la arrogancia mundial por el pueblo noble y heroico de Irán en las celebraciones del cuadragésimo aniversario de la revolución islámica”.

Por su parte, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Bahram Qasemi, aseguró que “los militares y la inteligencia de la nación de Irán vengarán sin duda la sangre de estos mártires”, y que el ataque reforzará la determinación de Irán en su lucha contra el terrorismo en la región.