Incorrecta
Camino largo, ningún lugar
Nadie regala su cuerpo a la helada amarilla de una mañana de invierno montevideano porque sí. Nadie que pueda se entrega a que el Hospital Maciel lo mantenga más o menos sano. Nadie es refugiado porque quiera o le guste. Simplemente “toca”. Y “toca” porque “toca”, y además porque esta es la palabra que en su habla cotidiana usan la mayoría de los colombianos para apurar cualquier mal trago, toda obligación molesta, aquella mala sorpresa llena de responsabilidad gravosa o las trompadas con que el destino les astilla de tanto en tanto los dientes. “Toca”.