El título hay que tomarlo literalmente: Zulema Arena era la mitad del matrimonio que vivía en Paullier 1192, donde en 1971 y 1972 funcionó la prisión clandestina organizada por los Tupamaros conocida como Cárcel del Pueblo. En este libro, Arena ordena sus memorias respecto de la opción por la lucha armada, su rol y el de su familia en el movimiento revolucionario, la situación límite que experimentó el día de la captura de todos ellos –incluidas sus cuatro hijas– por parte de los militares, la detención en distintos cuarteles militares hasta su liberación en 1980, el exilio en Suecia y en Cuba. El relato no es lineal e intercala dos registros: uno narrado en primera persona, que busca contextualizar la deriva personal y la historia colectiva, y otro en tercera persona, en el que la protagonista se denomina Florencia (el “nombre de guerra” tupamaro de Zulema). La lectura es atrapante, y su autora, que sobrepasa las ocho décadas, le imprime una perspectiva actual, ya que revisa su propia historia desde una óptica feminista, lo que le permite cuestionar tanto el ambiente en que se crio como ciertas prácticas del movimiento al que se unió. Tiene, además, varias “subtramas” y un núcleo emocional: la relación de la narradora con sus niñas.