Paulo Pezzolano y Valentín Villazán se retiraron hace relativamente poco. Cambiaron de vestuario casi al mismo tiempo que dejaron los cortos. Dirigiendo a Torque fue viral un gol donde la tocaron casi todos, no sé cuántas veces. Torque es un equipo joven que ha ido forjando su identidad con los años; mucha agua ha pasado bajo el puente de aquel equipo celeste de la C a este gobernado por el grupo City.

Liverpool es otro cantar, un equipo con más de 100 años de historia y una idiosincrasia que no se corta en el alambrado. La hinchada del negro es una de las más características de Montevideo. Su fútbol ha sabido oscilar entre grandes nombres, incursiones en copas, descensos inexplicables y ascensos épicos. Hoy dos ex futbolistas con una visión fresca de la cosa traen eso del fútbol combinado e intentan transmitirlo mañana tras mañana en el estadio donde “nació el fútbol uruguayo”, en el viejo predio de Lomas de Zamora o en la novel y grandiosa República de Liverpool.

“Nosotros creemos en una manera de jugar y estamos convencidos de que es la que nos permite más chances de ganar. Es de juego combinado, posicional en la cancha. Salir jugando de abajo, pero para eso todos tienen que tener su movimiento. Ese trabajo lleva su tiempo, el jugador viene acostumbrado de juveniles a jugar de una manera, que no es ni mejor ni peor, pero es diferente. Entonces lleva su tiempo, pero creemos en nuestra forma”.

¿Cuál es el objetivo del trabajo de hoy?

Pezzolano (P): Hoy es “día de fútbol”, entre comillas. Nosotros lo mezclamos con diferentes trabajos. Si vamos a salir jugando hacemos trabajos de salida, si vamos a jugar directo armamos las jugadas que vamos a utilizar en el partido. Si tenemos que presionar arriba al equipo rival, planteamos tácticamente una presión alta. Si nos vamos a parar en zona baja, tenemos que entrenar la forma del contragolpe. El trabajo de hoy busca intensidad, la pelota siempre sale de donde estoy yo, no donde termina la jugada, porque nos gusta un equipo intenso; no hay fuera, no hay saques laterales, no hay córner, no hay nada. Nosotros paramos el equipo contra la formación del que vamos a enfrentar. Entonces paramos una estaca que es el rival y un perímetro de conos, que es el movimiento que tiene aproximadamente cada jugador. A partir de ahí empezamos los movimientos con pelota. Con este trabajo se automatizan muchos movimientos. Todos se mueven a la misma vez, el que recibe la pelota debe tener cuatro o cinco opciones. Aunque la pelota no vaya para vos tenés que hacer el movimiento igual, el que tiene la pelota tiene que saber que, según el pase que quiera hacer, siempre va a haber un compañero esperándola. Nosotros no tenemos la pelota para que quede lindo, lo hacemos para llegar al gol. Este ejercicio lo utilizamos mucho para calentar, para hacer trabajo táctico con la pelota, para combinaciones ofensivas con finalización.

¿Siempre tiene que ver con lo que plantea el rival?

Villazán (V): Se plantean las debilidades y las fortalezas del rival, pero intentamos que se aplique el modelo de juego nuestro: los movimientos, las jugadas preestablecidas y las que no. Siempre se trata de ser protagonistas, desmarcarse, jugar con el tercer hombre, triangular. Eso se va trabajando durante todo el año. Pero la idea es que el protagonismo sea continuo. Eso para nosotros es jugar bien.

¿Por dónde empiezan a transmitirles a los jugadores lo que quieren hacer?

P: En Torque se ha visto a lo que nosotros queremos jugar, entonces desde la presentación ya se sabe qué es lo que se busca; y después, sobre todo, se ve en los trabajos en cancha. Hacemos los trabajos para que los entiendan, que entiendan el por qué y el para qué. Empezamos con espacios reducidos, movimientos tácticos básicos, arrancamos una línea con lo que nosotros pretendemos y los jugadores ya saben para dónde van a ir. Ya desde el calentamiento se trabajan la técnica y la táctica. Nosotros mamamos mucho del Barcelona de [Pep] Guardiola. A la gran mayoría de los jugadores (yo me retiré hace poquito) les gusta ver ese estilo de juego, con protagonismo y superioridad sobre el rival. A todos les encantaría jugar de esa manera, pero siempre hay una excusa.

¿Guardiola entonces es una referencia?

V: Es un tipo admirable. Lo que ha conseguido en sus años de carrera es revolucionario, con pelota y sin pelota. Está fuera de serie.

P: Hoy en día [Maurizio] Sarri también es una referencia, es espectacular ver el equipo de Chelsea. Cuando era jugador yo pensaba que Guardiola siempre jugaba igual. Ahora, como entrenador, veo que no siempre son los mismos movimientos, pero siempre es la misma idea.

¿Qué técnicos les quedaron en las retinas en cuanto a la visión de juego?

P: Yo tuve de técnico a Lothar Matthäus en Atlético Paranaense, y era impresionante el grado de exigencia. Hacíamos definiciones y no había margen de error. No podías errar. No podías errar en una práctica en la que no había nadie, porque si no, en una cancha llena, con el rival al lado y otro corriéndote de atrás, iba a ser imposible. Para levantar un centro era igual, la exigencia era ponérsela en la cabeza al compañero, exactamente por lo mismo. Una intensidad emocional que nunca había vivido. No había margen de error.

V: Otra cultura. No hay margen de error. Nosotros estuvimos en España viendo entrenamientos. Atlético de Madrid entrena a otra intensidad, distinta al resto. El técnico tiene mucho que ver en eso, [Diego] Simeone no transa. En Argentina con [Marcelo] Gallardo pasa lo mismo.

P: Nosotros tenemos contabilizadas las veces que nuestro jugador va a tomar contacto con el balón según el ejercicio. Sabemos que por día toca la pelota determinada cantidad de veces, entonces imaginate si vos tenés contabilizados todos los pases que hace un juvenil en su carrera; si en una semana hace 1.000 pases, ¿cuántos hace en un año? Entonces, cuando llega a Primera no pierde la pelota. Acá tenemos muchas excusas y una cabeza de ganar como sea. Hay muchos jugadores que salen campeones en juveniles y no llegan a Primera. Y eso a mí me da lástima, por que vos soñás con ser alguien, no con salir campeón hoy y listo. Eso no es formar. Si querés salir campeón hoy te importa un carajo el sueño del otro. Ese es un convencimiento de la institución, porque los técnicos pasan; no se puede estar cambiando según el técnico que venga.

¿Cómo es una formación ideal?

P: Es en lo que te enfocás cuando formás el plantel: buscás laterales que suban constantemente, zagueros rápidos que sepan perfilarse, que sean buenos técnicamente, jugadores dinámicos e intensos en el medio de la cancha, puntas veloces y un nueve fuerte que vaya bien de arriba. Juan Ignacio Ramírez, por ejemplo, es un nueve muy completo. Las chances le van a venir con los años.

¿Cómo la llevan con los jugadores experientes?

V: El diálogo es fundamental, antes era un gran problema. Con nosotros el ida y vuelta está constantemente. Siempre traés líderes que sean positivos, pero el tiempo es fundamental: un equipo no se forma con un año de trabajo. Hay que generar los jugadores en juveniles con las características que vos querés, no podés traer 25 jugadores de la nada. Terminás eligiendo entre un zaguero rápido y fuerte y un zaguero lento pero con buena técnica. Ese es el momento para elegir, pero el tiempo de trabajo después es fundamental.

¿Qué jugadores tuvieron de compañeros que los hayan sorprendido por la forma de leer el juego?

P: Lo lindo del fútbol es que no hay una verdad. Unos lo leen de una forma y otros de otra. Yo tenía un compañero, Borja Valero, en Mallorca, que hoy en día está en Inter de Milán. Me sorprendía ver un tipo que apenas tenía músculo, todo desgarbado, que corría lo que corría y siempre estaba en el lugar donde tenía que estar, y la técnica y la visión que tenía me marcaron, me hicieron darme cuenta de lo lejos que yo estaba de ese nivel.

¿Ha evolucionado la formación?

V: Yo creo que evolucionó un montón. Siempre hablamos de lo que hay para mejorar, pero si mirás diez años para atrás ha evolucionado. La mayoría de los clubes tiene un complejo, después si lo mantienen o no es otra cosa, pero al menos tenés el lugar donde desarrollarte. Hay clubes, como Liverpool, que tienen todo para mejorar. El tema es tener un objetivo claro, como loa juveniles en Defensor, que llegan a Primera División queriendo ser los mejores.

P: Defensor en ese sentido es un ejemplo. Vos abrís los ojos en su cancha y no sabés cuales son los juveniles. No se nota cuál es el juvenil, por la forma física y por la visión de juego. Liverpool ha ido mejorando en eso: hay asistente social, hay nutricionista, hay psicóloga, los pisos de la República de Liverpool no existen en Uruguay.

V: Nosotros somos un país exportador. Hay que ir a Europa a ver qué es lo que quieren y venir a preparar a los jugadores para eso. Por eso algunos van y vuelven o directamente no van.

P: Si vos vendés championes tenés que saber qué tipo de championes quiere el comprador. No te puede alcanzar con hacer championes para salir a correr acá, somos exportadores, no importa si vos ganás acá o corrés acá, importa lo que quieren los de allá. Para mí la formación es una cosa y ganar es otra, que puede venir con la formación o no. Si formás y ganás, mejor. Si primero formás y el jugador llega a Primera aunque no haya salido campeón en juveniles, te lo va a agradecer toda la vida; si salís campeón todos los años en juveniles pero no llegás a Primera, yo como técnico de juveniles me sentiría muy mal.

¿Hacen trabajos específicos tácticos, defensivos y ofensivos?

P: Nosotros tenemos baterías de trabajo según los días. Tenemos un trabajo táctico al que le decimos “coordenadas”: es un trabajo con pelota que se puede utilizar para calentar, o como trabajo físico, según la intensidad que necesites. Le ponemos letras y números o lo hacemos por colores, paramos el equipo en tres cuartos de cancha y empezamos a tirar coordenadas. B1, por ejemplo: hace mover al equipo como si la pelota estuviera en las coordenadas entre las líneas B y 1. Es un trabajo sin pelota de mucha concentración y que requiere que se exijan entre los jugadores, porque si uno no se mueve queda descubierto el espacio del otro. Ahí aparecen los técnicos adentro de la cancha.

¿Qué pasa con las pelotas quietas? ¿Es tan importante como se dice?

V: La pelota quieta se utilizó siempre, en Uruguay siempre fue el primer recurso. Nosotros tenemos jugadas de córner, de salida, en la mitad de la cancha. Las vamos cambiando según el rival; hay rivales que son muy fuertes en la pelota quieta. Trabajar la pelota quieta es también tener en consideración lo que hace el otro.

P: Se definen partidos por pelota quieta, debés tener un buen tirador. Una salida de abajo también es una pelota quieta y la maneja el golero, según lo que pida el golero es lo que hay que hacer.

V: Los saques de banda también son pelotas quietas.

¿Se acuerdan de alguna jugada de pelota quieta en la que hayan participado como jugadores?

V: Hay una de Apraham Yeladian para córner o tiro libre de costado y siempre con marca al hombre, si marcan en la zona ya tenés que cambiarla. De tiro libre de costado sale siempre. Parás tres adentro del área que sabés que no van a ser la primera opción, son los que van a hacer las cortinas. Hacen un movimiento de salida, hacen las cortinas y entran sólo estos dos que estaban esperando afuera. Si las cortinas no salen o los rivales no siguen las marcas, está la opción de jugar con los tres que salieron del área.

¿Son de inventar jugadas?

P: En Torque poníamos a todos bordeando afuera del área, fue un invento. Había dos pateadores que tenían varias chances, y cada jugador tenía una función específica. Ponemos dos pateadores para sacar gente del área y generar una debilidad. Los del segundo palo se cortinaban, uno quedaba con la cortina y el otro giraba por atrás. De los dos del primer palo, uno iba a buscar la pelota, la dejaba pasar y se metía. El que estaba atrás recibía perfilado y metía la pelota al que zafaba de la primera cortina, en el segundo palo.

¿Escuchan a periodistas que hablen de fútbol?

V: Para mí lo de Diego Latorre es excepcional. Hay otros comentando que fueron jugadores de fútbol, pero ninguno tiene la simpleza y la capacidad de Latorre de transmitir realmente lo que está pasando. Con pocas palabras te lo define.

P: A veces el corazón le juega en contra porque no le gusta el estilo de juego. Lo más importante es cómo analiza el juego. Acá lo que nos está faltando son analistas, no sólo decir que el que ganó fue mejor y el que perdió fue peor, porque es mentira. Podés ser mejor y que el rival sea contundente y te gane, pero te pueden ganar un partido así, a lo sumo dos. Los otros diez no te los ganan, no le dan los números.