¡Por fin!, se escuchó desde el banco de suplentes de Danubio. Como si fuera un eco, esas palabras rebotaron en las redes sociales como una exhalación. Ese puño cerrado, ese grito al cielo, son la consecuencia directa de que el equipo le ganara como visitante a River Plate, consiguiendo sus primeros tres puntos en el Torneo Clausura, aunque sabe, bien sabe Danubio, que la primera tabla a mirar es la del descenso.

1. Una parte

Pegaron rápido los de Leonardo Ramos y eso flechó el partido. El argentino Martín Comachi cumplió con el manual del delantero pescador y encontró la pelota en el área chica. 1-0 a los tres minutos –y por cómo venía Danubio– se pareció a una bendición.

No es por andar sentenciando partidos, pero tres goles en el primer tiempo parecieron –parecen siempre– liquidar las cosas. Danubio amplió a los 30 porque Javier Méndez la apretó desde afuera del área tras una asistencia de Santiago Paiva, y el propio Cacique Paiva amplió las diferencias antes de irse al descanso. Danubio demostró una alta eficiencia: tres chances, tres goles. En el medio, hay que decirlo, River tuvo sus buenas oportunidades; una la desperdició Thiago Borbas y la otra Sebastián Píriz.

En el segundo tiempo Danubio se encargó de bajarle el telón a la función. Atacó como para ensanchar la brecha, pero fue menos certero que en la primera parte. Cuando eso no le salía, Ramos mandó cambios para reforzar las líneas y no dejarle la más mínima ventaja a River, que insinuó y quiso como pudo. Fue al final, en tiempos de descuentos y de penal, que el joven Matías Deorta metió su primer gol en Primera División.

2. La bendi

El 21 de noviembre del año pasado fue la última victoria de Danubio. Aquel día venció 2-0 a Nacional por la quinta fecha del grupo B del Intermedio. Si bien los casi dos meses y medio sin ganar sorprenden y llaman la atención, los partidos no fueron tantos: las dos fechas restantes del Intermedio y tres del Clausura.

El problema para los de la Curva de Maroñas es que todos los encuentros, sin excepción, se parecen a una final. Porque sí: pelear el descenso es jugar finales tras finales. Entonces, haber perdido dos veces con Peñarol, una con Wanderers, otra con Cerro Largo y sólo haber rescatado un empate con Deportivo Maldonado supone poca cosa.

“Queda mucho”, dirán los sabelotodos. Y es verdad, porque hay más de 30 puntos en disputa. Lo que no sabe el que habla es que los hinchas de Danubio, el hombre y la mujer con la franja cruzando el pecho, están pendientes de lo que viene, del compromiso cercano, de este fin de semana en que prepararán las cábalas, apretarán el puño, morderán razones y esperarán goles que sean bendiciones.