A medida que los Vengadores se van quedando sin trabajo, nuevas opciones –changuitas, podríamos decir– van asomando. Netflix parece ser la más fiable, y primero fue para allí el Capitán América en persona, Chris Evans, con Operation Brothers (u Operación Hermanos), en la que reeditaba en cierta manera su héroe de acción, pero con bastante menos trascendencia.

Ahora es el turno de otro Chris vengador, Thor, ya que Hemsworth hace el mismo salto con Extraction (o Misión de rescate), acompañado por los hermanos Russo, los factótum de las últimas películas de los Vengadores, en calidad de productores. Uno de los Russo, Joe, es además el guionista: adapta su novela gráfica Ciudad, escrita junto con su hermano Anthony y Ande Parks, y dibujada magníficamente por el argentino Fernando León González.

“Factótum de los Vengadores” es algo que se ve muy bien en tu currículum e ilusiona a la hora de encontrarse con una entretenida película de acción. Esa ilusión, me temo, no se materializa.

Enojado hombre en llamas hace un raid

Tyler Rake (Hemsworth) es el paradigma del héroe de acción cansado, profesional y cínico. Un hombre duro, hundido en el alcohol por una tragedia de su pasado, que acepta una misión imposible en la que, de paso, se reencontrará con su alma (con 20 años más, y es una película de las que Liam Neeson hace de a por docena, sí).

Rake acepta la tarea de internarse en Bangladesh a rescatar al hijo de un narco secuestrado por un competidor. La tarea pronto se complica no tanto por los rivales a vencer (que Rake apila como muñecos) sino por un engaño del cliente, y nuestro héroe y el joven secuestrado iniciarán una loca carrera por las sucias calles de la ciudad asiática, una desesperada fuga con pocas chances de... nah, mentira. Sabemos siempre cómo va a terminar.

Probablemente ahí radique el problema de esta Misión de rescate. Cierto es que a una película de acción uno le pide más entretenimiento que originalidad, pero aquí el guion está tan en mínimo que termina por desmerecer los muchos (y muy buenos) esfuerzos técnicos. Porque la hechura –a cargo del debutante director Sam Hargrave– ciertamente es impecable: espectaculares secuencias de acción, tiroteos estremecedores, violentísimas batallas mano a mano y una hermosa secuencia de 11 minutos que es el pico de la película (y que lamentablemente ocurre antes de la mitad, por lo que luego nunca alcanzamos una emoción igual). Pero es su historia, su anécdota (básicamente Hombre en llamas, aquella con Denzel Washington, pasada por el tamiz de la violencia de The Raid, de Gareth Evans) la que sigue tan al pie de la letra el cliché, la que propone tan pocos giros ni siquiera novedosos sino tan sólo poco previsibles, la que termina por cansar e incluso –algo inédito para tanto vértigo y violencia– aburrir.

No sólo eso: el síndrome de blockbuster haragán aparece una y otra vez con baches medio inexcusables incluso para una trama tan sencilla (el villano controla todo el ejército de Bangladesh, pero tiene a su importante secuestrado al cuidado de 12 papanatas; los empleadores de Rake no dudan en movilizar a un batallón en su rescate incluso cuando este desobedece órdenes y sigue sin haber un peso involucrado en el trabajo), lo que termina por hastiar al más paciente.

Hemsworth ha probado en ocasiones anteriores ser un buen actor, versátil incluso, pero sobre todo cuando le facilitan algún alivio de humor. Acá, su apagado protagonista tiene cero matices, por lo que poco y nada puede hacer. El resto del elenco se compone por desconocidos actores indios –con la salvedad de un mínimo, y completamente predecible, secundario de David Harbour– y allí hay algo de rescate: Rudraksh Jaiswal le da algo de identidad al secuestrado, más allá de ser una víctima, y Randeep Hooda es el único rival digno de mención de nuestro héroe, entre centenares de muñecos que caen de a montones.

Comparada por su violencia gráfica con la saga de John Wick, en realidad Misión de rescate está bastante por debajo. De hecho, es otro de los tantos ejemplos en los que se olvida que para ser buen cine –no importa si es una película de acción– se necesita un guion, aunque sea en mínimo. Algo que John Wick, la mentada The Raid y muchísimos otros honrosos ejemplos no olvidaron.