En los últimos tiempos las ficciones televisivas nos acostumbraron a la figura del malo querible, sea porque descubrimos el triste pasado que determinó su maldad o porque se trata del protagonista de la serie y nuestro punto de vista frente a los hechos que están ocurriendo.

Cuando el FBI intentaba colocar un micrófono en el sótano de Tony Soprano, una partecita de nosotros quería que no se saliera con la suya. El Hannibal Lecter de la pantalla chica es incluso más cruel y calculador que el del cine, y sin embargo su supervivencia nos garantizaría más episodios de su hermosa serie. Ni que hablar de los miles de fanáticos de Breaking Bad que consideraban a Skyler como la villana, por complicarle la vida al pobrecito de Walter White.

Eso no quita que sigan existiendo los villanos malísimos, capaces de ponernos los pelos de punta con su sola presencia o con un grito que la anticipe, como el famoso “¡Omar! ¡Omar!” en The Wire. Y antes de que la audiencia de Game of Thrones se dividiera en cuanto a apreciaciones de calidad, no cabían dudas de que Joffrey Baratheon era un personaje detestado por unanimidad.

La televisión continúa proveyéndonos de una gran cantidad de villanos y esta es una lista de los mejores exponentes del género. Una lista corta, subjetiva y limitada a aquellos villanos de series que tuve la oportunidad de ver. Al ritmo que se estrenan (Netflix subió 15 temporadas de series desde que comenzaste a leer esta nota), no hay chance de conocerlos a todos.

7: Marie Kondo (¡A ordenar con Marie Kondo!)

Foto del artículo 'Top 7 de los villanos más crueles de la televisión actual'

Desde que el maléfico doctor Evil hizo un clon de un octavo de su tamaño llamado Mini-Me no se veía tanta maldad en un envase tan pequeño. La gurú japonesa del orden llega a las viviendas de sus víctimas con 139 centímetros de aparente bondad, hasta que empieza a pedirles que tiren objetos. Es cierto que este reality se concentra en personas que tienen graves problemas de orden o acumulación, pero eso no impidió que miles de espectadores giraran su cabeza, miraran a los ojos de su pareja y dijeran: “¿No sería hora de que te deshicieras de todas esas historietas?”. Se me pone la piel de gallina de sólo pensar en los males que ha ocasionado en el mundo real.

6: Logan Roy (Succession)

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En la primera mitad de la temporada, Logan es un viejo de 80 años que sufre los achaques de la edad y cuya familia espera que deje su posición en la empresa multimillonaria de un momento a otro para dedicarse a resolver crucigramas y pasar tiempo con sus nietos. En la segunda mitad de la temporada, es un ejecutivo sanguinario al que no le importa si lo que tiene enfrente es un enemigo acérrimo o uno de sus hijos. Brian Cox es brillante en las dos facetas de la personificación del capitalismo salvaje.

5: Cornelius Hickey (The Terror)

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Los tripulantes de los barcos Erebus y Terror están en problemas. No solamente sus vehículos quedaron atrapados en el hielo del Polo Norte en 1845 (mucho antes de que el calentamiento global transformara la zona en una piscina climatizada), sino que un oso polar con cara de persona los visita a cada rato y mutila a algunos de ellos. Aun así, lo peor que les sucede es tener que lidiar con el taimado señor Hickey, quien comienza a complotar a escala pequeña y termina convirtiéndose en figura temeraria, capaz de actos difíciles de narrar en un periódico apto para todo público. El actor Adam Nagaitis no tendrá problemas para conseguir empleo después de esto.

4: Anatoli Diátlov (Chernobyl)

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Si vieron la miniserie lo recordarán perfectamente: entre todos los empleados de la central nuclear que visten mameluco blanco, es el que tiene mal carácter y pinta de carnicero (condiciones que no van de la mano, antes de que los carniceros comiencen a mandar cartas al diario). Jefe adjunto del reactor 4, sus malas decisiones aportaron granitos de arena radioactiva al desastre que se cobró miles de vidas. La interpretación del británico Paul Ritter lo convierte en un personaje rudo, tan incapaz de reconocer un error como de ejecutar correctamente el test de un sistema de retroalimentación.

3 y 2: Perry Wright, Mary Louise Wright (Big Little Lies)

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Las mujeres de la coqueta ciudad de Monterrey en California tienen muchos secretos, pero el principal se esconde en la relación que tienen Celeste (Nicole Kidman) y su esposo Perry (Alexander Skarsgård). Esta serie mostró la violencia doméstica con honestidad brutal y nos dejó pensando de dónde pudo haber salido una persona así. La segunda temporada intenta responder esta pregunta e introduce a la madre de Perry, cinturón negro del comportamiento pasivo-agresivo. Es interpretada de manera magistral por Meryl Streep, quien merece llevarse todos los premios solamente por la escena en la que se pone a gritar.

1: Luisito Rey (Luis Miguel, la serie)

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Este cantante y compositor español, padre del famoso Luis Miguel, hace que Darth Vader parezca un ejemplo de cómo criar a tus hijos. Como tantas personas que ven a su vástago jugar bien al baby fútbol y creen que tienen la vida resuelta, presionó a la estrella de la canción desde su más temprana edad, maltrató a toda la familia y se ganó el odio de todos y cada uno de los seguidores de la serie. ¿Podrá la segunda temporada encontrar a un villano a la altura del que encarnó Óscar Jaenada? La respuesta es que no, por supuesto que no.

Bonus track: el programa más bueno de la televisión

Para borrar tanta maldad y terminar la semana en forma agradable, debo referirme a un reality show que solamente existe porque hay un directivo de Netflix que firma cheques con un sello: Blown Away. Se trata de una competencia entre sopladores de vidrio, quienes en cada programa deben cumplir un desafío, como crear un objeto que incorpore la luz, o uno que sirva para beber vino.

Si bien mantiene los clichés de edición del género (rostros de sorpresa, terminaciones a último momento), es increíble ver cómo los participantes se tratan bien entre ellos y a los asistentes que tiene cada uno, además de recibir críticas del jurado en forma constructiva. Al final de cada episodio, cuando se conoce al eliminado, el grupo le da un abrazo antes de dejarlo ir.

Emociona menos que una carrera de caracoles, es cierto, pero es lindo ver un programa en el que las personas no se están gritando todo el tiempo y el jurado no los trata como porquerías en busca de una lágrima que recorra de arriba hacia abajo nuestro televisor de 29 pulgadas.

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