Dos gobernantes controvertidos, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, mantuvieron una reunión ayer en el Salón Oval de la Casa Blanca. El encuentro formó parte de la visita oficial del líder derechista y antieuropeo húngaro a Washington.

Acompañado por Orbán, Trump declaró, en una conferencia de prensa que dieron juntos, que para él era un “gran honor” recibir al dirigente húngaro, y destacó sus políticas contra la inmigración. Dirigiéndose a Orbán, le dijo que es un gobernante “respetado en toda Europa” y agregó que “probablemente” también es, al igual que él mismo, “un poco controvertido, pero eso está bien”. A continuación afirmó: “Ha hecho un buen trabajo y ha mantenido a salvo a tu país”.

El político centroeuropeo, que ocupa el cargo de primer ministro desde 2010, dijo que su gobierno y el de Trump están trabajando en una misma línea en varios problemas globales. “Me gustaría expresar que estamos orgullosos de estar junto a Estados Unidos en la lucha contra la migración ilegal y el terrorismo, y en proteger y ayudar a las comunidades cristianas de todo el mundo”, afirmó Orbán, que inmediatamente fue apoyado por Trump. El gobernante estadounidense le dijo al visitante: “Usted ha sido excelente con respecto a las comunidades cristianas, realmente ha puesto una barrera. Y lo apreciamos mucho”. Esas palabras fueron interpretadas como una referencia a las barreras que el gobierno húngaro levantó en varios puntos de la frontera de Hungría con Serbia y Croacia.

Trump no ahorró en elogios para Orbán, y rechazó las críticas acerca de que su visita a Washington implica una recompensa a un gobierno que erosionó la democracia en Hungría y que señalaron la buena sintonía que el primer ministro tiene con el presidente ruso, Vladimir Putin. Desde la Casa Blanca se afirmó que la visita de Orbán tiene como objetivo profundizar la relación de Estados Unidos con los países de Europa Central, y se vincula con la agenda de negociaciones acerca de armamento y energía.

Varios legisladores demócratas habían expresado su rechazo a que el primer ministro húngaro fuera recibido en la Casa Blanca. “Orbán representa muchas cosas que son absolutamente contrarias a los valores estadounidenses fundamentales”, afirmó en una carta a Trump un grupo de demócratas del Congreso encabezado por Eliot Engel, el jefe de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes. Los firmantes pidieron que se cancelara la visita de Orbán.

“Él dirigió un retroceso de la democracia en su país, usó términos antisemitas y xenófobos en sus mensajes políticos, y mantiene una relación de estrecha confianza con Vladimir Putin y el Kremlin”, afirman los legisladores en la carta. Para terminar manifiestan: “Nos preocupa ver al presidente de nuestro país, que históricamente apoyó la protección y promoción de la democracia y los derechos humanos en todo el mundo, reunirse con un hombre que frecuentemente ignora estos valores”.

Trump no dio mayor importancia al pedido de los legisladores demócratas y siguió adelante con la agenda programada para la visita de Orbán, algo que también puede ser leído como parte del enfrentamiento que la actual administración estadounidense mantiene con la Unión Europea (UE).

Días atrás trascendió una carta enviada por la administración Trump a la UE, en la que le advierte que sus planes actuales de defensa, enfocados en el propio bloque, están poniendo en peligro décadas de integración de la industria de defensa transatlántica y de la cooperación militar mediante la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). De acuerdo con esa misiva, a la que accedieron varios medios europeos, entre ellos El País de Madrid, el gobierno de Trump hizo a los países de la UE una serie de amenazas más o menos veladas de posibles represalias políticas y comerciales si mantienen su intención de desarrollar proyectos de defensa y armamento sin contar con la colaboración de otros países.

China y los negocios

Durante la conferencia de prensa que dio al recibir a Orbán, Donald Trump también se refirió a la guerra comercial que su administración mantiene con China. Más temprano, ese país había anunciado que a partir del 1º de junio aplicará aranceles de 25% a bienes importados desde Estados Unidos por un valor de 60.000 millones de dólares. Así respondió Pekín a los aranceles que Washington impuso a los productos que importa desde China.

Ante periodistas, el presidente estadounidense dijo que todavía no había tomado una decisión al respecto, pero que su gobierno “tiene derecho” a poner más aranceles que los dispuestos hasta ahora. Al respecto, Trump agregó: “Me encanta la posición en la que estamos [...] Puede que haya represalias, pero serán menores comparadas con las nuestras. Hacemos muchos menos negocios con ellos que ellos con nosotros”.