La Unión Europea (UE) se propone aprobar un plan para sacar su economía del pozo en el que cayó debido al impacto de la covid-19 y aliviar a los países más golpeados por la pandemia, Italia y España. Con ese objetivo, la Comisión Europea presentó una propuesta que se comenzará a discutir el viernes en una cumbre que se desarrollará por videoconferencia.

La iniciativa tomó como base una propuesta que Francia y Alemania hicieron en mayo. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, propusieron crear un fondo de 500.000 millones de euros destinado a subsidios.

Varios países del bloque se resisten a aprobar ese tipo de medidas, en particular el grupo de estados que se autodenominan “frugales”, Austria, Dinamarca, Holanda y Suecia. Estos países aceptan la creación de un fondo, pero insisten en que los recursos se asignen en calidad de préstamos, y consideran que los subsidios son “un cheque en blanco”.

En cambio, Italia, España, Francia y Portugal defienden esta iniciativa, que les serviría de apoyo para recuperarse de la crisis. El primer ministro portugués, António Costa, defendió la propuesta y dijo que no se trata de un cheque en blanco, pero tampoco de volver a “una troika”. Aludía así a los rescates que se aplicaron en Europa durante la crisis desatada en 2008, con condiciones impuestas por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional que exigían reformas políticas y duros ajustes fiscales.

De aquella crisis a esta cambió la postura de Alemania, uno de los países más poderosos del bloque, que pasó de impulsar esos rescates a argumentar que son medidas de solidaridad necesarias. La posición del gobierno de Merkel parece incluso menos dura ahora que en marzo, cuando se opuso a la emisión de deuda comunitaria mediante los llamados “coronabonos”, reclamados por los países del sur. Se trataba de una emisión de deuda conjunta que tenía como respaldo a los países de la UE en su totalidad.

En la propuesta que se comenzará a debatir el viernes no se incluyen esos “coronabonos”, pero sí un sistema de emisión de bonos con vencimiento a 30 años. Los vencimientos de pagos se financiarían con un aumento de la contribución de los países al presupuesto europeo de los próximos años, al que cada uno aportaría según su riqueza o mediante impuestos específicos que se aplicarían en todo el bloque, informó la agencia de noticias Efe. La diferencia se encuentra en que cada país deberá pagar según el porcentaje que le corresponda, mientras que con el sistema de coronabonos aquellos estados que no pudieran hacerse cargo del pago de la deuda emitida serían cubiertos por los otros.

Este es sólo un aspecto del plan, que tiene un presupuesto previsto de 1,1 billones de euros para el período 2020-2027. Esos recursos se utilizarían para respaldar los bonos, pero también se destinarían 750.000 millones de euros a financiar diversos programas: reformas estructurales, inversiones y medidas que ayuden a amortiguar los efectos de esta crisis. Por ejemplo, está previsto que se cubra por medio de este plan la ampliación del sistema de seguro de paro que ya se aplica en España, y que se conoce como ERTE. También se destinaría parte de estos recursos a crear un Programa de Salud europeo.

De esos 750.000 millones, 500.000 se entregarían como subvenciones y los otros 250.000 millones en calidad de préstamo. Los países “frugales” reiteraron que están de acuerdo con crear un fondo, pero por un monto menor y que se utilice para dar préstamos, no subvenciones. Marcaron esa posición en un artículo publicado por el Financial Times, escrito por el primer ministro sueco, Stefan Lofven, y firmado por los jefes de gobierno de Holanda, Mark Rutte, Austria, Sebastian Kurz, y Dinamarca, Mette Frederiksen.

También existen discrepancias en cuanto a las condiciones para acceder a estos recursos y para determinar quiénes los aportan. Otro grupo de países, los del este, centran sus reparos en las condiciones de acceso a estos fondos.

“Aunque hay diferencias entre países que no son pequeñas, mi impresión es que todos tienen la voluntad de llegar a un acuerdo en poco tiempo”, dijo días atrás el ministro de Finanzas de Alemania, Olaf Scholz, según citó el diario La Vanguardia.

El funcionario confió en que la decisión se va a tomar en poco tiempo. Su posición es relevante no sólo por el peso que tiene Alemania en la UE, sino porque le corresponde a ese país asumir en julio la presidencia rotativa del Consejo Europeo, lo cual refuerza su lugar de liderazgo.

En todo caso, no se prevé que las discrepancias se resuelvan en la cumbre del viernes, sino en una siguiente instancia, que podría ser presencial y se convocaría para principios de julio.