“El ruido como concepto puede ser un vehículo para abordar las más variadas prácticas artísticas. Podríamos hablar de Luigi Russolo, de rayonismo ruso o de música noise; de antiarte, de sonido molesto, decir que es la forma más pura del punk o replicarlo y definirlo de forma esnob en numerosos subgéneros, pero todas serían elucubraciones intelectuales que poco tienen que ver con su metafísica, que es la irrepetibilidad”, explica Matías Ygielka, organizador del Festival del Ruido, que se desarrollará este mes en forma de ciclo.

El evento surgió de forma, al menos, curiosa. A poco de volver a Uruguay tras un tiempo en el exterior, Ygielka se cruzó con el restaurador y coleccionista Carlos Yapor una tarde de invierno. Yapor había montado un espacio-taller en su casa del Prado, y le propuso juntarse en el lugar para armar un proyecto musical. Poco a poco, sus improvisaciones comenzaron a incluir los ruidos propios de aquel viejo taller: hacían sonar máquinas oxidadas, estrujaban tornillos entre los micrófonos. Ese interés por el diálogo entre sonido y espacio inevitablemente se potenció, en un barrio con una espacialidad prodigiosa.

El predio del Museo de la Memoria les pareció ideal para ampliar su proyecto. Querían sonorizar la cueva, el castillo, el vivero. Elbio Ferrario, director de la institución, se entusiasmó con la idea. Así nació el primer festival, que se realizó en el museo el año pasado con diversos experimentos vinculados al ruido.

Esta segunda edición será en el sótano de Tundra Bar. Habrá 12 performances en total, que se podrán escuchar todos los miércoles de abril, tres por fecha, junto con propuestas visuales e instalativas. Además, la organización sumó a Leo Maz, del proyecto Jardines sin Explørar, y el programa Ntrance de Radio Pedal acompañará con un ciclo dedicado al festival.

Tras una primera fecha el pasado 3 de abril, este miércoles actuarán Arquetipas, Eroguro y Cuerina Rawdry. El 17 se presentarán 7 8 8 7, Poesía Performática Sonora y Colectivo 1E1. El 24 cerrarán Rictus, T.H.V.L.E. y Federico Musso junto a Nacho Correa. Según Ygielka, la selección buscó aunar proyectos disímiles, pero que buscan estirar y cuestionar los límites musicales, a veces en forma de híbridos con otras expresiones artísticas. “Y está esa condición de irrepetibilidad, que hace que sea impredecible el devenir de la narrativa del ciclo, lo que nos parece sumamente interesante”, concluyó.

En Tundra Bar (Durazno y Convención). Todas las fechas del festival comienzan a las 21.00. La entrada vale $ 70.