La dictadura tuvo en la cultura el objetivo propio de todo autoritarismo: construir un relato y un blindaje funcional al intento de arrasar con toda la tradición democrática del país.
A la hora de evaluar el impacto de las políticas culturales locales no podemos quedarnos sólo en cuántos asistieron o participaron, sino que tenemos que averiguar quiénes participan.