Desde las elecciones israelíes del 9 de abril, el primer ministro Benjamin Netanyahu intentó sin éxito reunir en el Parlamento un número de aliados que le permitiera gobernar por un nuevo período. La situación llevó a que el Parlamento decidiera autodisolverse ayer y convocar nuevas elecciones en setiembre, algo inédito en la historia del país.

En alguna medida, esta votación (74 a 55) significó un triunfo para Netanyahu, porque evitó que el presidente israelí, Reuvén Rivlin, le encargara al rival electoral del primer ministro, Benny Gantz, hacer el intento de formar gobierno. El partido de Gantz, Azul y Blanco, fue el segundo más votado en abril.

El punto que divide desde hace años a los aliados de Netanayhu es la excepción que permite a los judíos ultraortodoxos no prestar el servicio militar obligatorio. Mientras que Israel Beitenu, el partido de Avigdor Lieberman, reclama una ley de reclutamiento obligatorio para todos, los partidos ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá la rechazan de plano. “Hice todo lo que pude para impedir estas elecciones innecesarias”, dijo ayer Netanyahu, que acusó a Lieberman de negarse a un acuerdo porque “quería hacer caer al gobierno”.