Las marchas contra el racismo que comenzaron en Estados Unidos con la muerte de George Floyd en manos de la Policía se extendieron a decenas de ciudades de Europa, como Londres, Madrid, París, Berlín, Bruselas y Roma.

Este domingo fue la más grande, en Londres, con unas 15.000 personas, y con varios cientos en otras ciudades británicas importantes, como Edimburgo, Manchester y Glasgow. El gobierno de Boris Johnson ha seguido las actividades con atención desde la semana pasada. El primer ministro, cercano al presidente estadounidense, Donald Trump, se ha mostrado comprensivo con los manifestantes, pero su gobierno también señaló que las movilizaciones no son ideales en una época de distancia física por el coronavirus.