¿En qué rubro te desempeñás?

Me desempeño en la rama de la música, soy percusionista. En el exilio en Suecia, cuando tenía 19 años empecé con maestros de Guinea y Gambia a estudiar ritmos africanos tocando el yembé, que es un instrumento de percusión originario del Imperio Mandinga, perteneciente a las zonas entre Malí y Guinea; es un instrumento que forma parte de la música y las tradiciones de esos lugares. A la vuelta a Uruguay seguí estudiando con Nicolás Arnicho; me dediqué al toque de bata (ritmos cubanos) y, obviamente, al candombe. Actualmente integro Latasónica (percusión alternativa), Mestizo (música de Latinoamérica y el Caribe), La Melaza (comparsa de mujeres, donde toco el repique), la banda Niña Chicle, donde aporto en la percusión, y el SODRE, en la Escuela Nacional de Danza, en la división de música contemporánea, como música acompañante de las clases de danza.

Foto del artículo 'Trabajo en tiempo de pandemia: Fernanda Bértola'

Foto: Alessandro Maradei

¿Cómo afectó tu actividad la pandemia?

Modificó en los toques, las actuaciones en vivo, los ensayos, las grabaciones; estoy tratando de dar clases online desde mi casa, pero no es lo mismo que estar presente en una clase. Me bajó mucho el alumnado, lo que me va quedando son algunas clases a distancia, como una familia que está en Minas Gerais a la que le enseño a tocar el tambor, y con el SODRE trato de grabar algunas músicas para los docentes; todo esto, obvio, se ve reflejado en mis ingresos. El no poder visitar a mis padres, a mi abuela al comienzo, el no poder darles ese abrazo y un contacto humano mínimo, que es lo que más precisan, se siente y se extraña en la medida que el tiempo pasa.

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¿Qué es lo que más te complicó y lo que te resultó más sencillo?

El adaptarse a corregir a un alumno por medio de una pantalla en plataformas modernas, en la manera de transmitir la técnica. Lo que más complicó es dar clases que sean efectivas; estás limitado en muchas cosas, por ejemplo, los audios llegan con delay, no se puede tocar al mismo tiempo, el no poder ensayar en vivo, que no es lo mismo. Lo más sencillo fue poder acomodar los horarios desde mi casa y que la gente se acomoda, porque muchos tienen más margen de horarios libres. En esta cuarentena surgieron un montón de desafíos distintos, como grabar en algunos videos, por ejemplo, una amiga de Estocolmo me invitó a participar tocando el repique; también me invitaron en un videoclip por el Día de los Trabajadores; con Latasónica y Mestizo hacemos pequeños videítos; eso de acoplarse a los otros músicos cada uno desde su hogar, todos son desafíos difíciles, pero interesantes a la vez.

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¿Qué te parece que va a pasar? ¿Podrás aprovechar algo de todo esto más adelante?

Al volver a la normalidad creo que va a haber más ganas de juntarse, de hacer muchos toques en vivo. También se va a implementar, creo, esta nueva modalidad de las plataformas online de dar clases a personas ya sea acá, en Uruguay, o en cualquier parte del mundo. Recapacitar en un montón de aspectos; en lo personal, me sirvió para poner un freno de mano al ritmo de vida que venía llevando, siempre corriendo y corriendo por temas laborales, y esta parada obligatoria, forzosa me hizo ver cómo llevaba mi vida. Parar un poco y tomar contacto realmente con lo que uno precisa y ver qué cosas estás haciendo bien y qué cosas no; veo que la vuelta a la normalidad es una vuelta más suave, priorizando cosas, con más detenimiento y conciencia de la vida.

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