El puntapié para la semana de conferencias en el Multiespacio de la Expo Prado lo dieron los economistas Tamara Schandy, Javier de Haedo, Agustín Iturralde y Aldo Lema con la mesa de diálogo “Uruguay ante una región inestable”, organizada por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), en la que compartieron visiones sobre cómo se para nuestro país ante las coyunturas sociales y económicas que atraviesan, sobre todo, Brasil y Argentina.

En sus intervenciones los cuatro especialistas coincidieron en que no es una rareza la volatilidad de la región, sino más bien una constante, en la que Uruguay se ha visto más o menos arrastrado. Schandy marcó que para Argentina la “inflación de tres dígitos está a la vuelta de la esquina”, y estos niveles inflacionarios son “una pieza clave del puzle”. Agregó que si bien estamos ante “una Argentina que no lo ha hecho mal a la salida de la covid”, “no crece de manera sostenida” y tiene un “PIB en los mismos niveles que hace cinco años”.

Respecto de Brasil, Schandy remarcó que si bien tuvo un crecimiento del PIB de 1% en el primer trimestre, que está por sobre lo esperado –se anunciaba un crecimiento cero para 2022–, el vecino del norte “está apenas recuperando el nivel de actividad que tenía antes de la recesión de 2015, y de la que Brasil nunca se había terminado de recuperar”. De todas formas, más allá del tímido crecimiento, ha tenido una “caída muy severa del salario real”, aunque “hay cierta expectativa de que eso mejore”; asimismo, la economista marcó que no deberían encontrarse “mayores sorpresas” de las elecciones presidenciales del mes que viene.

Más allá de la mejoría de este año, para De Haedo lo que sorprende es el comportamiento de la economía brasileña en los últimos años: “Creció 0,4% cuando los emergentes crecieron alrededor de 4%” y a pesar de que “realizó un fuerte ajuste fiscal después de la pandemia”. Asimismo, vaticinó un “crecimiento moderado, estabilización y permanecer barato en relación a Uruguay”.

“A diferencia de Argentina, a mí no me quita el sueño, no veo preocupaciones estructurales o riesgos que vengan desde Brasil”, sentenció. Por el contrario, desde el otro lado del Río de la Plata observó “una cúpula de gobierno muy sui generis” y calificó el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional como hecho “por resignación para llegar a octubre del año que viene”, no sólo desde la presidencia, sino también por parte “del ministro [Sergio] Massa”.

“¿Es posible un cambio de rumbo? En este gobierno, no”, entendió De Haedo, quien no augura “un futuro promisorio en Argentina” porque tiene “las cuatro íes: ignorancia, ideología, intereses creados e idiosincrasia”, algo que, según su visión, viene “desde el año 1943, cuando el general [Juan Domingo] Perón fue ministro de Trabajo”.

Para De Haedo, en la economía vecina “las reglas de juego son perversas y los incentivos están mal diseñados”, además de que “los planes sociales son antitrabajo, las tarifas públicas llaman a consumir en exceso con redes de distribución obsoletas, y hay un gasto público exorbitante con multiplicidad de impuestos”. El economista dijo ver a Argentina barata en relación a Uruguay “por tiempo indefinido”, en lo que calificó como “un shock externo negativo y que puede ser permanente”.

De todas formas, con respecto a temas más internos, De Haedo dijo no ser “optimista con que este gobierno termine sustancialmente distinto a los anteriores”, aunque según su criterio, “felizmente tiene un presidente con un ADN mucho más liberal”, pese a que “los socios [de la coalición] lo tiran para abajo”.

Por otra parte, remarcó que el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera “en su momento dejó el alma en la cancha para impulsar una reforma de la seguridad social”, y dijo ver lo mismo en su hijo: “Yo veo en Lacalle Pou la misma impronta, incluso creo que ve un efecto político electoral positivo en aprobar la reforma de la seguridad social, contrario a lo que dicen políticos mediocres”.

En su oratoria Iturralde entendió que el posicionamiento que adopte Uruguay en relación a sus vecinos tiene que verse más como un cambio “estructural que coyuntural”, y observó que “Uruguay por primera vez en su historia es significativamente más rico que Argentina en PIB per cápita” y que “incorporar como permanente este cambio en el contexto general es clave”.

“Argentina es cada vez menos importante como mercado o destino de bienes, pero como mercado de turismo sigue siendo muy relevante”, sostuvo, aunque vaticinó que “faltan varios años para que la clase media argentina pueda volver a Maldonado o Rocha como lo vimos en el verano de 2017-2018”.

En este sentido, para Iturralde “hay otros mercados y otros lugares donde ir a vender servicios turísticos”; sin embargo, hay un dato clave: si bien Uruguay está por encima en cuanto a PIB per cápita, se ve superado en cuanto al poder de compra. “Uruguay es un país caro y hay que atenderlo de forma urgente”, sentenció.

Hacia un “escenario mediocre del crecimiento global”

“No importa cuándo leas este título, es siempre así: ¿cuándo la región no fue inestable?”, comenzó Lema, aunque luego matizó e indicó que es una región “volátil pero mediocre, están las dos cosas juntas”; asimismo, “están desde un punto de vista estructural y lo estructural implica que tengamos que encontrar soluciones estructurales”, sobre todo enfocados en las “políticas macro” y en poner el foco en el “crecimiento potencial”.

Para esto, entendió, se debe tener “flexibilidad en materia salarial y de gasto público”, además de “diversificar la exportación de servicios” y, en materia de educación, “hablar menos portugués, más inglés y mucho más mandarín”.

“¿Cuáles son las medidas específicas? Cuando vamos ahí nos vamos a encontrar muchos temas que no hemos querido tocar, como el rol del sector público y las empresas públicas”, continuó Lema, y se refirió también a lo que calificó como un “flujo interesante desde la región y desde fuera que miran hacia Uruguay” pero que igualmente “hay temas tributarios”: “No creo que Uruguay esté en una situación desde el punto de vista tributario, hoy, que sea óptima, ni cerca”, sostuvo.

Más tarde, durante la ronda de preguntas, vaticinó que “el escenario 2023-2024 va a ser muy distinto al que tuvimos en 2021-2022: el ciclo por donde se lo mire está maduro, tenemos dudas de las capacidades de las autoridades en el mundo para gestionar los problemas de inflación, un escenario también mediocre del crecimiento global es más probable que el que teníamos anteriormente”.