“Este disco fue un refresque. No me preguntes cómo, porque no me lo imaginaba”, dice Roberto Musso, compositor, cantante, guitarrista y líder absoluto de El Cuarteto de Nos, sobre las canciones de Jueves, el flamante álbum de su banda, que se presenta oficialmente hoy a las 21.00 en el Antel Arena (sólo quedan entradas de campo, a $ 1.300, por Tickantel). Parte de ese refresque se nota en canciones como “Mario Neta”, “Punta Cana” y “Contrapunto para humano y computadora”, que con sus respectivos videoclips están arrasando en Youtube.

El primer corte de difusión de Jueves, “Punta Cana”, es humor hecho y derecho, como no había en los últimos discos del grupo. ¿Te lo planteaste así o salió natural?

Como fue planteado el disco, “Punta Cana” fue el single por descarte, porque era una de las pocas canciones que teníamos terminadas. Fue la primera vez que sacamos el corte sin tener el disco terminado, algo que antes era impensado. Fue una metodología distinta. Quisimos sacar canciones independientes y que ninguna tuviera la presión de ser el hit, la humorística, la bailable, la rara, etcétera. Me gustó sacarme esa presión de arriba y laburar las canciones como cosas independientes. Eso fue lo que decantó en que eligiéramos varios productores, para profundizar las diferencias. De “Punta Cana” tenía el título, que de por sí no dice nada. Capaz que la gente al leer el título pensaba: “¿El Cuarteto con una canción de Punta Cana? ¿De qué van a hablar? ¿Del Caribe, las palmeras? Qué embole”. Fue un ejercicio, a partir del título, de cómo podía desembocar en una historia atractiva o entretenida, y saltó en esa mezcla, que tiene más de irónico que de humorístico.

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La ironía es un vehículo para el humor.

Exacto. Para mí hay dos cuestiones fundamentales en la canción. Tratar el tema de la envidia al vecino, el que le empieza a ir supuestamente mejor y hace lo mismo que vos pero no sabés por qué le está yendo bien, y en lo primero que pensás es que está metido en algo medio raro. Pero capaz que el tipo ahorró o administró mejor la plata; entonces, el tema de la corrupción está volando en la canción. Y además es rara, porque no tiene estribillo sino ese coro “oa-oa”. Pero ninguna canción es representativa del disco. De ahí también sale por qué se llama Jueves, que no te manda para ningún lado. A los que no les gustó “Punta Cana” yo les decía que no se preocuparan, y a los que les gustó, que no se afilaran, porque las demás canciones no tienen nada que ver.

¿Te pasó algo de lo que relatás en “Mario Neta”?

Sí, obvio. ¿A quién no? ¿Quién no está metido en el papel del hiperconsumista? Estoy inmerso en el mundo infantil, comprando regalos inservibles para compañeritos. Mil cumpleaños por mes y no sabés ni quiénes son los nenes. Para poder escribir de algo me tengo que sentir parte, si no, no me inspiraría ni me vería con propiedad de escribir. El hiperconsumo me inspiró ese personaje del “Mario Neta” hiperconsumista, pero que a su vez va en el auto y la voz de la radio lo cuestiona, que es algo que se repite mucho a lo largo del disco. Esas voces cuestionadoras que no son la primera persona fueron laburadas al extremo, varios personajes que aparecen y que contrastan el pensamiento del protagonista.

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Supongo que escribir sobre el hiperconsumo fue un desafío, porque es un tema que en la música ya está bastante tocado. Recuerdo “Ciudad de la Plata”, de Fernando Cabrera, de hace más de 20 años.

Totalmente, y que somos marionetas tampoco es un descubrimiento filosófico nuevo, pero la canción tiene algo que la hace súper contemporánea. Puede ser que lo novedoso sea que el tipo escucha y dice: “¿Qué me está diciendo este tipo? Filosofando sobre el mal que nos va hundiendo. Si yo soy feliz así, ¿qué me importa?”.

Si bien en el disco hay varios productores, uno no se da cuenta qué mano está detrás de cada canción; como que El Cuarteto ya tiene su sonido establecido.

Me gusta que me lo digas, porque era un gran riesgo y un gran interrogante. Fue con varios productores, grabamos en cinco países, en no sé cuántos estudios, cada uno con su equipo de trabajo. Cuando fuéramos a armar ese puzle, el interrogante era ver qué pasaba. Pero capaz que si a la gente no le digo, no sabe que fue hecho con varios productores.

¿Cómo decidieron qué temas agarraba cada productor?

Les mandamos los demos a todos y cada uno eligió el que le parecía más de su palo. Por ejemplo, con Héctor Castillo hicimos “Anónimo” y “Hombre con alas”, que son las canciones más estilo rock alternativo del disco, y ese es su fuerte. Por “Anónimo” se pelearon tres productores –no voy a decir los nombres–, pero estaba el mail: Héctor había sido el primero.

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¿De dónde salió la idea de “Contrapunto para humano y computadora”?

En vivo hacemos “Mírenme” con Santi [Marrero, tecladista], a dos voces, que en el disco [Bipolar, de 2009] está con [Fernando] Santullo, y rinde pila en el show. Entonces, tenía en la cabeza la idea de hacer un duelo de freestyle, pero llegaba siempre a un lugar común. Podía invitar a cualquier hiphopero, que hay un montón y son todos buenísimos, pero es lo que hace todo el mundo, el featuring con alguien, y no me terminaba de cerrar cómo podía hacer algo original. Sin embargo, con el correr del tiempo, pensé que podía ser con un robot, un GPS o cosas así, y decantó en que coliden mis dos mundos: ¿por qué no probar con una computadora? Hacer eso me dio el guion de la canción, porque en el freestyle podés pelearte sobre cualquier cosa, pero la computadora me guiaba a que desnuda nuestros males como seres humanos y yo la critico. Me armaba un guion que estaba interesante de por sí. Ya sabía que el final tenía que ser abierto, que nadie ganara.

Me da la sensación de que gana la computadora.

¿Viste los comentarios en Youtube? Algunos dicen que es así, porque me voy calentando, varios comentan que es empate y otros dicen que en realidad la computadora no existe porque lo escribí todo yo. Cuando se las mostré a aquellos [la banda], no pensé que tuviera lenguaje discográfico como para un álbum, pensé que iba a ser siempre para el show vivo. Todos pensamos lo mismo, la gente de Sony dijo “está buenísimo, pero...”. Pero con ese foco que se puso en el video, resaltó lo diferente. De hecho, de las canciones nuevas es la que tiene más views en YouTube.

Foto: Federico Gutiérrez.

Foto: Federico Gutiérrez.

En “Que empiece el juego” cantás “qué fácil ser moralista, / qué difícil tener moral”. ¿Qué te disparó esa frase?

Esa canción salió de la polarización, de ver que la gente está, en todas las áreas, tendiendo más al blanco y al negro que a los grises. Y cada vez que viajamos por Latinoamérica, más se ve en todo. Esa canción en un momento la vi como el espejo de “Llegó papá”, que es la primera persona, y el de “Que empiece el juego” le está hablando a este otro que es un mesiánico que piensa que su verdad es única. La frase fue un corolario de lo que dice la letra, junto con “gana la guerra el que queda / y no el que tiene razón”.

¿“Llegó papá”, que trata de ese mesías que viene a salvarnos, tuvo alguna inspiración nacional?

No, pero en los tiempos que corren ahora tenés 100.000 para inspirarte. Cuando la empecé a escribir tampoco quería que llevara meramente a la política, quería dejarlo abierto a que fuera un personaje religioso, de una secta, del Estado o de cualquier cosa. Pero se potenció con el clima electoral de acá, de Argentina y de Colombia. Todos dicen que es fulano o mengano. Lo gracioso es que te dicen que es [Jair] Bolsonaro o otro de ultraizquierda, puede abarcar muchos personajes, y me gustó que quedara un poco ahí. Pero, claro, hoy hay partes que son un copy-paste de un discurso político, lo metés ahí y funciona.

En marzo entrevisté a Santiago Tavella, tu compañero de banda, que me decía que notaba mucha literalidad en la música, como que faltan el doble sentido y la ironía. ¿Has luchado para no ser literal? Pienso, por ejemplo, en “No llora” o “21 de setiembre”, canciones del disco Habla tu espejo (2014), de El Cuarteto, que no tienen ironía y son totalmente serias.

En estas nuevas, como “Llegó papá” y la de la computadora, no es Roberto. Muchas cosas de las que dice el Roberto de la computadora no las suscribo. Y en “Llegó papá” fui al límite: ¿por qué no encarnar un personaje detestable y nefasto en primera persona? Tengo todo el drama de si en vivo voy a hacerlo yo a cara lavada, me lo cuestioné mucho, porque fue un camino distinto. En “No llora” sabés que es el Roberto papá, y en “21 de setiembre” es el Roberto hijo de la mamá con Alzheimer. En este caso, me gustó jugar, pero no sé si llega a ser ironía o tiene otra terminología.

Se están cumpliendo diez años de que se fue Riki Musso de la banda, durante la grabación de Bipolar (2009). ¿Lo extrañás en El Cuarteto?
Claro, pero pasó mucho tiempo. Obviamente que fue el momento mas difícil de la banda como grupo humano. Tengo mis dudas todavía, y nunca se sabrá: si hubiera sido en otro momento, yo no sé si El Cuarteto seguía. Justo en ese época fue con el disco recién terminado, con una inversión importante y había que presentar Bipolar, no era como para dejar todo. Pero si hubiera sido un año antes o un año después, tengo la duda de qué hubiera pasado. Sin embargo, después de lo negativo florecieron cuestiones positivas increíbles, porque tanto Topo [Antuña] como Santi le dieron una energía distinta, y se abrió toda una etapa internacional que ni esperábamos y que recién estaba floreciendo. Y diez años son diez años: es la historia de una banda en sí misma.

¿Hablás de la banda con Riki? ¿Te comentó el nuevo disco?
Sí, claro, para bien y para mal... Por “Contrapunto...” me recontra felicitó. De “Punta Cana” no me dijo mucho, cuando no me dice nada... Tenemos una relación re clara con Riki.

¿El Roberto más autobiográfico, de “21 de setiembre” y “No llora”, dónde está?

Cuando hago determinado tipo de canción, que me gusta probar con la misma fórmula, como en esos dos temas, en un momento digo: “Quiero cambiar, ya está”. ¿En qué otra canción voy a representar a los mismos personajes? Creo que en Apocalipsis zombi [2017] se vio que no tiene nada que ver. Y a estas canciones nuevas también las veo distintas, porque están fuera del yo de “No llora” y 221 de setiembre” y no son personajes tan lúdicos como los de Apocalipsis zombi. Lamentablemente, son más creíbles, más crudos y más reales.

Tavella también comentó en la entrevista que seguramente no haya más canciones de él en los discos de El Cuarteto. De hecho, en los dos últimos ya no hay. Dijo que a la banda no le interesan. ¿Qué pasa con sus temas dentro del grupo?

En Apocalipsis zombi fue por un tema democrático. En ese momento estaba el Cachorro [López, productor] y le dijimos: “Acá están todos los demos, elegí los que te parezcan bien”, y no le pareció ninguno de Santiago. Pero no creo que no vaya a haber nunca más. El tema es que hay muchas canciones de su parte solista que no cuadraban en lo que podía ser la selección del disco.

¿Y en Jueves que pasó?

Lo mismo. Hicimos una preselección, les mandamos algunas canciones a los productores, y también, aquellos eligieron... Lo mismo que las mías. No hice muchas más canciones, te digo la verdad, pero había cuatro o cinco que no quedaron. Cuando compongo, las primeras canciones que hago, que son de transición entre un disco y otro, a veces son las primeras que se descartan, porque repiten un poco la fórmula o no entran en el concepto final del disco. Así que puede haber y puede no haber.

Ya que estamos con aniversarios: se están cumpliendo 35 años del primer disco que sacaron, junto con Mandrake Wolf.

35 años... tenés razón. Y dónde estamos ahora, ¿no? Fue un mojón que tenía que pasar. Ese es un disco raro porque nos agarró en una etapa en la que ya habíamos dejado de tocar esas canciones y teníamos casi prontas las de Soy una arveja [1986], que no tenían nada que ver con esas otras, pero ahí quedó una etapa marcada. El otro día le conté a Mandrake: cuando fuimos a México me preguntaron “¿Qué pasó con el cantante que se fue, Alberto Wolf?”.

Foto: Federico Gutiérrez.

Foto: Federico Gutiérrez.

¿Afuera siguen sin tocar las canciones de antes de Raro (2006)?

A veces hacemos “Me amo”, pero porque fue rehecha en Bipolar. En Argentina a veces tocamos “Bo cartero” y “Hay que comer”, pero el 98%... Y el show de hoy es 100% después de Raro.

Los ortodoxos del viejo Cuarteto se van a molestar. Lo tenés claro, ¿no?

No, si no se molestaron hasta ahora... A lo sumo hemos tocado dos temas [pre Raro] en los últimos shows. Lo que pasa es que hemos probado y en los shows hay como un bajón energético, artístico o como quieras llamarlo, que no pasa desapercibido. Fuimos a Cali, y ahora vamos a ir a Medellín y a Bogotá; hay mucho público veinteañero o de treinta y pico que nos descubrió ahora. A veces canto una canción vieja y no entienden de qué se trata, es como si fuera otro grupo, de otro palo.

En cierta forma, es como si fuera otro grupo.

Y sí, porque esas canciones no le interesan a la gente y, a esta altura, ni a nosotros. Todavía me siento mucho más sintonizado con las canciones más contemporáneas que con las otras, que me encantan. Cada vez que si voy a alguna entrevista y las ponen, me parecen geniales, pero están en ese lugar, ahí...