Comenzó ayer y sigue hasta mañana Dale al tracking, la muestra de cine curada por la Asociación de Críticos de Cine del Uruguay (ACCU). Para esta tercera edición, el local para ver cine noventero será el de las nuevas instalaciones de Cinemateca Uruguaya.

La info del ciclo está disponible en ladiaria.com.uy/UYX, pero conviene saber que hoy a las 19.00 va El sonido de la muerte (Brian de Palma, 1981), a las 21.10 El día de la bestia (Álex de la Iglesia, 1995) y a las 23.10 Reina de la noche, película del uruguayo Manuel Lamas. Mañana a las 19.00 se podrá ver Conquista sangrienta (Paul Verhoeven, 1985) y a las 21.25, El proyecto Blair Witch (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999).

“El ciclo surgió con el ánimo de celebrar la nostalgia. Las dos ediciones anteriores coincidían con el fin de semana del 24 de agosto; esta vez preferimos organizarnos mejor, aunque eso conllevara sacrificar la fecha. Pretendemos recordar aquellos días en que sabías que ibas a pasar por el videoclub para llevarte cuatro o cinco películas, aunque después eso significara pagar multas por el atraso en la devolución, porque era poco probable que las vieras todas en 24 horas. El tracking es además un recuerdo fresco de la generación de críticos que rondamos entre los 30 y los 40 años, muchos de los cuales integramos las últimas directivas y pensamos en nuevas propuestas –como este ciclo, o el evento Listomanía– para acercar a la ACCU al público cinéfilo. Concretamente, este ciclo es el que nos permite juntar dinero para pagar la cuota anual de afiliación a la Federación Internacional de Prensa Cinematográfica, que en los últimos cinco años nos abrió la posibilidad de que entre tres y cinco críticos nacionales viajen cada año a festivales internacionales de primer nivel a integrar jurados especializados”, dice la periodista Marian Solomita, de la ACCU.

Para esta edición en concreto, ¿cómo hicieron la selección de películas?

La idea desde la primera edición fue armar una selección que mezclara rarezas poco vistas con títulos más conocidos que no llegamos a ver proyectados en una sala de cine, y cuya exhibición se convirtiera en una especie de evento social de una comunidad seguidora de una determinada película o director. En ediciones anteriores apostamos a títulos ochentosos, pero sucedió que el revisionismo vintage se volvió una moda y también el reestreno y las proyecciones especiales de películas con el mismo perfil, o la adquisición de estos títulos por parte de plataformas como Netflix. Por ejemplo, no hubiera sido una sorpresa proyectar la Suspiria original. Además este año teníamos la ventaja de aprovechar las nuevas instalaciones de Cinemateca, nuestro socio tradicional en este ciclo, y proyectar en 35 milímetros... que no tiene que ver con el tracking pero bueno, el concepto nostalgioso que hay detrás rendía de todas formas. Cada uno de los socios de la directiva (Guilherme de Alencar Pinto, Micaela Domínguez, Diego Faraone, Christian Font y yo, con la colaboración de Agustín Acevedo Kanopa) propuso varios títulos y luego les dimos puntaje para armar una lista de preferencias. Siempre reservamos uno o dos lugares a obras nacionales, y en ese caso Font sugirió el mediometraje La BCG no engorda, realizado por Josema Ciganda en 1988, y yo propuse Reina de la noche, la película perdida de Manuel Lamas, que desde 1996 había estado en poder de su protagonista, Marianela Ferrari, que además fue la última pareja de Lamas. Ella la tenía guardada, ignorando que el director se había convertido en figura de culto y que había fanáticos buscando la película.

¿Esa película de Manuel Lamas puede tener un estatus de culto semejante al de Acto de violencia en una joven periodista, su obra más conocida?

La historia del descubrimiento de esta película tiene que ver con otra película y una investigación periodística express. Yo formaba parte del staff de Espectáculos del diario El País y quería escribir acerca de Directamente para video, un documental que Emilio Silva quería preparar sobre Manuel Lamas. Entonces traté de contar quién era Lamas, y una llamada me llevó a otra y a otra y terminé encontrándome con un montón de detalles muy particulares y divertidos, pero también con una nebulosa en cuanto a qué había sido de él. Incluso había versiones de que estaba trabajando en Hollywood, otras de que había muerto en la indigencia. La nota se publicó un sábado de 2016, fue muy leída durante todo el fin de semana y el lunes me llamó al diario el hermano de Lamas; me confirmó que él había fallecido y se ofreció a contarme su historia y a contactarme con su última pareja. El hermano me dio unos VHS que había dejado Lamas antes de morir: llegué a mi casa, puse uno en la videocasetera y lo vi a él caminando por 18 de Julio, dándole indicaciones a su pareja de cómo filmarlo. Esa era la primera imagen que había de Lamas; no había fotos ni entrevistas filmadas porque la prensa lo había ignorado completamente. Fue muy emocionante. Al día siguiente fui a la casa de su ex pareja, Marianela Ferrari, y ella me contó que lo había conocido a través de un aviso en el diario en el que pedía actrices para una película uruguaya (año 1996, hacer cine era una utopía, así que imaginate lo que representaba para una actriz pensar en filmar una película). Su rol era el de una mujer ciega, paralítica, dueña de una voz prodigiosa, ideal para cantar “Reina de la noche”, de Mozart. La mujer es descubierta por un director de orquesta mujeriego, solterón, con complejo de Edipo, aficionado a llamar a un 0900 amigos y viven un complicado romance, ya que ella era víctima de abusos por parte de su hermano y su cuñada. Me estoy por ir, y Ferrari me dijo: “Antes de irte, si querés te muestro la película”, y cuando puso play la primera escena era una mujer estilo Blanca Rodríguez en los 90, caminando por el Solís y que dice “Soy periodista...”, igual que en el comienzo de Acto de violencia en una joven periodista. Sigo viendo y aparece el propio Lamas interpretando a Roberto Brumz, este supuesto director brillante y mujeriego. Sigue, y también resulta que hay magia negra, escenas eróticas, romances imposibilitados por terceros maléficos, como en su película más famosa... Evidentemente hay una línea temática y narrativa que se mantiene. Yo creo que la película tiene un problema de montaje; las escenas suelen ser más largas de lo que deberían, es bastante confuso en qué orden suceden las cosas y hay resoluciones del argumento sin sentido, pero esos errores son también los que fascinan de Lamas. La película se exhibió antes en el Festival Detour y tanto ellos como Silva digitalizaron la copia deteriorada del VHS y nos la pasaron para poder armar esta segunda proyección. Hay otros detalles del detrás de cámaras que las dos protagonistas contarán en la sección de preguntas y respuestas que tendrá lugar luego de la proyección. Adelanto uno: Lamas era un director híper exigente, que trabajaba sin guion, pero hacía que sus actores repitieran por lo menos 20 veces las tomas hasta él quedar conforme.