“Yo sé que no vende, porque lo que rinde es que hablemos de la cocaína y de la marihuana y en lo posible que ponga cara de compungido y que transmita angustia”, expresó el secretario general de la Junta Nacional de Drogas (JND) y próximo director del Instituto de Regulación y Control del Cannabis, Daniel Radío, antes de presentar los resultados del estudio sobre consumo de drogas en estudiantes universitarios de Uruguay, realizado por el Observatorio Uruguayo de Drogas, en conjunto con la Universidad de la República (Udelar).
Los datos revelaron que en el último año (a partir de mayo de 2024, que es cuando se hizo el estudio) 80,7% de los estudiantes que participaron del estudio consumieron alcohol, 26,6% tabaco, 24,2% cannabis, 12,8% tranquilizantes, 10,1% antidepresivos, 6,9% opioides, 2,6% alucinógenos, 2,2% éxtasis, 1,4% cocaína, 0,9% metanfetaminas o anfetaminas, 0,4% ketamina y, en ese periodo de tiempo, ninguno consumió pasta base.
Sin embargo, durante su exposición Radío apuntó que el hallazgo “más relevante” del estudio fue “el alto nivel de consumo detectado para el caso de los psicofármacos”, cuyo uso “supera sensiblemente lo observado en población no universitaria en el mismo tramo de edad” y, a su vez, tiene una “incidencia de género muy importante”.
Para Radío, el hallazgo “abre nuevas interrogantes” sobre las condiciones “particulares” de la vida universitaria y si tienen “alguna incidencia específica” en los “comportamientos de consumo”: la adaptación ante el inicio de las carreras, pretensiones posteriores, presiones, sostenimiento de largas jornadas de estudio, miedo al fracaso, incertidumbre sobre el futuro profesional, presión familiar o social.
“Los estudiantes universitarios están expuestos a numerosos eventos estresantes y sumado a una menor frecuencia de actividades recreativas, a la insatisfacción con el rendimiento o a la necesidad de compatibilizar la dinámica académica con las demandas en otros ámbitos, a la falta de apoyo emocional en el entorno académico. Son factores de riesgo para problemas de salud mental”, resaltó.
Estas circunstancias, continuó, podrían “potenciar” la vulnerabilidad y la aparición de trastornos afectivos “que predispongan a problemas como la depresión o la ansiedad”, y de esa forma, que “traiga aparejado un aumento del consumo de medicamentos psicotrópicos”.
En ese sentido, el rector interino de la Udelar, Álvaro Mombrú, subrayó que el estudio “tiene una sensibilidad desde el punto de vista del conocimiento más profundo de lo que es la realidad de nuestros jóvenes” así como lo que la Udelar “debe seguir planeando y planificando hacia el futuro”.
Uno de cada ocho estudiantes presenta consumo problemático de alcohol
Según el documento, que está disponible en el sitio web de la JND, participaron 3.098 estudiantes de grado de todos los niveles de formación establecidos en la Ordenanza de Estudios de Grado de la Udelar, que fueron seleccionados de manera aleatoria, y se realizó a través de un cuestionario.
En rueda de prensa, la investigadora del Observatorio Uruguayo de Drogas, Jessica Ramírez, detalló que este es el segundo estudio que se hace a nivel universitario, pero que “no es estrictamente comparable” con el que se hizo en 2015, ya que en ese se relevaron únicamente seis facultades. En cambio, este es “el primero donde se representa a la totalidad de estudiantes, por lo tanto, no podemos tener esa mirada comparativa”.
En concreto, el estudio arrojó que la edad media en que los universitarios comienzan a consumir alcohol es a los 16 años. En esta población, hay una predominancia de consumo ocasional de alcohol con un promedio declarado de entre tres y cuatro días en el último mes. Las mujeres presentan una menor frecuencia que los varones. Asimismo, a mayor edad, mayor es el promedio de días de consumo.
A su vez, indica que, si bien la población universitaria presenta “prevalencias menores” de consumo a las de los no universitarios, tienen “similares guarismos” de uso problemático, ya que uno de cada ocho estudiantes que ha consumido alcohol “presenta consumo de riesgo, perjudicial o dependencia”.
Sobre el consumo de tabaco, 48% de los estudiantes señaló que fumó cigarrillos alguna vez en su vida, 27% expresó haber fumado durante los últimos 12 meses y 17% en los últimos 30 días. En ese sentido, el texto explica que la fidelización del tabaco es de 35%, o sea que cada 100 personas que fumaron tabaco alguna vez, 35 continuaron su consumo en los últimos 30 días. El promedio de cigarrillos consumidos por día es 5,7, y no presenta grandes diferencias entre hombres (5,2) y mujeres (5,9).
Por su parte, en los últimos 12 meses a partir de que se realizó el estudio, 6,2% de los varones consumió cannabis de forma diaria mientras que en las mujeres disminuye a 4,5%. En tanto, 15,2% de los estudiantes universitarios que declararon haber consumido cannabis en el último año “presenta signos de uso problemático de esta sustancia”, lo que representa al 3,7% del universo estudiado.
Ramírez, al igual que Radío, destacó como un dato sorpresivo el uso de psicofármacos, del que esperaban “un nivel algo menor”, y destacó el porcentaje de estudiantes que utilizaron tranquilizantes sin prescripción médica en el último año, que alcanza el 40,8%.
Otro dato relevante sobre este tipo de sustancias es que las mujeres universitarias “tienen un consumo sensiblemente mayor al de las mujeres de la población general”, y, además, los guarismos se duplican respecto a sus pares varones universitarios cuando se les consulta si alguna vez consumieron (28% frente a 14,1%). En el caso del consumo en el último año, las mujeres vuelven a superar a los varones: 15,9% y 6,7%, respectivamente.
En el caso de los antidepresivos, estos son utilizados en mayor proporción en la población universitaria que en la general, y aumenta en las mujeres, “donde se triplica la prevalencia en los últimos 30 días”, esto es, 10% frente a 3,4%.
En cuanto a otras drogas, uno de cada diez universitarios experimentó con éxtasis o alucinógenos alguna vez en la vida, y en los últimos 12 meses, cuatro de cada 100 estudiantes consumieron una o ambas sustancias.
Radío: “Emprender acciones racionales” supone enfrentar “los discursos tribuneros que generan expectativas falsas”
El secretario general de la JND aseguró que, “con el transcurso del tiempo”, quienes se encargan desarrollar políticas públicas, han aprendido a tener una “mirada centrada en las personas”, con especial énfasis en “el respeto y la promoción de los derechos humanos”, y valoró la importancia de “tener sustento en la evidencia científica”.
“Cuando nos proponemos acciones racionales planificadas en torno a una estrategia a ser sostenida en el tiempo valorando logros parciales y sin falsas apuestas a un horizonte de punto final tan utópico como indeseable, estamos asumiendo un desafío”, reflexionó.
Por lo tanto, expresó la necesidad de “contrastar” las acciones y resultados “no solo con la realidad”, sino también “contra la falsa esperanza que provocan las fórmulas mágicas y las convocatorias a la acción porque ‘algo hay que hacer’”. “Emprender acciones racionales nos garantiza que tendremos oposición”, planteó.
Esto, según Radío, “supone enfrentar los prejuicios más arraigados, la genial ocurrencia, los manuales de autoayuda que todo lo pueden, los discursos tribuneros que generan expectativas falsas y que son el mejor prólogo de la perpetua e inevitable frustración, porque está mal decir que ‘algo hay que hacer’”, enfatizó.
En ese sentido, llamó a “diseñar acciones basadas en información obtenida a través de procesos metodológicos estrictos”, ya que “los problemas complejos no admiten soluciones fáciles”, sino que “demandan más investigaciones sistémicas y sostenidas” para que las acciones “se vuelvan más racionales y estratégicas, y no de corto plazo, y no para la tribuna”.