“El libro puede leerse como una fluida narración de aventuras y penurias en la selva tropical y, además, como una reflexión sobre la arqueología seria y la otra. Preston no se hace ilusiones ni cae en ingenuidades, y comprende que si dioses mono y ciudades blancas no pasan de mitos pintorescos, los reportes de estructuras en la selva y ruinas dispersas por la región sí valen la pena en términos de curiosidad arqueológica e histórica, y que la información que aporten este tipo de investigaciones ha de arrojar algo de luz sobre la historia de los pueblos invadidos por los españoles” (Ramiro Sanchiz).