Las palabras comunes son decepción, tristeza, angustia. En el asentamiento de la Fortaleza del Cerro viven 133 personas, y la mitad son niños, niñas y adolescentes. No pensaban pasar otro invierno más cargando bidones de agua por 50 o 100 metros desde el grifo común hasta sus viviendas y sintiendo cómo el viento atraviesa los cartones y las chapas. Los más chicos soñaban con poder invitar amigos a su casa. Los más grandes soñaban con una ducha, con el calor. Katterine Fontes, como tantos, se imaginaba ya “calentita en una cama”, “en un buen living” mirando “una buena peli”. Y lo más importante, “que los gurises estén calentitos”, le decía un año atrás a la diaria.

En julio de 2019, el realojo era una certeza. “Estamos finalizando el proceso de compra de un terreno en la zona del Cerro. En breve estamos escriturando el predio con el propietario, el expediente salió del Tribunal de Cuentas sin observaciones y ya volvió a la Intendencia”, informaba en aquel entonces el director de Tierras y Hábitat de la Intendencia de Montevideo (IM), Andrés Passadore. El Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA) ya había iniciado el proceso de licitación para la construcción de las viviendas. 

Hoy, la única certeza que tienen las familias que viven en el asentamiento es que deberán atravesar otro invierno allí, con la incertidumbre de no saber cuándo se concretará el realojo. Hace varios meses tendría que haber comenzado la construcción de las 36 viviendas previstas, en un terreno municipal que la IM destinó a tales efectos. La directora de Desarrollo Urbano de la intendencia, Silvana Pisano, dijo a la diaria que la comuna se encargó de la compra y urbanización del terreno, y que corresponde al MVOTMA, mediante la ampliación de una licitación en curso, la construcción de las viviendas. Pisano aseguró que ya está todo el trámite pronto, tiene la aprobación del Tribunal de Cuentas y hay una empresa asignada a la construcción. “Lo único que tienen que hacer es llamar a la empresa y decir: empezamos el trabajo”, aseguró. “Se precisa la voluntad política”, añadió, y recordó que la construcción se reactivó el 14 de abril. Sugirió que quizás esta demora pueda estar conectada con el decreto presidencial de marzo que recorta en 15% el gasto de los ministerios.

La jerarca dijo que hasta el momento no han tenido respuesta de las autoridades del MVOTMA por este tema, y que el intendente de Montevideo solicitó una reunión por este asunto con la titular del ministerio, Irene Moreira.

Desde el área de comunicaciones del MVOTMA informaron a la diaria que los directores del ministerio “no van a hacer declaraciones por el momento porque están trabajando en la ley de presupuesto”.

Preparan movilización

La semana pasada, Paola Sosa y Ruben Barrios, vecinos del asentamiento e integrantes de la comisión vecinal El Milagro, fueron hasta el MVOTMA a entregarle una carta a Moreira. En ella les piden a las autoridades “la mayor diligencia posible sobre el proceso de realojo” e invitan a la ministra a recorrer el asentamiento “para que conozca nuestra cruel realidad, en qué condiciones estamos viviendo con nuestros hijos, las dificultades que tenemos para acceder al agua, para llevar a nuestros hijos a los centros estudiantiles, etcétera”. Los vecinos mencionan que en los días de viento y lluvia se vuelan los techos, corre el agua dentro de las viviendas, los pozos negros se desbordan y llegan a las casas, lo que genera contaminación e infecciones. También denuncian que las conexiones eléctricas son muy precarias y hacen cortocircuito fácilmente, lo que genera peligro de incendios y pone en riesgo la vida de las personas. 

Los vecinos agregan que a pesar de que, gracias a las gestiones de la comisión vecinal y a la IM, se instalaron recientemente tres grifos de agua más cerca de las viviendas; de todos modos, los vecinos, entre ellos niñas y niños, deben trasladarse cargando bidones por más de 50 metros. “No es fácil vivir así”, concluye la carta, firmada por 37 personas.

“Ahora todo el mundo se atrinchera y no quiere nada”, dice Paola, mientras el aire gélido duele en lo alto del Cerro. Sólo los niños, las niñas y algunos cachorros circulan y juegan en el camino. Para hoy o mañana la comisión vecinal tiene prevista una movilización frente al ministerio, para exigir respuestas.

A Valeria López su casa se le llueve y se inunda. Tiene cinco hijos de entre uno y 11 años. “Están ansiosos. Querían traer a los amiguitos, hacer piyamadas, pero acá no tenemos condiciones. Se frustró, pero ellos tienen fe”, asegura. Frente a ella, una pintada en el muro al otro lado del camino también deja una promesa que suena inconclusa: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo. E. Galeano”.