“Esta noche, ahí afuera, muchas niñas y niños están mirando. Nos están observando y están viendo el comienzo de algo, quizás, un poco diferente. Están viendo cómo renace una ciudad. Una ciudad en la que no importa de qué color seas y en la que no importa a quién amas, siempre y cuando ames”, dijo la demócrata Lori Lightfoot el martes de noche, después de que los resultados de las elecciones municipales confirmaran que será la próxima alcaldesa de Chicago, la tercera ciudad en población de Estados Unidos. Las palabras de esta abogada de 56 años podrían haber sonado banales, o cursis, pero cobran un significado distinto cuando se entrecruzan con su historia personal.

El 20 de mayo, cuando asuma oficialmente el cargo, Lightfoot se convertirá en la primera alcaldesa negra y lesbiana en la historia de esta ciudad. Lo hará en su primer intento por ocupar un puesto político y con un rotundo triunfo frente a la también negra Toni Preckwinkle, presidenta del Partido Demócrata en el estado de Illinois, y una clásica representante del establishment político. “Cuando comenzamos nuestra campaña nadie confiaba en nuestras posibilidades. Ahora vean a dónde hemos llegado”, dijo la demócrata en su primer discurso como alcaldesa electa. “Hoy no solamente hicimos historia, sino que hemos iniciado un movimiento por el cambio”, agregó.

Antes, Lightfoot fue fiscal federal, presidenta de la Junta de Policía, y ejerció como abogada en la firma privada Mayer Brown. Decidió postularse a un cargo electivo, convencida de la necesidad de poner “los intereses de todos los habitantes de la ciudad por encima de los intereses de unos pocos poderosos”.

En las elecciones del martes, Lightfoot se impuso con 73% de los votos. Preckwinkle, que obtuvo apenas 26% de respaldo, reconoció que no alcanzó el resultado que quería, pero dijo que la elección era “histórica” porque “hasta no hace mucho, dos mujeres afroamericanas compitiendo en una segunda vuelta a la alcaldía habría sido impensable”. Las demócratas Lightfoot y Preckwinkle fueron las dos candidatas más votadas en la primera vuelta de las municipales, celebradas en febrero.

Lightfoot reemplazará a Rahm Emanuel, quien causó sorpresa en setiembre cuando anunció que no presentaría su candidatura para un tercer mandato. La carrera del actual alcalde se vino en picada en 2014, cuando un policía blanco mató de 16 disparos por la espalda a un adolescente negro. Emanuel no quiso hacer público el video que mostraba el ataque y, aunque el policía fue condenado a prisión, el alcalde fue acusado de encubrir el crimen. “No soy una persona que quiere escalar dentro de un partido político comprado”, dijo Lightfoot el mes pasado durante un debate, en un intento por desmarcarse de sus antecesores.

La tarea que le toca asumir no es fácil, ya que estará a la cabeza de una de las ciudades donde se registran mayores índices de violencia. En 2018, en Chicago hubo 561 asesinatos, un centenar menos que el año anterior pero más de los que suman juntas Nueva York y Los Ángeles, las dos ciudades más pobladas del país. La tasa de homicidios llevó al propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a amenazar con intervenir la ciudad con fuerzas federales para frenar lo que calificó de “carnicería”. La abogada se enfrenta además a brutalidad policial, corrupción endémica en las instituciones locales, déficit en las finanzas y falta de recursos para la educación pública.

Para Lightfoot, su victoria envía el mensaje de que los habitantes de Chicago quieren una nueva dirección. Lo afirmó hace dos días: “Creo que lo que muestra es que las personas quieren un descanso de ese pasado político roto, y estoy entusiasmada con las perspectivas”.