Pedro Castillo Terrones asumió este miércoles la presidencia de Perú, precisamente el día en el que el país conmemoró los 200 años de su proclamación de independencia de España.

Muchos mandatarios de la región se hicieron presentes en el acto de asunción de Castillo, de 51 años de edad, un maestro de profesión originario del departamento andino de Cajamarca que sorpresivamente se impuso en las elecciones, lo que generó una tensión adicional en el ya de por sí complejo panorama político peruano. Integrante del partido izquierdista Perú Libre, el nuevo presidente peruano no es un izquierdista convencional, ya que en su discurso se mezclan fuertes elementos indigenistas, pero a la vez una marcada devoción católica, e ideas contrarias al aborto y al casamiento entre personas del mismo sexo.

Castillo tampoco tiene una larga trayectoria política, sino que fue dirigente sindical del gremio docente y posteriormente se integró al partido Perú Libre, que tiene sus bases de apoyo en el interior del país, sobre todo en la zona de los Andes. Por causas judiciales que pesaban en su contra por casos de corrupción ocurridos cuando era gobernador regional de Junín, el líder del sector, Vladimir Cerrón, no pudo ser el postulante del partido y eso le abrió las puertas a Castillo, que en pocos meses pasó de ser una persona desconocida para la enorme mayoría de los peruanos, a ser su presidente.

Entre los mandatarios que llegaron a Lima para participar en la ceremonia de investidura del nuevo presidente estuvieron el boliviano Luis Arce, el ecuatoriano Guillermo Lasso, el chileno Sebastián Piñera, el colombiano Iván Duque y el argentino Alberto Fernández, según consignaron medios peruanos. Además, estuvieron presentes en el evento el rey español Felipe VI, el expresidente boliviano Evo Morales, el vicepresidente brasileño Hamilton Mourão y el canciller uruguayo Fernando Bustillo.

Al contrario de lo que sucedió en otras ocasiones, Castillo no recibió la banda presidencial de manos de su predecesor, Francisco Sagasti, sino que este dejó la banda en el Congreso y fue la presidenta de la Mesa Directiva del órgano legislativo, María del Carmen Alva, quien le colocó la banda al nuevo líder del Ejecutivo.

Luciendo como habitualmente lo hace su sombrero blanco de ala ancha, distintivo de su región, Castillo recibió las felicitaciones de Alva y posteriormente ofreció su primer discurso ante el Congreso.

“Esta vez un gobierno del pueblo ha llegado para gobernar con el pueblo y para el pueblo para construir desde abajo. Es la primera vez que nuestro país será gobernado por un campesino, una persona que pertenece, como muchos de los peruanos, a los sectores oprimidos por tantos siglos. También es la primera vez que un partido político formado en el interior del país gana las elecciones democráticamente y que un maestro rural es elegido para ser presidente”, expresó Castillo, quien en varias ocasiones fue aplaudido por los legisladores que le son afines, los 37 de Perú Libre, los 8 de la coalición centrista Somos Perú-Partido Morado y los 5 del izquierdista Juntos por el Perú, 50 de un total de 130 escaños.

Posteriormente y en un claro intento de sacar de escena a los fantasmas instalados por sus opositores, Castillo descartó la posibilidad de estatizar empresas o realizar políticas de control de cambios durante su gobierno.

“No pretendemos ni remotamente estatizar ninguna economía ni hacer una política de control de cambios. Solo queremos que la economía de las familias, sobre todo las de menores ingresos, sean más estables y prósperas”, señaló. Sobre las expropiaciones, Castillo señaló que “es totalmente falso” que su gobierno busque realizarlas.

“Lamentablemente durante la campaña presidencial se ha tratado de asustar a la población con el cuento de que queríamos expropiar los ahorros, las casas, los automóviles, las fábricas y otros bienes propiedad de los ciudadanos. Lo que es totalmente falso”, dijo.

Castillo aseguró que durante su mandato buscará que la economía del país mantenga “orden y predictibilidad”. Castillo dijo también que su gobierno creará “un millón de empleos en un año” y para ello implementará algunas medidas.

“Se activarán programas públicos de generación de empleo que a la vez permitirán darle mantenimiento o construir obras en todo el país”, expresó el mandatario, quien especificó que brindará presupuestos a las municipalidades y a las familias. 

“Se asignarán 3.000 millones de soles (cerca de 764 millones de dólares) a las municipalidades para la aceleración de inversiones, 700 millones de soles (poco más de 178 millones de dólares) para el programa Trabaja Perú y se transferirá de manera directa e inmediata 700 soles (178 dólares) a cada familia vulnerable, dado que la pandemia ha generado muchos costos en educación y salud a la familia, a lo que se ha sumado un alza de precios que afecta la alimentación familiar”, agregó Castillo.

Además, y apuntando a la dura realidad que viven numerosas empresas del país, Castillo expresó que se darán períodos de gracia y se facilitarán los créditos y la reprogramación de deudas de las pequeñas y medianas empresas, con la idea de mantener el empleo. El mandatario agregó que se les dará prioridad a otros sectores también muy afectados por la pandemia, como el agro, el turismo y el transporte.

Emergencia educativa, Salud y Ministerio de las Culturas

Hablando sobre la educación, área que conoce de primera mano, Castillo dijo que su gobierno declarará la educación pública en estado de emergencia con el fin de “recuperar aprendizajes y evitar que la falta de equidad siga creciendo”.

Además, informó que se aumentarán los presupuestos destinados a la educación básica y superior, particularmente en el ámbito rural y en las zonas de la periferia urbana.

Anunció también que a más tardar en el primer semestre de 2022 las escuelas volverán a su actividad presencial, ya que para ese momento se espera haber superado la pandemia de coronavirus, que azotó con particular dureza al país. Mientras tanto, se reforzará la vacunación a los maestros, y se adoptarán medidas de bioseguridad.

Paralelamente, y en otra postura que puede considerada ajena a alguien de izquierda, Castillo anunció que los jóvenes “que no estudian ni trabajan” deberán cumplir el servicio militar.

Luego, hablando sobre la salud, el nuevo presidente peruano defendió el establecimiento de un sistema de salud único y accesible para toda la población y puntualizó que la primera tarea del gobierno en dicho sentido, será la vacunación masiva contra la covid-19.

“La salud es un derecho fundamental que el Estado debe garantizar. La salud física y mental serán primera prioridad en el gobierno. Concretaremos un sistema de salud universal, unificado gratuito, descentralizado y participativo”, dijo.

Además, Castillo aseguró que se priorizará la atención primaria para fortalecer la prevención y acercar la salud a la población.

En su discurso, el nuevo presidente también se refirió a uno de los males endémicos de la política peruana: la corrupción. Castillo defendió las sanciones para los políticos que incurren en esta práctica, pero también para los empresarios que la propician.

“Tenemos que desterrar la corrupción, pero para eso tenemos que sancionar con dureza y firmeza a todos los que participen en ella. Vemos a muchos funcionarios, incluso hasta tres expresidentes del país implicados, dos de ellos detenidos, pero, paradójicamente, no vemos preso a ningún empresario, algunos lo estuvieron unos días, pero ahora ya están libres y hasta fuera del país. Esto no es correcto”, indicó.

Por otra parte, y según lo que consignó la agencia Andina, Castillo anunció que en su gestión se realizará una reestructuración del Ministerio de Cultura y, como parte de ello, se renombrará a esta cartera como Ministerio de las Culturas, en reconocimiento a la diversidad cultural del país.

“Resulta necesario interculturalizar al Estado; es decir, establecer que cuando se toman decisiones relevantes se consideren las voces de los pueblos originarios y afroperuanos. En este sentido, se requiere una reestructuración del Ministerio de Cultura, empezando por el nombre, que atendiendo a la realidad deberá ser renombrado como Ministerio de las Culturas”, expresó Castillo.

El jefe del Estado subrayó que en un país diverso como Perú se necesita un ministerio que reconozca las diversas culturas y lenguas originarias y ejecute políticas donde los propios pueblos originarios participen en su elaboración y ejecución.

“Uno de los desafíos pendientes que como república mantenemos es el reconocimiento de la diversidad cultural y de la formulación de las políticas públicas, lo que ha significado que peruanos y peruanas de sectores rurales continúen siendo invisibilizados, como lo eran hace 200 años”, remarcó Castillo. Castillo dijo además que no gobernará desde el Palacio de Gobierno, conocido popularmente como la Casa de Pizarro, sino que ese edificio será cedido al Ministerio de las Culturas para ser utilizado como un museo.

Castillo explicó que debían dejarse de lado los símbolos que exponían el colonialismo en el país, por lo que se adaptarán los ambientes de Palacio de Gobierno para que en dicho lugar funcione un museo.

“No gobernaré desde la Casa de Pizarro porque creo que tenemos que romper con los símbolos coloniales para acabar con las ataduras de la dominación que se han mantenido vigentes durante tantos años. Cederemos este Palacio al nuevo Ministerio de las Culturas para que sea usado como un museo”, explicó Castillo.

Promesas electorales y gabinete en suspenso

Durante la campaña electoral, una de las principales ideas que propuso Castillo fue la de impulsar la realización de una nueva Constitución, que reemplace la que está actualmente en vigencia, que fue aprobada en el año 1993 durante el gobierno de facto de Alberto Fujimori.

“Todos saben que una de nuestras principales banderas políticas es la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Insistiremos en esto, pero siempre en el marco de la ley y la actual Constitución”, dijo al respecto el flamante mandatario en su discurso ante los legisladores.

Pero en los hechos la cuestión no es nada sencilla, ya que la modificación debería ser presentada por el Ejecutivo al Congreso y este será en última instancia por mayoría de sus integrantes quien decida si habilita la realización de un referéndum que a su vez autorice la elaboración de una nueva Carta Magna. Por la composición del Congreso, que está claramente volcado hacia la derecha y con varios sectores decididamente hostiles a Castillo, esta iniciativa es prácticamente imposible que salga adelante.

Hay otra cuestión que ha sido problemática para Castillo en las últimas semanas: la conformación de su gabinete. Tal es así, que, si bien inicialmente estaba previsto que los nuevos ministros juraran sus cargos este miércoles por la tarde, luego de la ceremonia de asunción del presidente, el acto fue pospuesto para el viernes.

Antes, en esta jornada, Castillo se trasladará a la localidad la Pampa de la Quinua, en Ayacucho, donde se libró en 1824 la célebre batalla en la que los españoles fueron derrotados, sellando de hecho el fin del Virreinato del Perú. Allí el presidente hará una juramentación simbólica de su cargo.

Según comunicó la Secretaría de Comunicación Estratégica y Prensa de la Presidencia entrante, en el mismo lugar jurará su cargo el presidente del Consejo de Ministros, mientras que mañana, en el centro de convenciones de Lima, harán lo propio el resto de los ministros del nuevo gobierno.

Si bien se vienen manejando varios nombres, como el de Pedro Francke para el Ministerio de Economía y Finanzas y el de Hernando Cevallos para el de Salud, todavía no hay confirmaciones públicas. Según fuentes citadas por medios peruanos, Castillo está tratando de equilibrar las nominaciones para que el resultado sea un gabinete que deje conforme tanto a la base de su partido, como a los aliados que se unieron a su candidatura en la segunda vuelta de las elecciones.

De acuerdo a lo que informó el diario arequipeño El Búho, el nombre que se maneja para ser presidente del Consejo de Ministros es el de Roger Nájar, un politólogo de 64 años, quien fue propuesto por Vladimir Cerrón. Pero la eventual nominación de Nájar generó el rechazo de varios sectores, principalmente el de colectivos feministas por sus antecedentes judiciales. Según trascendió, Nájar tuvo una hija con una niña de 14 años cuando él tenía 30 y no la reconoció durante largos años.