Uno puede asumir como un axioma –es decir, un enunciado que no precisa demostración– que, en lo que refiere a las capacidades intelectuales, no hay diferencias entre sexos. Para los que no partan de ese marco y aún hoy, en pleno siglo XXI, necesiten información que sustente esa igualdad de género, pueden repasar la bibliografía científica al respecto y verán que las escasas diferencias halladas entre el cerebro femenino y el masculino nada dicen sobre la inteligencia de los géneros, y que lo esperable es que la proporción de personas brillantes –o tontas– no cambie en base a ello. Es justamente por eso que el mundo tiene problemas para procesar por qué hay menos mujeres que hombres en las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática, por sus siglas en inglés).

Según datos que la ONU dio a conocer en 2017, “en la enseñanza superior, sólo 35% de los estudiantes matriculados en las carreras vinculadas con las STEM son mujeres”. En ese informe se dejaba constancia de que “los estereotipos de género y los prejuicios comprometen la calidad de la experiencia del aprendizaje de las alumnas y limitan sus opciones educativas”, al tiempo que se insistía en que “las niñas parecen perder interés en el ámbito de las STEM a medida que crecen, particularmente en el período entre los primeros años de la adolescencia y el final de esta. La brecha entre géneros en lo relativo a las STEM es notoria en el segundo ciclo de la enseñanza secundaria”. El fenómeno no reconoce fronteras y afecta a países desarrollados y en desarrollo por igual. Uruguay no es una excepción.

Con motivo de la Semana de la Ciencia, se presentó en la Jornada de Puertas Abiertas de la Facultad de Ciencias un póster titulado “Análisis de la situación en Física desde una perspectiva de género”, elaborado por la Sociedad Uruguaya de Física. Los gráficos que figuran en ese trabajo son reproducidos en estas páginas y llaman a la acción urgente: mientras que las mujeres constituyen 51,7% de la población uruguaya, las que ingresan a los institutos de Física, tanto de la Facultad de Ingeniería como de la Facultad de Ciencias, sólo representan 30%. La situación empeora a medida que se observa el grado académico de las mujeres que se dedican al estudio de la física: “La presencia de mujeres disminuye significativamente al considerar el grado académico tanto en la Universidad de la República como en la categorización por organismos del Sistema Nacional de Investigadores [SNI]”. Por otro lado, las pocas mujeres que llegan a cargos superiores (que en la Universidad representan los grados 3, 4 y 5) lo hacen “a mayor edad que los hombres”, lo que muestra que les cuesta más tiempo y esfuerzo llegar a las posiciones jerárquicas. Respecto de esta realidad compleja conversamos con Cecilia Stari, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Física y una de las investigadoras que hicieron el estudio, y con Tabaré Gallardo, astrónomo y director del Instituto de Física de la Facultad de Ciencias.

Foto del artículo 'Newton, tenemos un problema'

Física sin físicas

Stari relata que el póster es la segunda parte de un trabajo que presentó el año pasado en Inglaterra en una conferencia que se hace cada tres años sobre mujeres en física. Respecto de los datos, no esconde su inquietud: “Nos preocupa en particular el Instituto de Física de la Facultad de Ciencias, porque si uno mira la gráfica, hay dos grados 4, que son Cecilia Cabeza en Física y Madeleine Renom en Ciencias de la Atmósfera, y después no hay grados 3 ni grados 5 mujeres. Al ver la distribución de los grados 1 y 2 en el perfil Física, tampoco hay mujeres. Hay en Ciencias de la Atmósfera, hay en Física Médica y algunas poquitas en Astronomía, por lo que uno ve que a futuro no hay perspectiva de que haya grados 3, 4 y 5 mujeres. Sin embargo, en la Facultad de Ingeniería sí las hay, por lo que puede haber, además, un tema de ambiente laboral”.

El asunto es más que preocupante, porque, como señala Stari, “lo que vemos es que en la Facultad de Ciencias entra un estudiante, ya sea hombre o mujer, y no tiene docentes mujeres, en el área física, por mucho tiempo, y entonces la visión es la de que todos los físicos son hombres. Ese tema es grave: el equipo docente que está formando a los futuros científicos en física tiene un perfil de género totalmente sesgado”. Con respecto a Ingeniería señala que “si bien en los grados 3 somos más las mujeres que los hombres, a nivel de grados altos la situación es la misma”.

Para Stari hay dos temas que van en paralelo: “Uno es la parte académica, pero el otro es por qué las niñas y las adolescentes se vuelcan más hacia otras áreas y menos hacia la ciencia”. Afirma que “el sesgo es claro y se ve en secundaria, cuando tienen que elegir la opción en quinto año”. Para la investigadora, el partido importante se juega temprano: “En los países en los que está habiendo esto se debe a que porque empezaron a atacar el tema en las escuelas y en los liceos. Tanto en Inglaterra como en Estados Unidos hay programas que buscan fomentar el interés de las mujeres por la ciencia en secundaria con llamados a proyectos pensados para profesores de liceo”. Stari señala que si bien hay que generar cambios sociales y de educación, también es importante avanzar “con la formación de maestros y docentes en la enseñanza de la ciencia”.

Ante la pregunta de si es necesario invertir algo de dinero para hacer políticas que corrijan esta situación, Stari reflexiona: “Para toda política se precisa cierta inversión. Sin embargo, también hay todo un tema que no es de política, sino de cambio de cabeza. Mejorar el ambiente laboral no pasa tanto por invertir dinero sino por tomar conciencia de la situación. Hay un grupo grande de docentes que incluso minimizan esta situación”. Al respecto da dos ejemplos: “Yo estrené la sala de lactancia en Ingeniería y me cambió la vida. Podía hacer jornadas más extensas y estar más tranquila. Eso sí requiere cierta inversión. Por otro lado, estoy viendo cambios en los docentes jóvenes. Por ejemplo, docentes hombres que le dicen a un superior que no se pueden reunir a determinada hora porque tienen que ir a buscar al hijo a la escuela. Antes no se animaban a decirle eso al jefe, sólo lo hacía la mujer. Hoy hay docentes que se animan, y eso no cuesta dinero”.

El póster publicado es un gran insumo para dejar constancia de una realidad inaceptable. Sin embargo, Stari confiesa que hay cosas “difíciles de pasar al papel. Es una realidad que todos conocemos pero no es sencilla de publicar: el ambiente es bastante machista”, y sentencia: “La discriminación positiva tal vez sea una forma de apurar el proceso para disminuir la brecha de género”.

Mea culpa

Luego de la presentación del póster, la Comisión Directiva del Instituto de Física de la Facultad de Ciencias invitó a una de las autoras, Cecilia Cabeza, a dialogar sobre el asunto. Tabaré Gallardo, director del Instituto de Física, habla con una mezcla de franqueza e impotencia: “No es que nos estemos enterando del tema; lo conocemos desde hace tiempo. Pero sí creo que es la primera vez que lo empezamos a discutir en serio para tratar de encontrarle alguna vuelta”. Respecto de los datos divulgados, señala que “los números gruesos no muestran que lo que sucede acá sea muy distinto a lo que pasa en otras partes”.

Gallardo señala que el Instituto tiene “una inercia histórica” pero esperan que la situación “vaya cambiando” junto con los avances que la sociedad hace respecto de los temas de género. Cuando uno le dice que todos los departamentos y unidades del Instituto están dirigidos por hombres, y pregunta si habría que empezar por allí, Gallardo afirma que “uno podría crear departamentos y líneas de investigación en los que ahora hay mujeres y de esa manera desarrollar áreas lideradas por ellas. Pero el problema es generar un área nueva, dado que el presupuesto de nuestro Instituto es el mismo de hace 20 años; implicaría quitarles recursos a departamentos y líneas que ya existen. Sin duda sería notable poder empezar de cero con grupos liderados por mujeres, y eso probablemente estimule a las estudiantes, pero realmente no sabemos bien cómo solucionar esto”. Por otro lado, hay algo que saben y ya acordaron como forma de enfrentar el sesgo masculino: “Una de las cosas que nos quedaron claras es que en todos los llamados, en todas las comisiones asesoras que evalúan los méritos en todos los concursos, tenemos que lograr la presencia de mujeres”.

Sobre las causas, Gallardo reflexiona: “Sin duda la sociedad presiona de forma distinta a hombres y mujeres, y tal vez esto sea una de las consecuencias de eso. Y el problema de por qué hay tan pocas mujeres en física es parte del mismo problema de por qué hay tantas mujeres en psicología o magisterio. Son las puntas de un mismo problema”. Gallardo cuenta que en el artículo titulado “La trampa de la brillantez”, publicado en la revista Scientific American de setiembre de 2017, se habla del “preconcepto de que hay áreas en las que para poder desempeñarse hay que ser más brillante. En el estudio de la revista ese mayor grado de brillantez lo tiene la filosofía, el filósofo es el punto más alto, y luego viene la matemática”. Para él esto también se da en Uruguay: “Lo he visto durante muchas décadas en los estudiantes. Dentro de la Facultad de Ciencias hay un preconcepto de que el matemático es el ideal y que atrás vienen los físicos. Y si uno suma a esos datos la matrícula femenina, creo que hay un preconcpeto de brillantez que está incidiendo”. El fenómeno es tan real que es frecuente escuchar el chiste en la Facultad de Ciencias que dice que los matemáticos están más cerca del cielo: están en el piso más elevado del edificio. Eso sí, por más que se les muestre el artículo de Scientific American, es poco probable que acepten cedérselo a los filósofos de Humanidades. Lamentablemente, también es poco probable que en breve el piso se pueble de mujeres con responsabilidades y grados altos. La Sociedad de Física del Uruguay al menos está tratando el tema.