“Llegué a él por su autor y me pareció una idea genial porque es un tema muy presente que los libros para niños y niñas tienen que estar llenos de ilustraciones, de colores, ser llamativos. Esto es todo lo opuesto. Es un libro sin imágenes pero lleno de palabras y que juega con eso de ¿cómo te puede gustar un libro sin imágenes? Siempre está desafiando, cuestionando, y las preguntas que plantea son un poco lo que está pensando el lector. Es divertido porque está lleno de onomatopeyas, de sonidos; hay palabras conocidas y otras no tanto, disparatadas, que hay que leer de acuerdo a como están escritas, porque juega mucho con la tipografía. Palabras que hay que leer como un robot, otras gritando, otras susurrando”. (Laura Sabatini)