Hay días en que no tenemos ganas de engancharnos con una saga medieval que abarque una década de traiciones, mentiras y asesinatos. No tenemos ganas de descubrir las decisiones que llevan a un tipo común a terminar envuelto en el mundo del hampa. Ni siquiera tenemos ganas de mirar un episodio al azar de una serie de CSI al azar.

Esos días son perfectos para una serie de antología. Este formato, a manera de braserito de nuestro consumo televisivo, presenta pequeñas porciones de diferentes alimentos, evitando cualquier posibilidad de empacho. Eso sí, puede ser que te claves con media morcilla dulce o que la molleja no esté tan bien preparada.

Un ejemplo recordado de esta clase de programas es Historias asombrosas, creado por Steven Spielberg. Fueron 45 relatos de media hora, muchos basados en ideas del propio Spielberg, con temáticas fantásticas. Algunas más serias y terroríficas, otras con mucho humor.

Esta serie, como tantas otras del estilo, tenía como referencia directa La dimensión desconocida, que de la mano de Rod Serling traía aquellas historias que utilizaba la ciencia ficción para reflexionar sobre la guerra nuclear y otras amenazas de la época, con finales que dejaban al espectador cacheteado en el sillón. Otros títulos que vale la pena mencionar son Alfred Hitchcock presenta y los simpáticos Cuentos de la cripta.

Yo me animo

Más cerca en el tiempo, los (por entonces) hermanos Wachowski aprovecharon la popularidad de su trilogía The Matrix para producir The Animatrix, una serie de nueve cortos animados lanzada directamente en DVD y, por tratarse del lejano 2003, también en VHS. Los segmentos, la mayoría con directores japoneses e influencia nipona, ampliaban el universo de Neo, Trinity y todos los demás.

Con la misma influencia del animé y algunos nombres repetidos llegaría en 2008 Batman: Gotham Knight, film antológico formado por seis cortos que contaban diferentes aventuras del hombre murciélago situadas entre la primera y segunda película de la trilogía de Christoper Nolan.

Netflix lanzó a mediados de marzo una serie antológica que recoge el guante de Spielberg y Serling, pero completamente animada. Se llama Love, Death & Robots y llegó de la mano de Tim Miller (Deadpool) y David Fincher (Siete pecados capitales, El club de la pelea).

Robot, huyó y lo pescaron

Semejante título (Amor, muerte y robots) podría limitar las posibilidades de los creadores de estos cortos animados, pero se trata solamente de un punto de partida. Si bien la muerte está siempre presente y muchas historias futuristas tienen su cuota de autómatas, la presencia del amor siempre es discutible, especialmente cuando puede confundirse con otros sentimientos.

Liberados de la carga de obedecer a una consigna asfixiante, nos encontramos con 18 piezas variadas en todos los sentidos: desde la extensión (entre 6 y 17 minutos), pasando por el estilo y, por supuesto, la calidad. Algunos apenas nos mueven un pelo y otros son joyitas; quizás sea porque son breves, pero ninguno parece una pérdida de tiempo.

Entre los elementos que los unen, se puede señalar cierta necesidad de una vuelta de tuerca, que abunda en toda clase de ficción de escasa extensión y que remite a aquella dimensión de la que no teníamos conocimiento. Esto carga de demasiada importancia el cierre de algunas historias, que en ocasiones resultan como una cañita voladora fallada que permanece quieta dentro de la botella mientras nadie sabe qué hacer con ella.

En cuanto a las animaciones, algunas intentan alejarse de lo que uno podría esperar en pleno siglo XXI, como experimentos rotoscópicos que difuminan los límites con la acción real. Otros adoptan estilos más infantiles, mientras que los menos arriesgados parecen haber salido de las escenas cinemáticas de los videojuegos, esas que aparecen entre niveles y que no podemos adelantar porque el procesador está cargando la pantalla siguiente.

Algo destacable es que, incluso en estos últimos casos, los animadores parecen haberse alejado del uncanny valley (“valle inquietante”), ese punto que está cercano al realismo, pero no tanto, y que nuestro cerebro procesa con rechazo. Hay animaciones con movimientos realistas, otras con caras realistas y otras con expresiones faciales realistas. Donde alguno pegue las tres cosas, le va a ir bien.

Los temas también son variados, aunque un elemento está presente en la mayoría de las animaciones. Es una parte del cuerpo que poseen más o menos la mitad de las personas, que generalmente permanece oculta y que en movimiento se mueve en forma pendular. Sí, en Love, Death & Robots hay muchos penes animados.

Podemos discutir si la desnudez gratuita de esta serie es comparable a su violencia gratuita, o a la violencia gratuita de programas pensados para ver en familia. Lo cierto es que cada uno de los equipos creativos no tuvo obstáculos a la hora de producir historias con temática “adulta” (comillas vagas) y eso hace que además de las muertes del título haya escenas de sexo, con y sin amor, y penes bamboleantes como para jugar un drinking game.

I love you, John

Entre los cortos más recomendables se encuentra Zima Blue, acerca de un excéntrico artista que está a punto de presentar su obra definitiva. Helping Hand es una mezcla perturbadora de Gravity con 127 horas, mientras que Ice Age entretiene con otra versión del cuento de la civilización diminuta que avanza a gran velocidad. Cómo olvidar a Lisa Simpson diciendo: “¡He creado luteranos!”.

Por último, en mi podio personal se encuentran Three Robots (acerca de tres compinches que recorren un mundo sin humanos), When the Yogurt Took Over (sobre un yogur con inteligencia que conquista el mundo), y Alternate Histories (un simulador que permite cambiar el pasado y descubrir las consecuencias de tal cambio). Animados en formas distintas, tienen algo en común: los tres están basados en cuentos cortos de John Scalzi, algo que descubrí con sorpresa al ver los créditos.

Mi siguiente paso fue obvio: comprar la edición digital del libro Miniatures: The Very Short Fiction of John Scalzi. Allí el autor nos entretiene con una variedad de textos que parodian los universos superheroicos, las series como Star Trek y exploran en abundancia cómo sería la interacción de la raza humana con seres de otros mundos. Se lee tan rápido como se mira la serie.

Love, Death & Robots puede disfrutarse de un tirón o consumirse en pequeñas dosis. Y si se topan con una morcilla dulce, para cuando se den cuenta ya estarán en los créditos y prontos para esperar un asado jugoso o un chinchulín.

Love, Death & Robots. 18 cortos animados basados en historias de Ken Liu, Alastair Reynolds, John Scalzi, Steven Lewis, David Amendola, Michael Swanwick, Marko Kloos, Claudine Griggs, John Landsdale, Kirsten Cross. En Netflix.