Desde 2014, el vínculo comercial entre Rusia y Uruguay se redujo sustancialmente, tanto desde el punto de vista de las ventas como desde el de las compras. Entre 2006 y hasta hace cuatro años, si la Federación Rusa no estaba en el top cinco de los destinos de las exportaciones uruguayas, como mucho, estaba en el ocho, promediando un monto de ventas de 290 millones de dólares anuales.
¿Cuál fue la causa del desvío de la tendencia? Desde el Instituto de Promoción de Inversiones, Exportaciones e Imagen País del Uruguay, Uruguay XXI, se estiman dos factores complementarios. Por un lado, la conversión de una economía planificada centralmente a una de mercado a partir de la disolución de la Unión Soviética llevó a una importante privatización de la industria. Dado que la producción rusa se centra en recursos energéticos naturales como el petróleo y el gas, y en metales como el acero y el aluminio, con una alta dependencia de los precios internacionales, la caída de estos valores –en particular del petróleo– en los últimos años cuestionó este modelo de crecimiento y llevó al gobierno a incentivar la producción agroindustrial nacional.
Por otro lado, las importaciones rusas también se vieron afectadas desde 2014, cuando el Kremlin impuso un bloqueo a la importación de lácteos, fruta, carne bovina y aviar, pescado y productos de mar desde Estados Unidos, la Unión Europea y otros países como respuesta al embargo comercial de estos sobre Rusia, por acusaciones de apoyo a los rebeldes ucranianos pro rusos y por la anexión de Crimea.
Producto de ambos factores, las importaciones de alimentos desde Rusia pasaron de 37.000 millones de dólares en 2014 a 27.000 en 2017.
Desde Uruguay a Rusia
En 2014, los países del Mercosur –junto con Bielorrusia– eran los cinco principales proveedores de carne de Rusia. En los años siguientes, la participación de los países del sur bajó –alineada con la baja general de las importaciones de carne–, pero en el caso de Uruguay la caída fue más pronunciada.
Pasó también que, en conjunto con la disminución del volumen importado, algunos países, como Bielorrusia, aprovecharon sus condiciones preferenciales de ingreso –por ser parte de la Unión Aduanera Euroasiática– para aumentar su importancia en participación, al tiempo que India surgió como otro proveedor relevante.
Actualmente, las importaciones representan 27% de la oferta total de carne bovina en el país. De las ventas de Uruguay a Rusia, la carne fue perdiendo participación, mientras que los lácteos ganaron una mayor porción de mercado. Según datos de Uruguay XXI, la carne bovina fue el producto con mayor incidencia negativa en las exportaciones entre 2013 y 2017. Teniendo en cuenta que Uruguay es proveedor casi exclusivamente de alimentos y que en particular carne y lácteos en conjunto representan 70% de las exportaciones en promedio entre 2013 y el año pasado, el cambio de tendencia resulta relevante.
Pese a esto, hay signos de recuperación: las compras de carne bovina desde Rusia crecieron 10% en el último año. Aun así, el impacto en Uruguay fue más moderado: la compra de carnes uruguayas aumentó tan sólo 6%.
En contrapartida, se incrementó la participación del sector lácteo: la manteca fue el principal producto en el mercado ruso hasta 2016, pero a partir de allí presentó altas tasas negativas. El queso mantuvo el ritmo de las exportaciones de los últimos años, mientras que las exportaciones de leche en polvo fueron más que el doble en comparación a 2016.
Con esto, el último año Rusia ocupó el 14º lugar en el ranking de los destinos de ventas al exterior de productos uruguayos –incluyendo a las zonas francas–, representando 1,3% del total, por unos 116,8 millones de dólares.
Desde Rusia a Uruguay
También desde acá las importaciones de productos descendieron en los últimos cinco años –excluyendo las de petróleo y derivados–. Actualmente, la Federación Rusa ocupa el lugar 21º del ranking de los países de importación de Uruguay, con compras que representan 0,6% del total importado por nuestro país en 2017, por unos 41,8 millones de dólares.
El enfriamiento de las relaciones comerciales es algo que preocupa al gobierno uruguayo, y así lo demuestran las misiones comerciales que se han llevado a cabo desde el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca e incluso la visita del presidente, Tabaré Vázquez, a su par Vladimir Putin en febrero del año pasado.
De cara al Mundial que comienza en seis días, Uruguay XXI considera que se trata de un contexto “ideal” para la promoción de productos, y en particular de una “plataforma propicia para la promoción de las exportaciones uruguayas a Rusia”. En este sentido es que llevará adelante diversas acciones promocionales, enfocadas en compradores de alimentos, empresarios y potenciales inversores, en la prensa internacional y en la opinión pública, como degustaciones de productos uruguayos, shows de artistas nacionales, presentaciones del país a nivel social, económico y comercial, además de apoyar reuniones organizadas por la Embajada de Uruguay en Rusia.
Nafta roja
El primer proyecto de refinería con participación estatal fue elaborado con el asesoramiento del director de Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Argentina, el general Enrique Mosconi, que “por ese entonces mantenía un duro enfrentamiento con los intereses petroleros extranjeros”, según cuenta “La diplomacia del anticomunismo: la influencia del gobierno de Getúlio Vargas en la interrupción de las relaciones diplomáticas de Uruguay con la URSS en diciembre de 1935”, una investigación de Ana María Rodríguez Ayçaguer, del Departamento de Historia del Uruguay de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Según el trabajo, ANCAP se constituyó como ente petrolero en octubre de 1931, y cuando llamó por primera vez a licitación para la compra de combustibles refinados, las empresas extranjeras no se presentaron para boicotear su funcionamiento. Pero Iuyamtorg, la primera empresa soviética que instaló oficinas en Montevideo, sí lo hizo, y “así fue como ANCAP comenzó a funcionar, distribuyendo combustibles soviéticos, provocando la hostilidad de las compañías petroleras extranjeras”.